Vestía los harapos
del uniforme y
no tenía ninguna
identificación, para evitar
problemas se escabullo
por las callejuelas oscuras
hasta que dio
con un lugar
resguardado donde poder
esperar la llegada
del dia. No
pudo evitar dormirse
de tan cansado
que estaba, le
despertó un rayo
de sol en
la cara. Estaba
siendo observado por
un niño que
llevaba una gorra
en la cabeza y
empuñaba una escopeta
que no le
apuntaba. Inquieto se
asomo a la
calle y vio
el revuelo, le
pareció extraño que
no le despertara
el ruido antes, eso era
signo evidente de
que estaba cansado
y necesitaba dormir.
-¿Como te llamas?- pregunto Raúl al
niño.
-Me dicen Gorra-
contesto el niño.
-¿Sabes que pasa
en la calle?- pregunto Raúl.
-Buscan a un fugado.
En las tierras
yermas usan a
muchos esclavos y
cada tanto alguno
intenta fugarse pero
hay un acuerdo
que dice que
si entra a
la ciudad queda
liberado. Pero este
ha matado a
uno de los
guardianes, así que
quieren que cuando
lo encuentran lo
entreguen y por
eso la gente
discute si debe
ser entregado o
no.-Conto Gorra.
-¿Hay algún reten
militar en la
ciudad?- siguió interrogando Raúl.
-Si hay uno
cerca de aquí,
pero ahora debes
esperar un poco
a que se
calmen los ánimos
en la calle,
hay algún partidario
de entregarte.- contesto Gorra.
Ahora tenía la
disyuntiva de confiar
en Gorra o
arriesgarme en la
calle. Ignoraba cuanto
tiempo llevaba observándole
mientras dormía pero
tuvo tiempo de
sobra para entregarle
y no lo
hizo, eso era
un punto a
su favor. Por
otra parte tampoco
conocía la ciudad
y moverse solo
por ella podría resultar
muy peligroso. Si
Gorra le guiaba hasta
el reten militar
seria todo mucho
más fácil.
-¿Me llevarías al
reten?- le pregunto Raúl a Gorra.
-Lo hare y
cuando estés por
entrar al reten me darás
el fusil, ese
es mi precio
por ayudarte.-contesto Gorra.
-De acuerdo, te
lo daré justo
antes de entrar. Dijo
Raúl.
Era un buen
acuerdo, y un
precio que podía
pagar. Gorra propuso
esperar un poco a
que se calmaran
los ánimos, cosa
de un par
de horas y
después anuncio que había que
ponerse en marcha cosa
que hicieron al momento. El
reten no estaba
lejos y llegaron
en seguida. En
la puerta ante
la mirada atónita del
centinela Raúl cumplió
su palabra regalándole
el fusil a
Gorra.
Como el
uniforme estaba andrajoso pero
aun reconocible, el
centinela no tuvo
reparo en dejarle
pasar y esperar
a que un oficial le
interrogara cosa que se demoro
un poco y Raúl
aprovecho para descansar
otro poco. Lo
necesitaba verdaderamente. Cuando finalmente
lo interrogaron conto
lo del ataque,
la esclavitud en
este planeta y
su escape sin
callarse nada. Cuando
termino le dejaron
darse un buen
baño y le
proporcionaron ropa limpia,
sintiéndose mejor fue a averiguar
qué era lo
que haría respecto
al resto de militares
y gente que
estaba esclavizada. Y supo
que no harían
nada, no hasta
dentro de tres
meses momento en
el cual se terminaba
un acuerdo que
venía de antiguo,
tanto que nadie
recordaba cómo había
sido establecido; para entonces estarían la
mayoría muertos como
bien sabia Raúl,
pero el solo
poco podía hacer
para cambiar la situación.
Fue embarcado dos
días más tarde
y nunca supo
como termino aquel
asunto. Por otra
parte estaba muy
ocupado en su
nuevo destino como
para ocuparse de
nada más. En
el nuevo lugar
las guardias eran
necesarias para evitar
ataques de unos rebeldes
mal armados pero
bastantes molestos. Raúl
estaba conociendo de
primera mano los
problemas que tenía
el gobierno, estos
no salían por
las noticias y
la mayoría de
los ciudadanos tampoco
imaginaba. Asomar mucho
la cabeza significaba
que te la
volaran seguro, se
imponía andar agachado
y con precauciones ante las
bombas caseras que
solían tirar por
encima de las
barricadas con extraña
puntería. Era muy
peligroso y por la
noche todavía más.
Era una guerra
de guerrillas muy
desgastante, los rebeldes conscientes
de su inferioridad,
no solo numérica
sino armamentística también,
tenían especial cuidado en
evitar los enfrentamientos directos
y atacaban guarniciones
mal defendidas o
aisladas.
El primer mes
de Raúl fue
nefasto, fueron atacados
cada noche y
el estuvo de guardia
en todas. Estaban
todos hartos de los rebeldes
y descontentos por
la falta de medios
disponibles para hacerles frente y
derrotarles dado que
los rebeldes no
tenían grandes medios.
Para Raúl
las cosas deberían
ir mejor pero
pareciera que no
sería de momento;
por otra parte
tampoco podía hacer
mucho al respecto
excepto cumplir las
guardias y evitar
que lo mataran.
Noche tras noche
los combates se
mantenían desde las
barricadas hacia la
negrura de las
calles que solo se
iluminaban por los
disparos de los
rebeldes. Por el
dia se mantenían
ellos a cubierto
disparando muy esporádicamente como
para demostrar que
seguían en las
cercanías. Le dieron en
un hombro una
noche especialmente tranquila,
fue verdadera mala
suerte pero poco
pudo hacer para
evitarlo. Era una
herida lo bastante
aparatosa como para
ser evacuado al
hospital, pudo descansar
por fin con
tranquilidad. Durante la convalecencia pudo
recuperarse por completo.
Le dieron el
alta cuatro meses
más tarde pero
aun debía esperar
dos más antes
de prestar servicios
activos, todavía dolía
un poco la zona
del hombro. Le
informaron de un
lugar donde se podía
alojar mientras terminaba
de curarse que costeaba
el ejercito directamente. Al cumplirse
el plazo se
presento en el
cuartel, llego en
un convoy bajo
fuego de los
rebeldes que tiraban
con todo lo que tenían.
Los impactos de
las balas acobardaban
bastante y le
hacían desear que
el blindaje aguantase
tanto castigo como
estaba recibiendo. Era
evidente la diferencia
entre esta parte
de la ciudad y
la que tenia
al hospital, en
aquella no había
actividad rebelde de
ningún tipo. Parecían
dos ciudades distintas.
Volvió a la
rutina de las guardias
nocturnas, se notaba
que algo había cambiado
en los meses
que estuviera fuera,
daba la impresión de
que ahora si se
pretendía plantarle cara
a los rebeldes, contaban
con mas armamento y
abundaba la munición. Durante
el dia se
salía a cazarlos donde se
les encontraba y
varios grupos de
voluntarios salían por las noches a
lo mismo, los
resultados no se
hicieron esperar y
veinte días más
tarde ya no
se producían ataques
de los rebeldes,
ni de dia
ni de noche.