Estaba
en casa mirando
el techo, sin
planes, sin libros,
sin amigos sin
novia, solo. El
celular empezó a
sonar y vibrar,
considere no atender
pero al final
lo hice. La
pantalla mostraba un
número desconocido, nada
especialmente raro, era
del trabajo y
podía llamar cualquiera.
-¿Diga?
-¿Hablo
con Leo? Una
vos de hombre.
-Soy yo, ¿quién
es? Pregunte.
-El
padre de Berta,
Berta Soria.
-¿Le ha pasado
algo a Berta?
Pregunte lleno de ansiedad.
-¿Puede
venir a mi
casa, por favor
y le explico?
Repare en que
no me había
contestado.
-Estoy
en veinte minutos.
Tarde nada en
agarrar el casco
y la campera,
Salí y arranque
la moto, mientras
calentaba un poco me
puse la campera
y el casco,
abrí el portón ,
saque la moto
y cerré. Subí
bien el cierre,
me había dejado
los guantes pero
no entre a
buscarlos, metí primera
y salí zumbando
con imágenes de
Berta bailándome en la cabeza.
No fui prudente
y corrí. Catorce
minutos más tarde
me abrían el
portón de la
casa de Berta,
era su padre.
-Gracias
por venir tan
rápido. Sígame. Me
guio aunque yo
no necesitaba lazarillo
en esa casa.
Al entrar al
salón vi a
la vieja de
Berta, Marta, y
a Teresa, Lucia,
Miriam y Ana.
Lo que fuera
que estuviera pasando
requería de los
pesos pesados de
la vida de
Berta y al
parecer estos creían
que yo podía
aportar algo. Era
un gabinete de
crisis en toda
regla. Abrace a
la vieja y
las chicas antes
de preguntar por
Berta.
-¿Berta?
¿Dónde está? Todas
estaban serias, ninguna
contesto, fue el
viejo el que
hablo.
-Está
viviendo con un
tipo, ya salió
antes con él,
no sé si
sabe de quién
hablo, uno casado.
-Pablo
Mercado.
-Ese.
Bueno no vive,
el la mantiene,
la banca……la tiene
de puta. Mastico
las palabras al
decirlas, la furia
latía en cada
silaba.
-Bueno, entiendo que
le moleste o
le disguste pero
Berta es grande
y no sé
qué pinto yo en todo
esto. Ella puede
elegir qué hacer
con su vida
y cómo hacerlo.
-Me han dicho
esta noche mi
mujer y estas
cuatro señoritas amigas
de mi hija
desde siempre que
solo hay alguien
capaz de razonar
con ella y
hacerle cambiar de
opinión. Usted. También
me han dicho
que se negara
a cobrar de
forma alguna por
hacerlo, que le
ofendería si lo
intentaba y que
me pediría libertad
absoluta y que
habría que aceptar
lo que Berta
decida. Es mi
hija, mi niña,
haga lo que
sea, devuélvamela. Un
padre desesperado que
ya no tiene
opciones, ese era
el viejo de
Berta.
-Puedo prometerle que
hablare con ella,
puedo también asegurarle
que seré duro,
pero no que
la traeré a
casa o la
sacare de ahí.
¿Hay algún pariente
en otra ciudad
que ella aprecie
y pueda recibirla
un tiempo? Una
cosa sabia segura:
ella con sus
padres no volvía,
la vergüenza seria
inmensa, necesitaba un
oasis donde rehacerse,
si quería.
-Tengo
un hermano que
vive con su
familia en una
estancia en Rocha,
Pedro. O en
Brasil, en Rio
también tiene tías.
-De
acuerdo. Llamen a
Pedro y a
Brasil, arreglen todo
para que estén
esperándola a partir
de ahora, lo
que ella quiera
tiene que estar
arreglado antes que
lo quiera. Ahora
voy a necesitar
que ustedes dos me dejen
a solas con
las amigas, tiene
trabajo, háganlo. Los
viejos salen obedientes
de la salita,
Teresa, Ana, Miriam
y Lucia se
encojen en el
sofá, nos conocemos
de sobra e
intuyen lo que
se viene, supongo
que desde el momento
que le dijeron
al viejo de
Berta que me
llamara, lo sabían.
