Se imaginaba yéndose por el camino hasta donde se terminase,
ahí subiría a un barco que cruzase el océano y así continuaría su viaje. Como
no tenía dinero pensaba pagar trabajando. Le dio vueltas al asunto de tener
permiso de la madre para hacerlo y
decidió que lo mejor era no decirle nada para evitar discusiones.
Una noche se fue aprovechando la luna llena que iluminaba el
camino bastante bien. Se llevo la ropa que tenia puesta y un cuchillo, nada
más. Camino toda la noche alejándose de su casa con prisa. Al amanecer se tumbo
a un costado del camino y durmió unas horas antes de seguir caminando.
Consiguió que le dieran comida a cambio de cuidar de unas
mulas que cargaban carbón, la mercancía tenía como destino un puerto así que
estaba de parabienes. El trabajo no era pesado, en los altos para descansar
había que procurar que no les faltase agua a los animales y al atardecer, una
vez descargadas se les daba de comer y se verificaba que estuvieran bien
atadas. El resto del dia se trataba de caminar detrás de los animales sin
perder el paso.
La aventura le duro una semana, tiempo que necesito un
vecino para darles alcance, hablar con el jefe de la caravana y regresarlo en
ancas a su casa, donde su madre le dio una buena paliza que le hizo olvidar sus
ansias de conocer mundo.