Con el asunto de publicar las cosas en el blog se me
complica mantener la vida domestica a salvo de la ficción, no puedo hacerlo en verdad.
El pobre alienígena que me asustaba durmiendo en mi
ropero ha sido reducido violentamente por la señora de la casa que ya estaba
exasperada hace tiempo con el montón de ropa que crece fuera del ropero y ante
la posibilidad de no solo darle una explicación sino además acabar de raíz con
el problema, tomo por asalto el ropero.
No duro treinta horas el asedio, apenas cinco
minutos. Ignoro que ha sido del alienígena ni donde para el pobre desgraciado
todo ocurrió mientras estaba en el supermercado, para cuando volví el ropero
estaba abierto de par en par y evidentemente ahí solo había ropa.
Ahora tengo insomnio: extraño la luz verde. Y me
quede sin excusas para guardar en el ropero la ropa.
La conclusión obvia es que tengo que tener mucho
cuidado con lo que escribo porque repercute en mi vida y no siempre
positivamente, como ha sido en este caso en el que si bien ya no tengo miedo
ahora tengo insomnio y que guardar la ropa.