Cuando
aterrice en el
gimnasio conocí a
un montón de
gente que ahí
entrenaba, todos y
todas eran excelentes
personas, llevaban una
vida sobre ese
tatami. Otros eran más jóvenes
y llevaban menos
tiempo o recién
se incorporaban, entre
los jóvenes se
encontraba Andrea.
Andrea
tenia trece años,
era rebelde y
díscola, poco propensa
a entrenar de
verdad y muy
ahogada por su
padre, Damián, que
era de esos
padres que, saben
más que el
profesor que, tiene
su hija, además
de no dejar
respirar a la
niña, siempre encima
de ella. No
había manera de
conectar con Andrea,
se cerraba en
banda y ya
podías intentar lo
que fuera, estaba
más allá de
cualquier estrategia. Tampoco
había ninguna compañera
con la que
entrenara a gusto
ni compañero, hablar
sí que se
le daba bien,
pasarse mirando las
musarañas también. Como
competía tratábamos de
que entrenara más
fuerte de cara
a evitar que
se lastimara y
para que tuviera
más posibilidades de
ganar algún combate.
Viéndola competir se
notaba que estaba
ausente, que no
le interesaba, no
ponía nada para ganar, era
un mero trámite
que cumplía resignada.
Se solía bajar
del tatami, encendida
la cara, rabiosa
y encerrarse en
el vestuario donde
solo alguna compañera
podía molestarla, nunca
el padre ni
nadie más. Era
buena estudiante, con
algún alti bajo y en
casa se portaba
bien, una niña
normal vamos. Busque
que no se
pusiera siempre con
los mismos para
hablar y la
hice entrenar más
duro, me gane
las primeras miradas
asesinas, en plan te voy
a matar, no
sé cómo, pero
te voy a
matar.
Me ponía con
ella y la
presionaba, tenía carácter
pero no lo
sacaba, costaba mucho
hacerla enojar al
punto de que
pusiera toda su
capacidad e intentara
cazarme. En el suelo
tres cuartos de
lo mismo, no
se esforzaba nada.
El padre desde
afuera dando la
lata, molestando al
Profesor y a
los demás padres,
desconcentrando a Andrea
que preferiría mil
veces que su
padre se fuera
a dar una
vuelta, bien larga.
Y sin embargo
cuando no se
daba cuenta que
la estabas mirando
y el padre
hacia una pausa
para respirar, hacia
algún movimiento interesante,
intentaba una combinación,
trabajaba concentrada.
Pasan un par
de años, todo
sigue igual excepto
el padre que ya resulta
algo más que
molesto, en breve
el profesor le
invitara a dejar
de ver las
clases, resulta insoportable
para todos tenerle
ahí chillando y
ordenándole a Andrea
que hacer y
cómo. Andrea sigue
en la misma
dinámica, pero con
un cambio: me
odia y querría
matarme. Trabajar conmigo
es un suplicio,
soy duro y
exigente, la apretó
al máximo, la
obligo a defenderse
con desesperación, se
indigna en cada
clase conmigo pero
jamás me rehúye,
es valiente la
condenada, muy valiente,
no finge lesión
ni que le
duelen los ovarios,
ni que tiene
un golpe, no,
apreta los dientes
y aguanta como
una leona. Cuando
les hablo de
entrenar duro por
si un dia
hay que defenderse
o emigrar y
estar lejos de
todo y de todos; escucha
atentamente, eso parece
interesarle más. Me
ven llorar seguido
por mi país,
mi gente e
intento trasmitirles que
estando solos por
ahí, un Judogui
puede ser la
diferencia entre estar
encerrado en casa
y poder ir
a un lugar
amable con gente
educada. Insisto en
que estudien y
se comporten en
casa, suelo repetirlo
mucho.
Tenemos
un cursillo que
dura todo el
dia con dos
horas para comer.
Andrea desaparece, nadie
sabe donde para,
faltando cinco minutos
para empezar la
ultima parte del
curso, gira la
esquina; le echan
la bronca y baja
la
mirada yo caigo
en la minifalda,
que no es de escándalo
pero deja ver
unos muslos torneados,
la blusa, adecuada,
conteniendo el pecho
sin marcarlo y
esa mirada que
traía. Espero que
levante la cara
y ahí está: picardía. La
niña se ha
hecho mujer y
juega en las
grandes ligas, dice
que se despisto
y comió sola,
y es mentira
muy cochina, se
vio con el
novio problemático, ese
que nadie quiere
y nos uso
como coartada y
todos creen que
es boba y
un tanto asocial.
