Un gran
amigo Argentino me
dice que hay
laburo en una
Disco descomunal, 15000
personas o más,
incluyendo el estacionamiento, el
asunto es que,
seria en la
sala de cristal,
la de las
despedidas de soltero,
ahí se hace
desnudo integral de
ambos sexos, unas
dos mil personas
para dos tipos
de seguridad, vos
y otro. Nada
de peleas, nada
de salir al
estacionamiento a cobrarse
una afrenta, son
negociadores encargados de
proteger a las
pibas que se
desnudan. Tengo un
Venezolano, dos metros,
centrado, frio, se
te parece mucho,
no te dejara
tirado si las
papas queman. ¿Agarras?
Agarro, hace falta
guita, una beba
significa gastos, mi
señora suelta una
frase lapidaria: “Es
como poner a
un zorro a cuidar gallinas”.
Entre semana trabajo
en la construcción,
los sábados me
sumerjo en otro
mundo, otra realidad
junto con Venezuela.
Es verdad que,
nos parecemos, hablamos
media hora antes
de empezar el
primer sábado, sentados
en unos taburetes,
todas las minas
que trabajan en
las barras de
burlan de los
dos nabos nuevos
que van a
ser devorados en
la sala de
cristal. Somos parias, lo
sabemos y nos
parece bien, su
señora está embarazada,
necesita la guita
y salir entero
cada sábado. Uno
tiene que ser
el jefe, se
lo digo y
que me banco
que sea él,
de ninguna manera,
hablas mejor que
yo, negocias de
miedo, seguro, déjame
los grandes a
mí, ajustamos a
medida que laburemos. La sala
de cristal es
enorme, bestial, al
fondo está el
pódium, de unos
quince metros por
cinco, parado de
frente, a su
derecha la cabina
del que pincha
la música, por
delante la escalera
para bajar y
justo contra la
cabina la escalera
que se hunde
en el suelo
donde están los
camerinos. A la
izquierda, a cuarenta
metros una entrada
a la Disco,
del lado contrario
cerrando la sala
una cristalera y
detrás una piscina.
Enfrentados al pódium
los baños y
las puertas que
unen con las
otras salas. No
es grande, es
una locura, caben
tres mil o
más personas, mayoría
tipos, somos dos,
estamos bien regalados.
Las chicas
van llegando y nos ignoran,
son veteranas, veteranas
de veinte o
menos años, que
han visto todo,
vivido todo y
dos nabos mas
no les cambia
la vida; ellas
están más regaladas,
cuando se quedan
solo con los
tacos nada impide
que los tipos
las asalten, que
las violen es
difícil, ha pasado,
pero es que
no hay tiempo
material: manoseos, pellizcones,
mordiscos, dedos que penetran, eso
seguro. En esa
sala cada sábado
hay peleas y
seguido una generala
de miedo, no
creen ni por
un segundo que
el alto y el bajo,
cambien nada. Los
chicos que se
desbolan también son
veteranos, tampoco creen que demos
la talla. Yo
se que las
pibas al tercer
sábado me dan
besos y hablan
conmigo, los pibes
en cuatro sábados,
yo no tengo
ninguna duda de
que seré respetado
y sin dar
una sola piña.
Una vuelta
examinando el pódium
nos dice que
el peor lugar
es el de
la escalera, si
te empujan son
veinte escalones de
nuca, además es
punto caliente, por
ahí bajan las
pibas en cueros,
solo con los
tacones y la
ropita en una
mano. Me lo pido para
mi, el deberá
pararse del otro
lado, bajo el
foco, que lo
vean bien de
todos lados, que
busquen quien mas
esta de seguridad,
que me descubran,
que lo vuelvan
a mirar a
él, ¿dos? ¿Qué
son? No tienen
pinta de nada y
¿ los ponen de
seguridad acá? Busquen
otra vez, tienen
que haber más,
tres mínimo. No
encuentran a ningún
seguridad más. Dudan
y se frenan.
No pueden calibrar
el riesgo, se
asustan. Se supone
que la otra
empresa, muy conocida,
hace las funciones
de seguridad, esta
sala la dejaran
abandonada, nosotros tendremos
que hacerlo y
si hoy no
hay ninguna pelea,
los próximos sábados
vendrán, querrán saber
nuestro secreto, ellos
no son capaces
de conseguirlo. Supongo que
no tomas nada
ni te metes
nada, perfecto, al
terminar te haces
un ron con
cola o dos,
hoy los pagas,
los siguientes te
los darán las
camareras. Hoy no, el
próximo
sábado es difícil,
para adelante, al
cerrar la sala
esto será Bar
Coyote pero bien
salvaje, las chicas
desmelenadas escabiando, drogándose
y bailando como
unas locas, sin
tipos, de a
poco se sumaran
las camareras, ahí
nos vamos uno
a cada puerta,
les damos treinta
minutos de desenfreno
y descontrol, a
cambio harán caso,
serán obedientes y
nos dirán que,
pasa en la
sala. Tenemos que
saber quién va
a intentar armar
lio antes que
lo sepa, hombre
o mujer, hay
que detectar el
problema antes que
surja, marcas quien
es, yo hago
lo mismo, si
la cosa parece
que se complica
voy y hablo,
pido que salga
al estacionamiento unos
minutos, si lo
hace ya se
portara bien, si
no llamamos a
la seguridad y que lo
saquen, porque lo
digo yo. Si
tenes algo más
que se te
ocurre nos queda
un rato hasta
que esto sea
una locura.