No estoy para
boludeses, no estoy
contento, me propongo
herir a una
amiga buscando salvarla
y puede que
perdiéndola en el
proceso, pero así
son las apuestas
amigo, juegas o
no juegas, tienes
una reputación o
no la tienes,
tienes amigas o no las
tienes, las amas
o no, estas
a la altura
y corres a
rescatarlas o siempre
fuiste un pedazo
de mierda mentiroso.
Aunque aveses vos
seas quien las
lastima, perra condición
humana. Mis preguntas
son incomodas, intimas,
de Berta y
de ellas, si
la información es
pertinente. Las veo
hundidas en el
sofá y sé que también
tendría que hacer
las paces con
las cuatro, aunque
salve a la
amiga, he cruzado
cualquier limite, las
he violado, que
banquen.
-¿Alguna
sabe porque Berta
no me llamo?
El silencio se
prolonga pero espero.
-Decía
que la habías
olvidado, estabas muy
ocupado y además
no bancaba a
tu novia. Ana
habla mirando el
suelo.
-¿Qué es Berta
para vos, que
significa en tu
vida? Pregunta agresiva
Lucia.
-Una
prima y no
una hermana porque
así me la
puedo coger y
que conste que
nunca cogimos. Igual
esta noche tengo
suerte, mira por
dónde.
-Sos un mal
bicho, siempre lo
fuiste. Esa es
Miriam.
-¿Qué
darías por salvar
a Berta? ¿Por verla
feliz, sonriente? ¿Cuánto
vale tenerla entera?
La trampa para
Miriam se habría
abierto bajo sus
pies.
-Lo que sea.
Pero no tengo
nada. Lo dijo
compungida.
-Tenes
un cuerpito que
será mío cuantas
veces quiera si
te devuelvo a
tu amiga, las
demás con que entreguen
una vez será suficiente. La
venganza es dulce,
dulce, dulce.- ¿Tenemos
un acuerdo chicas?
-Si.
Respondieron las cuatro
mirándome con odio.
Las deje lamiéndose
las heridas y
seguí al padre
de Berta hasta
el apartamento donde
ella vivía. Le
dije que esperara,
sin moverse de
donde estaba. Toque
el telefonillo y
cuando Berta pregunto
quién era dije:
Leo, como si
yo viviera con
ella y llegara
a casa después
del trabajo. Pego
un gritito de
sorpresa y abrió.
Subí por la
escalera hasta el
cuarto, me esperaba
en el dintel,
un poco paliducha,
vaqueros y jersey
celeste que le
destacaba el pecho.
-Lindo
jersey, estas preciosa.
-Gracias,
¿Qué haces acá
primo? ¿Quién te
pidió que vinieras?
-Vengo a coger.
Me dijeron que
tenes un solo
cliente, que te
banca, que sos
su putita y
pensé que a
lo mejor ahora
si nos dejamos
de joder y
cogemos, pero no me cobras.
No te pago
prima.
-Me
estas insultando, me
estas ofendiendo, no soy ninguna
puta, me estoy
vengando de él,
le hago pagarme
todos los gastos
y el alquiler,
le hago sufrir.
-¿Puedo
sentarme, tenes te?
Y saca algo
dulce para morfar.
-Claro,
dame un minuto. Y
se pone con
la caldera y
las tazas, le
miro la cola,
la cintura, el
pelo pero sin
volverse me dice
que deje de
mirarla, me entretengo
mirando un cuadro
que no se
qué carajo es,
en pintura jamás
entendí nada.
Trae
todo a la
mesa y me
dedico a comer,
ella sorbe su
te y me
observa, noto las
ojeras y cierto
cansancio, hastió.
-Encima
el nabo no
te coge bien,
no te hace reír, no
puede sacarte a
pasear, ni al
cine te lleva,
vas sola. Es
un cañonazo a
ciegas, puro instinto,
dejarme llevar pero
da bajo la
línea de flotación y
sus pupilas se
contraen. Veo la
brecha y ahondo.-
Se sube acaba
y se baja, así no
puede disfrutar una
mujer, no hay
orgasmo posible, bueno
alguna lo conseguirá
pero poquitas. Nada
de variar un
cachito, no pasa
nada, pasamos al
dormitorio y vos
pedís que yo me pongo
manos a la
obra, mira: dos
orgasmos te arranco
seguro. ¿Vamos?
-¿Qué
haces acá? La
verdad, por favor,
ya tengo muchas
mentiras en mi
vida, aunque duela
primo, quiero la
verdad.