Pensaba
recriminarle que se
fuera sola sin
avisar pero me
freno, en sus
ojos no hay
suplica, sabe que
yo se que ha pasado,
no suplica ni
pide arrodillada, solo
quiere que le
guarde el secreto
por si el
dia de mañana
es ella la
que tenga que
hacerlo por mí.
Aguanta firme, con
un poco de
burla, sabe muy
bien que está
haciendo, si le
acepto el trato
seré suyo, nada
de hablar con
su madre, nada
de nada. Entran
los demás y
somos los últimos,
le digo que
es muy bandida,
que tenga cuidado,
que se cuide
y que más le vale
estudiar porque si no la
mato. Ni me
contesta, ¿para qué?
Bajando
al vestuario, sacándose
el Judogui resbala
y cae de
cara, se parte
una paleta. Cuando
se reintegra se
aburre de hacer
caídas, porque no
cayó bien y
eso es que
no sabe, la
habría tenido hasta
el dia de
hoy cayendo sin
solución de continuidad,
pidió clemencia a
su manera y
le afloje. Parecía
impermeable a todo
pero era súper
sensible, solo que
era tan poco
demostrativa que había
que estar muy
atento para detectarle
los cambios de
humor o los
estados de ánimo.
Solo era fácil
saber cuándo se
enojaba porque se
sonrojaba y no
podía disimularlo.
Compitiendo
no mejora ni
hay cambio alguno,
va obligada, compite
obligada y se
va. Hay alguna
movidas con el
novio al que
los padres no
soportan ni creen
adecuado, ella sigue
estudiando porque es
su naturaleza y
para no dar
pie a que
los padres aumenten
la presión. Igual
hablo con ella,
le insisto en
que no baje
la calidad de
los estudios, que
no dé pie
a que digan
que el novio
la influencia mal,
no creo pertinente
hablarle de nada
mas, parece muy
capaz de manejarse
sin problemas y
es inteligente, no hará ninguna
burrada, solo se
marcara alguna travesura
y eso es
lo normal. También
hablo con la
mamá, estando ella
delante, la defiendo,
si todo va
bien menos el
novio no hay
nada que hacer,
podría tener otro
pero tiene a
este, que siga
estudiando y siendo
buena en casa.
Trabaja de camarera
en una Disco
en verano pero
nunca compartimos experiencias
de la noche
y su fauna.
Era
aficionada a teñirse
el pelo, colores
en ocasiones llamativos,
cada tanto se marca
un tinte que
te deja descolocado;
una noche aparece
con un rojo
que es muy criticado, se
lamenta de que no la
dejen en paz,
le propongo teñirme
yo de rojo,
no se lo
cree; mi mujer
me tiñe y
quedo caoba, casi
ni se nota,
pero Andrea sí
que lo ve,
le parece suficiente
el esfuerzo, cuando
le digo que
nunca me había
teñido, se muere
de la risa.
Por un tema
de estudios deja
de venir, solo
aparece para el
Campeonato de Navidad
y la cena,
algo que es
ya una tradición.
Cae sin Judogui
porque no piensa
competir, viene a
la cena, la
enredan, le dan
un Judogui y
sale a fajarse
con las guachas.
Y es para
morirse: ¡ahí esta! Le
pone ganas, valor,
interés, lo intenta
por todos lados
y consigue apurar
a las jovencitas
que están entrenadas
que solo le
ganan por estado
físico al límite
del tiempo. Se
marca una competición
barbará, con uñas
largas, sin entrenar
mucho tiempo, de
sopetón y ahí
está todo el
Judo durmiendo, esperando
a ser requerido.
El peinado se
le va al
demonio, se ducha
con cosas prestadas,
se recompone como
puede y va
a la cena.
La pincho al
decirle que nunca
compitió así, responde
que no le
daba la gana.
Se sienta cerca
en la mesa,
le digo que
suave con el
vino, enarca las
cejas, llena la
copa y mirándome lo
saborea: nene soy
una mujer y
hago lo que se me
canta. Desvió la
mirada cuando aparece
el regocijo en
sus ojos. Es completamente
distinta, es como
si se sintiera
liberada de no
hacer Judo y
pudiera ser ella
misma. Siempre me
pregunta por mi
hija, cuando supo
que sería papá
de una niña pareció
encantada, de
alguna manera lo
vio hasta adecuado.
¿Padre de una
niña, Rafa? Ja ja ja ja
que risa, ja ja ja.
Siempre
tuvo vitalidad y
personalidad, ese novio
inadecuado o si
fueron varios que
eran inadecuados no
lo sé, nunca
la hizo desviarse
de su objetivo
ni permitió que los
padres no le
o les dejaran
verles. Conseguía imponer
su criterio en
casa muy fácil:
estudiaba así que debían
dejarla.
