En Valencia y en Fallas toca tirar petardos, sobre todo si
tu hija tiene seis años y quiere salir a tirarlos. Fui con ella a comprarlos y
claro, compre también para mi, unos, un poco más potentes. Con la mecha bien
prendida iba la niña meta tirar y había que pararle los pies explicándole que
si venia alguien había que esperarse, si venia un perro también, y que en
general había que tener cuidado.
Que soltara los petardos nada más se encendía la mecha, en
lo posible sabiendo adónde iban a parar. Se quemo un dedito pero en el frenesí
de las explosiones no le inmuto. Seguimos los dos tan campantes disfrutando
mucho de hacer ruido, fuimos hasta el parque donde había bastante sitio libre
donde tirar petardos sin molestar a nadie cosa que hicimos como posesos.
Nos pasamos una hora y pico divertidos y tocaba volver a
casa. Al caer el sol la temperatura cae rápidamente y se hace notar el vientito
frio que todavía tenemos. Cuando le fui a abrochar la chaqueta vi los daños
colaterales de la tarde: Se había quemado la chaqueta del chándal del colegio.
Y no era un agujerito, no, era una
quemadura grande y bien visible. Que como es lógico y normal no fue del agrado
de mi señora. Ahora tenemos que comparar más petardos, se nos han acabado las
existencias, y una orden expresa: antes de salir a tirarlos hay que cambiara la
niña de ropa. Se trata de evitar los daños colaterales.