-Tu
viejo me llamo,
fui a tu
casa, estaban tus
amigas que fueron
las que le
dijeron a tu
viejo que me
llamara, me puse
al dia con
tu vida, con
todo lo que
ellas saben, me
las gane como
enemigas porque deberán
coger conmigo si
te salvo, cosa
que harán sacrificando
su virtud en el altar
de la amistad,
dos bien deben
hacerlo, la verdad.
Así que deberás
decidir porque estoy
acá si por
vos o porque
quiero cogerme a
tus amigas o
ambas. Vine a
hablar contigo a
preguntarte si eras
feliz, si te
sentías bien, si
te veías viviendo
así el resto
de tu vida,
por eso estoy
acá. ¿Vos que
crees? ¿Qué hago acá? Decime
que sos re
feliz, que te
sentís barbará y
termino el té
y me voy,
convenzo a tu
padre de que
estas barbará y
cada tanto vengo
y mateamos, siempre
procura tener yerba,
no hay que
tentar al Diablo.
Sonrió por el
asunto de tener
o no tener
yerba, la primer
sonrisa de la
noche.
-Siempre
me haces reír,
sos único. Pero
acto seguido se
desarmo completamente; despotrico
de las amigas
traidoras, del amor
no correspondido, de
los varios fracasos
amorosos por pura
rutina, de la
perdida de gente
linda que sigue
su camino, de
la vida, de
vivir. Cuando se
calmo me miro,
le agarre la
mano, la levante
y con dos
palmadas en el
culo la metí
en la habitación.
La ayude a
hacer las valijas,
la volví loca
revolviéndole la ropa
interior, la tire
en la cama
varias veces, hasta
que no aguanto
la risa. Insistió
en escribir una
carta para el
nabo, no me
opuse. Cuando termino
me miro y
soltó.
-A casa no
voy. Resuelta.
-¿Adonde
queres ir? Si
me decía China,
me partía al
medio, hay que
confiar en los
dioses, en ocasiones
se comportan.
-Con mi tío
Pedro, a Rocha.
-Echo.
-¿Cómo?
¿Cómo sabias que
elegiría Rocha? Pregunto
sorprendida.
-Cubrí
todas las posibilidades, Rocha
y Rio, tu
tío sabe que
vas hace horas.
Bajamos
y el padre
la abrazo, antes
de irse me
abrazo. Mire las
luces traseras del
coche alejarse, me puse
el casco y
fui a casa.
A la semana
suena el celular,
número desconocido, atiendo
y es Miriam,
quiere verme y
arreglar nuestro asunto,
le digo que
organicé para estar
las cuatro. Se
muestra sorprendida pero
accede, el sábado
en su casa.
Parecen cuatro mártires
rumbo al matadero.
Miriam seguro lleva
una semana sin
dormir, esta desecha
la pobre, imagínense
se tiene que
dejar coger por
el monstruo, terrible.
-Voy a decir
unas cosas y
después me iré,
no es un
dialogo ni un
intercambio. Para empezar
no pienso coger
con ninguna de
ustedes, mi historia
era con ella
y lo llevábamos
bien hasta que
ustedes metieron la
cuchara. Me consta
que Berta trato de
explicarles quien era
yo, que nos
llevábamos entre manos,
porque nos decíamos
primos sin serlo,
la complicidad que
teníamos, que tenemos
mal que les
pese. Para mí
son cuatro yeguas
de mierda, una
verdaderas conchudas, que
encima han sido
del todo incapaces
de ayudar a la amiga,
a mi amiga,
mi prima. Solo
cuando vieron que no podían
hacer nada, o
no sabían o
no querían se
acordaron de mi,
el primo, el
negrito. Darle mi
teléfono al viejo
de Berta y decirle que
yo era el
único capaz de
hacerla reaccionar fue lo único
bueno que han hecho por
ella en años
y el caso
es que las
quiere. Las ama,
daría la vida
por ustedes, me
sacrifico a mi por ustedes
y sufrió en
silencio todo este
tiempo. Así que
si me deben
algo, y perras,
me deben lo
que yo quiera
que me deban,
vayan a Rocha
seguido, mímenla, ayúdenla
a curarse, pórtense
como verdaderas amigas.