Era inteligente pero
no prepotente, sabía
muy bien cuando
dar un rodeo,
evitar la confrontación.
La vemos alguna
otra cena, fuera
de eso nada.
Aparece cuando se
recibe de Enfermera
y ya después
se esfuma en
la Vida, como
tantos otros que
siguen su camino
y este les
aleja del tatami
y los compañeros
de entrenamiento. Ella
cumple años el
siete de diciembre,
la suelo llamar
pero este último
no lo hice,
la ultima vez
me pareció como
que molestaba y
borre su número,
aunque siempre me
acuerdo de ella.
Sin tener como
comunicarme le pierdo
la pista hasta
que ella me
encuentra en Facebook
y me escribe,
está viviendo en
Oslo, Noruega, ¡ha
emigrado!
“Siempre vas
a estar en mi corazón, no sabes lo importante q has sido para mí desde q te conocí.
M has ayudado muxo, alguna vez me trataste con dureza pero tú siempre fuiste la
parte buena q Toni no supo tener conmigo. Nunca me has molestado, siempre te
acuerdas de mi cumpleaños aunque yo sepa cuándo es el tuyo pero no me acuerde
nunca. Este último no lo hiciste, lo recuerdo. Sabes q me gustaría muxisimo?q
escribieras algo sobre mí, sobre lo q piensas de mi, como me recuerdas. Yo
tengo tantos recuerdos tuyos, tantas conversaciones q me hicieron mejorar y
crecer. Y como creo q nunca te he dado las gracias te las doy ahora, GRACIAS
por haberme querido tanto, yo también lo hice, aunque era más pequeña y quizá
no supe expresarlo. Cada vez q te recuerdo va unido el deseo de abrazarte muy
fuerte y que me hables, me hables, me hables sin parar. Es extraño pero me pasa
siempre, eres especial para mí al igual q para muxa gente, de eso estoy segura.
Espero mi historia...muaaaaaaa”
Miro sus
fotos, traigo los
recuerdos, no soy
capaz de recordar
cuando dejo de
mirarme atravesado pero
si se que
fue cambiando, empezó a
aceptar que le exigiera tanto,
solo a mí,
como un pacto
secreto, algo que ella hacía
por deferencia hacia mí, creció rápido,
sin dar trabajo,
evoluciono constantemente como
persona no así
en Judo, no
le daba la
gana, había un
rechazo grande con
eso. Una vez la
criticaron por cómo
estaba vestida, se sabía atractiva
y se vestía
un punto por
debajo de la provocación, con
personalidad, yo dije
que vestida de
monjita sería lo
mismo, sobraban los
ojos para saberla
linda, ninguno entendió nada
pero la dejaron
en Paz; ya
era una mujer
hermosa que hacia
volver las cabezas
de los hombres,
en el restaurante
que estábamos ninguno
había dejado de
mirarla. Esto ella
nunca lo supo,
que la miraran
si, espero, lo
de la monjita
no. Fue al
baño y más
de un cuello
quedo estropeado, uno
me insinuó que
ella y yo teníamos
algo,
se lo confirme:
Andrea es tan mía como
la Luna. La
Luna brilla solo
para mí y
Andrea solo vive
para mi, algunas
veces te mataría
por lo simple
y burdo.
Le perdí
la pista, como
dije, sin saber
si le había
servido de algo
que caminara a
su lado un
tiempo, si hablarle
funcionaba, todo era
una incógnita, aunque
ella siguiera estudiando
y se recibiera,
aunque en alguna
cena se mostrara
cercana, como si
nunca se hubiera
ido; no sabía
que pensaba ella,
Andrea de mí
y mis métodos tan
duros algunas veces. Hoy
lo sé, en
un momento complicado,
donde que ella
escriba cosas como
las que transcribí
me llenan de
Paz. Fuiste un
verdadero desafío en
lo relativo al
Judo, en lo demás
has
sido de lo más lindo
que me ha
pasado en ese
tatami, junto con
mas personas, que
no nombro porque
hay quien se
enoja y ofende,
pero que como
tu recuerdo. Destaco dos: Tú
y un chico.
Distintos motivos, por
la razón que
sea de ustedes
dos necesito saber
en que andan
y como les
va. Que aparecieras,
Andrea, escribieras y quisieras
que escribiera esto
fue una alegría inmensa.
Gracias a vos
por soportarme.
Cuídate en
Noruega, no asumas
riesgos innecesarios, te
mando un besote
enorme.