Trabajaba por la
comida y un
lugar donde dormir,
algunas veces ni siquiera por
las dos cosas,
es lo que
tiene ser un
paria pensaba con
parsimonia. No era
una vida fácil
pero eso no
le preocupaba, vivía
cada dia y no se
preocupaba de nada
mas, lo consideraba
fútil.
Ignoraba que su
familia le buscaba
desde hacia tiempo,
no tenia como saberlo,
querían que regresara
a casa, desconocían
que le habían
desterrado las autoridades
militares. Las penurias
no habían hecho
que Raúl se
abandonase, vestía lo
mejor que podía
dada sus circunstancias y
se mantenía limpio
y con buen
aspecto, lo que
en ocasiones le
habría puertas que
de lo contrario
se mantendrían cerradas
y como lo
sabia se esforzaba
conscientemente en seguir
haciéndolo.
En todos los
lugares escuchaba lo
que se decía del
Gobierno y de
la Crisis con
atención pero no
se solía decir
nada nuevo, se
repetían las consignas
como loros unos
a otros sin
profundizar un poco
en lo que
estaban diciendo, sin
pensar o idear
estrategias nuevas, llegando siempre
a la misma conclusión:
debe arreglarlo el
gobierno. Pero no
les creían capaces.
Era una actitud
un poco rara
según veía Raúl,
dejar tus asuntos
en manos de gente
en la que no confías
no parece una
buena estrategia, y
eso era lo
que se hacía
por sistema. Tanto
viajar le confirmo
lo que ya sabía desde hacía
mucho tiempo: quejarse
no era la
solución. Y enfrentarse
militarmente al Gobierno
tampoco parecía un
camino con posibilidades. Raúl
vislumbro que el
único camino realmente
viable era que
todos los ciudadanos dejaran de
quejarse y empezaran
a hacer algo
mas para demostrarles
a los políticos
que ya no
podían hacer lo que
les daba la
gana. Y sabia
que ese era
el problema de
fondo, los ciudadanos
estaban acostumbrados a
quejarse amargamente pero
a no hacer
nada, solo aguantar
estoicamente la Crisis
y sus consecuencias.
Raúl ignoraba que
su familia le
estaba buscando, querían
que volviera a
casa, no sabían que
las Autoridades Militares
le habían desterrado
y se les hacía difícil
dar con su
paradero, hasta que
cansados abandonaron toda
esperanza.
Vivir lejos de
la familia y
los amigos era
algo que pesaba
a Raúl como pocas
cosas. Extrañaba sus tierras,
aquellas que conociera
de niño, los
arboles que ya
eran suyos de
treparlos tantas veces
y caerse unas
cuantas. El olor
de la tierra bien
mojada por la
lluvia, en ningún
otro lado lo había
olido ni siquiera
parecido a aquel.
Tantos planetas como
había recorrido y
seguía añorando el
suyo.
Tuvo suerte y
le dieron trabajo
como leñador, la
verdad es que
nadie quería ir
al bosque a
cortar árboles, era peligroso, muy
peligroso y eso
hacía que hubieran
vacantes. Las sierras
que podían usar
eran las manuales
únicamente eso salvaba
a los arboles
más gruesos y viejos
y en cierta
manera se protegía
al bosque. Era un
trabajo pesado amen
de duro, al
final del dia
estaba tan cansado
que apenas tenía
fuerzas para llegar
a su camastro
y derrumbarse en
el hasta el
otro dia. Escucho
los consejos de otro leñador
que le dijo
que comiera antes
de acostarse o
enfermaría o se debilitaría tanto que
no serviría para
trabajar. Desde ese
dia al llegar
al campamento comía
masticando despacito vencido
por el cansancio
antes de irse a
dormir. La paga
resulto buena y
eso le sorprendió
gratamente, pudo con
ese dinero comprar
ropa para trabajar
más adecuada y
de vestir, también
pudo pagar un
telegrama a sus
padres informándoles de
que les mandaba
una carta.
Querida Mamá, querido Papá:
¿Como están
tanto tiempo? Espero que
bien. Sé que las
cosas han estado
un poco complicadas
y lo siento,
tratare de evitar
que vuelvan a
ocurrir. He conseguido trabajo
en un bosque
como leñador, el
trabajo no es
pesado y los
compañeros son fenomenales,
mas no podía
pedir. Encima me
pagan bien.
No quiero preocuparles,
esta será mi
dirección por un
tiempo, y cuando
la cambie les
pasare la nueva.
Ojala pudiera decirles
cuando podre verles
pero lo ignoro,
no puedo viajar
a nuestro planeta,
estoy desterrado por la Autoridad
Militar.
Me gustaría que
me contaran como
van las cosas
por ahí desde
que me fui, saber
como están los
parientes y si
saben de algún
amigo, también.
Espero que las
tierras sigan siendo
nuestras y que
ustedes estén bien,
les quiero y
les extraño horrores. Cuídense, besos.
Raúl
Releyendo la misiva
le parecía corta,
un tanto escasa
pero tampoco sabía
que mas ponerles
a sus padres,
por lo menos
tendrían noticias suyas
y con un
poco de suerte
el tendría de
ellos. La facturo
pagando el importe
completo del envió.
Volvió a
la rutina del
trabajo del bosque,
las tareas pesadas
lo habían puesto
en forma, haciéndole
aguantar los días
con menos sufrimiento.
Pero los peligros
seguían siendo los
mismos y estaban
presentes en todo
momento.
Le llego la
noticia de que en
su planeta necesitaban
leñadores y se
presento para anotarse
en las listas aunque
sabía que lo tenía mal por estar
desterrado, como suponía
fue rechazada. Uno
de los capataces le
dijo que había
una manera de
entrar sin que
las autoridades lo supieran:
con la maquinaria.
Viajando con la
herramientas y las
maquinas que esperaban
en el linde
del bosque para
hacerse cargo de
los troncos era
casi seguro que lograba
entrar sin ser
detectado. No había ninguna
seguridad de que
lo consiguiera pero
tenía posibilidades de
conseguirlo.
El viaje fue
dantesco, sin calefacción
casi se queda
helado; las provisiones
se le terminaron
tres días antes
de llegar y
casi no le
quedaba agua en
el momento que
abrieron las escotillas,
ya en su
planeta natal. Le
embargo una emoción
muy grande mientras
observaba la tierra que
tanto extrañara dando
tumbos por ahí.
Y se sintió
contento, pronto abrazaría
a sus padres y
estaría en casa.