Nunca estaremos a
mano pero mientras
ella esté bien
me daré por
satisfecho. La amistad
no es ver
que te puede
dar el otro,
es calibrar hasta
donde llegaras por
el otro, que
estás dispuesto a
sacrificar, que estás
dispuesto a perderte
por ver sonreír
a tu amiga.
Berta se recupero
de maravilla, cada
tanto me llamaba
para preguntarme como
me iba a
mí, hablar de
mis mujeres nunca
de ella, había
vuelto. Cada tanto
me cruzaba a
alguna de sus
amigas a quienes
procuraba esquivar con
disimulo. Un domingo
Lucia se apareció
en mi casa, quería caminar
y tenía esa expresión de
terquedad que tienen
las mujeres cuando
se proponen conseguir
algo: un sofá,
un novio, un
hijo, una venganza;
así que caminamos.
No hablo mucho,
pidió perdón y
me dijo que
ojala ella tuviera
un amigo, un
primo, como yo
lo era para
Berta. Que entendiera
que eran muy
niñas cuando me
conocieron, que no podían saber
nada de intensidades,
ni de extraños
arreglos que hacen
de contrapeso a
las relaciones humanas.
Que ahora, que
ya era grandecita,
todavía tenía cierta
dificultad para entender
cómo se podía
ser más novia
que la novia
o mas novio
que el novio;
porque ponerte como
quieras: vos y
Berta son novios,
aunque nunca lo
hayan sido. Me dio un
beso antes de
irse, uno de
verdad, con fuego,
con alma.
Estoy en la
rambla, a la
altura del Banco
Republica, camino por
el murito muñido
de una corneta
de aire, vengo
metiendo un quilombo
bárbaro, mis amigos
caminan más adelante,
los tengo hartos,
nada nuevo. Tengo
una máscara de
los locos Adams
y asusto a
los niños, soy
un espectáculo. Ajeno
a todo lo
que no sea
disfrutar de la
corneta y la
máscara evoluciono por
el murito, confinado
a su ancho,
un mundo largo
pero estrecho. Siento
que me miran,
escudriño el horizonte
de caras y
la veo: Berta
agarrada de la
mano de un
tipo flaco más
alto que ella.
Me saco la
máscara y ella
palmea alegre mientras
grita:”Te lo dije,
te lo dije,
solo podía ser
el, veni vamos
que te lo
presento”.
-Primo,
Juan mi novio.
Juan mi primo
Leo. Nos presenta
Berta.
Mucho
gusto, nos damos
la mano, apretón
firme, mirada franca,
me gusta el
tipo, ella se
ve feliz rozagante,
me gusta mucho
Juan.
-Qué
bueno que te
encuentro, iba a
llamarte, pero se
me paso. Nos
casamos, el tres
de marzo, podes
ir como quieras,
no necesitas traje,
el único privilegiado.
Ya tenemos padrinos
y madrinas, no
pude colarte, tendrías
que haberte puesto
traje, ¿No te
importa?
-Para
nada, así tendré
mas libertad, dejare
en paz a
tus madrinas, no
las soporto. Una lástima.
-¿Iras
solo? Tiro el
anzuelo haber si
pescaba.
-Si, solito.
-Hay
otra cosita. Estoy
embarazada.
-¿Pero
cómo? Pregunte como
un boludo.
-Juan
hizo su parte
yo la mía
y listo. Explico
graciosa.
-Les
felicito a los
dos.
-Bueno,
nos vemos. Dijo
Berta abrazándome, Juan
hizo lo propio
y arrancaron a
caminar. Les mire
irse, me puse
la máscara y
reanude el circo.
Casi me caigo
cuando Berta choco
contra mí, me
abrazaba fuerte y
lloraba. Mire a
Juan que separo
las manos mostrando
impotencia. Berta decía
que era muy
feliz y me
daba las gracias
por no sé qué noche
que según ella
yo la había
salvado de sí
misma. Con la
máscara puesta, medio
ahogándome le explique
que ella lo
había hecho todo,
yo solo le
había dado dos
palmaditas en la
cola, el degenerado
de siempre, el
superficial, el transparente;
ella, Berta había
decidido cambiar el
rumbo a su
vida y en
eso estaba, con
Juan esperándole y
una vida nueva
en las entrañas.
Ahora
soy yo que
separo las manos
del cuerpo de
Berta, Juan resignado
se acerca y
la abraza desde
atrás convirtiéndonos en un refuercito
la mar de
divertido, para festejarlo
hago sonar la
corneta.