La llegada de
otra crisis al
planeta le llevo
a alistarse en
el ejercito como
única vía de
escape. Le dolió
bastante tener que
hacerlo, sabía que
probablemente no volvería nunca a su planeta
y de ahí
su dolor. Se presento donde
le dijeron para
hacer efectivo su
alistamiento; ignoraba todo del
ejercito excepto que
la paga era
segura, la comida aceptable y había
un lugar donde
dormir siempre disponible.
En los tiempos
que corrían era
lo mejor que
podía conseguirse. Además
era mixto lo que
hacia las cosas
más interesantes, suponía
que las mujeres
no tendrían reparos
en tener relaciones
sexuales.
-Buenos días-
saludo al entrar
en las oficinas.
-Buenos días- le
respondió un tipo
que estaba sentado
con un uniforme
lleno de medallas.
-Vengo a alistarme- dijo como
para que no
quedaran dudas.
-¿Su nombre?-
pregunto el de las medallas.
-Raúl Rodríguez-
contesto Raúl.
-Rellene estos impresos- le dijo el de las medallas
tendiéndole una serie de papeles.
Raúl no pudo
dejar de pensar
divertido que todavía hicieran
falta esos papeles
cuando su tarjeta identificativa contenía
todos sus datos
pero no dijo
nada y se
sentó a completarlos, tarea que
le llevo más de
media hora. Cuando le
entrego los papales
al tipo de
las medallas le
dijo que su
transporte salía esa
misma tarde. Desde
la ventana observo a
su planeta perderse
en la distancia.
Fue destinado a
un reten en
un planeta olvidado
por todos, donde lo más
común era aburrirse.
No tenían gran
cosa que hacer
dia tras dia
por eso el
ataque les agarro
tan desprevenidos, les
reventaron literalmente en
menos de media
hora; a los supervivientes les
ataron y les
cargaron en un
transporte. Raúl que
estaba con ellos
acababa de ser
esclavizado.
Era una pesadilla
infernal; hacinados, sin atención medica los heridos
y
sin agua ni
comida. Como se
entero por boca
de uno que
estaba a su
lado los esclavos
se vendían para
trabajar en las
tierras yermas, los
robots salían caros
y era más
barato usar esclavos que
tenían fácil reposición,
había que trabajar
para que te
dieran de comer. Estaba prohibido
hablar entre ellos, las
picanas eléctricas eran
lo bastante disuasorias
al ser sumamente
dolorosas. Raúl pensaba
con amargura que no era un
buen
negocio dejar el
planeta natal para
terminar esclavizado, a todas
luces no lo era.
Como ya estaba
metido en el
asunto hasta más
arriba del cuello
se dedico a
observar y tratar
de encontrar una
salida a la
situación en la
que se veía inmerso. La
vigilancia era férrea
pero dejaba algunos
huecos, imagino que
eso era porque
en la tierras
yermas la escases
de agua hacia
imposible cualquier intento
de fuga. Tomo
buena nota de
que para tener
cierta garantía de
éxito necesitaría llevar
agua consigo lo
que descartaba hacerlo
a pie, era
imperativo hacerse con
un vehículo para tener
alguna oportunidad. Mientras
tanto debía mantenerse
lo más sano
posible y evitar
a toda costa que
las picanas le maltrataran.
El trabajo en
los campos era
agotador y Raúl
supo que no
tenía mucho tiempo
para tratar de
escapar, se debilitaría
por el esfuerzo
y ya no
le sería posible
escapar. Descubrió que
comiendo los vegetales
que estaban plantados podía
mitigar tanto el hambre
como la sed
pero procuro no
ser descubierto por
los vigilantes. Para
que las manos
no se le
lastimasen las vendaba
con tiras de
tela de las
bolsas de fertilizante,
pero las cosas
iban mal, el trabajo
tan pesado y
el sol abrazador
le estaban haciendo
mella más rápido
de lo que
había previsto; tirado
en su jergón
por la noche
evaluó seriamente la situación
y decidió que
a la noche
siguiente lo intentaría. Fue un
dia largo lleno
de expectación y
nerviosismo, no estaba
claro cuál iba a
ser el desenlace pero
tenía que intentarlo ahora
que todavía le
quedaban fuerzas para
hacerlo. Espero a
que todos estuvieran
acostados en sus camastros
descansando tras un
dia agotador antes
de arrastrarse fuera
empuñando un trozo
de metal al
que había afilado
convenientemente. Se tomo
su tiempo para
arrastrarse hacia la espalda
del vigilante que
montaba guardia en
esa zona del
campamento; era imperioso
que no hiciera
ruido que muriera en
silencio. Raúl clavo
el trozo de
metal en el
cuello del vigilante
matándole en el acto, se hizo
con el cuchillo
y el fusil
del muerto y
escondió al cuerpo
en las sombras.
Acuclillado entres las
sombras, con el
fusil acunado entre
los brazos, observo
a los vehículos
estacionados en la
polvorienta explanada. Dos
cosas le preocupaban,
una el ruido
que haría el
camión que pensaba llevarse
y lo fácil
que les seria
seguirle una vez que
dieran la alarma,
que sería nada
mas sintieran el
ruido del motor
ponerse en marcha.
Para la primera
no tenia solución
pero si para
la segunda: reventar
los neumáticos al
resto de vehículos.
Fue una tarea
lenta que le
llevo varias horas,
pero la hizo
a conciencia pinchando
dos ruedas de
cada vehículo. Cuando
termino se subió
al camión giro
la llave y
en cuanto el motor
ronroneo salió disparado.
Era el camión
del agua, el que la
repartía durante el
dia entre los
esclavos, era más
que suficiente para
sus necesidades. Había escuchado
que hacia poniente
había una ciudad
y hacia la
misma se dirigió,
era la única
oportunidad que tenia
de ponerse a
salvo. Pero primero
debía conseguir llegar. Paro a mediodía para
abastecerse de vegetales
del costado del
camino , atrás a lo
lejos vio una
columna de polvo
y supo que
eran sus perseguidores
que venían rabiosos en
su busca. Mientras
mordía y masticaba
un jugoso tomate
que eligió de
una tomatera decidió
que no le
agarrarían vivo, no
quería ni imaginarse
que torturas le
tenían reservadas. Seguramente
sería una muerte
lenta que no
tenía ningún interés
en experimentar. Subió
al camión y prosiguió
camino; al atardecer
se detuvo nuevamente
para considerar sus opciones.
El camino que venía siguiendo
parecía ir recto
hacia poniente con
lo cual al
ponerse el sol
y quedarse sin referencia solo debía seguirlo y
no se perdería;
pararse hasta que
amaneciera era otra
opción que descarto
en cuanto observo
la columna de
polvo que veía
lejos en el
horizonte por detrás.
Continúo viaje decidido
a llegar a
la ciudad. Casi
a medianoche vio
luces que indicaban
una ciudad adelante
y dos horas
más tarde abandonaba al
camión en las
afueras de la misma.