¿Nos preocupamos
de los que
trafican en la sala? No
a menos que
nos lo ordenen,
pero saber quiénes
son es fundamental.
¿Quién te enseño
a trabajar en
una Disco? El
Jefe. El dice
que ya sabias,
¿Quién? Las Discotecas
a las que
fui de guacho
eran más chicas
que, esta pero
bastante más violentas
y anárquicas. Después
súmale que, hice
algo de Judo
y todas las
películas que vi.
¿Sos Judoka? Por
eso la escalera,
claro y eso
explica la sutileza.
La fuerza es
de brutos e
ignorantes, me va
a gustar trabajar
contigo.
Ni una
pelea, ni un empujón. Toda
la noche hablando
por el micro
o con los clientes. Las
veteranas ya miran
distinto, todavía no
saben si somos
nabos o nos
hacemos. El portero
nos felicita:”Machos, eso
es seguridad y
lo demás pura
mierda, ni un
problema, increíble, les
felicito.”
Llaman al
Jefe, quieren saber
de dónde nos
saco, quienes somos,
dos buenos amigos
que, saben trabajar
en la noche
les responde. Nos
pregunta que hemos
hecho, nada, laburar
como se debe.
Al segundo
sábado estamos esperando
que sea la
hora y una veterana viene
derechito, aparenta veintitantos
y no cumplió
veinte. Es Argentina
y quiere saber
de dónde soy,
se lo digo
y le muestro
el anillo, casado
con una niña,
vengo a trabajar,
a cuidarla y
protegerla junto con
mi compañero, fulanito
de Venezuela, casado,
señora embarazada. Somos
serios y no
venimos a conseguir
sexo, queremos que
sea todo muy
tranquilo e irnos
a casa enteros.
La tengo apoyada
con malas intenciones,
a tres centímetros,
mi mujer lo
sabrá ahora, al
leerme, lo ignora,
nunca se lo
dije; no se
separa y no
quiero separarla, quiero
que ella se
aleje siendo aliada,
entonces le digo
que se pasa
la vida buscando
tipos que la
respeten y la
cuiden y la
protejan, cuando da
con uno, no
lo respeta. Despacito
me soltó, un tierno trabajando
de seguridad, creía
que lo había
visto todo, dijo
la muy guacha.
Ella corrió la
voz: son inofensivos,
bien casados y
dispuestos a hacer
como que, no
nos ven desnudas.
Pasamos a ser
mascotas Ningún problema
en toda la
noche, ni peleas
tampoco. El ron
con cola cayo
gratis y las
veteranas empezaron a
divertirse.
Al mes
los socios de
la Disco, siete,
se pasaban por la sala,
nadie entendía nada,
no podía ser,
en veinte años
que llevaba la
Disco funcionando nunca
había pasado que
no hubiera peleas
en la sala
de cristal. Nosotros
a lo nuestro,
laburar como Psicólogos
y Estrategas Militares,
persuadir, disuadir, estar
atento a la
jugada no mirando
a ninguna guacha
linda que anduviera
por ahí. Ojo,
mirábamos, pero más
mirábamos los problemas
potenciales.
Una noche
uno de los
que pelaba viene
con un amigo,
recién llegado de
Cuba que se
queda parado a
un costado mirando
aquello, cuando la
Argentina en tacos
y nada más,
me da la
mano, la ayudo
a bajar la
escalerita y la
suelto cuando se
agarra al pasamanos
de la escalera
que baja, el
Cubano me dice:”
En Cuba, como
una hembra como
esa se desnude
así, la chingan
a ella, a
vos y a
mi” En Uruguay
también, loco, en
Uruguay también. Al
rato toca desnudo
masculino, cuando ve
a una nena
que esta divina,
veinte o así, chupándosela golosa
al pinta que
en bolas pone
cara de gozo,
se arrima:”¿Está arreglado,
verdad?” Para nada y no
se desnuda ella
y se ponen
ahí a chingar
por que, no
los dejamos. ¿Son
todas putas? No
creo, algunas la
chupan en público, muchas
en privado, algunas
no lo hacen
nunca. Veo señoras,
veo nenas, veo
guachas como esa,
veo guachas mas
lindas que esa,
todas prendidas al
chupete, no pasa
nada. La veteranas
montan fiestas salvajes,
solo ellas y alguna camarera,
es alucinante. Nosotros
en las puertas
nadie pasa, se
van a matar,
no tranquilo, se
mueren si no
desconectan, para ellas
eso es desconectar,
tranqui, están bien.
¿Bien? Jajajajajajajajajajjajaj,
ninguna está bien.
Los sábados
caen, somos famosos,
nadie se lo
explica, si somos
dos tipos del montón. Las
camareras nos avivan
de lo que
se nos escapa,
las veteranas le
dicen a su
proxenetas que, como alguien nos
toque ellas no bailan
mas. El de
la Argentina me
encara en el
estacionamiento, para tocarla
hay que pagar
y esa idea
de la fiestita
al final no
le agrada. No
voy a tocarla
pero si quisiera,
no solo, no
me cobraba, igual
me daba algún
regalito, la fiesta
es una muestra
de respeto, media
hora para ellas,
son mas mías
y ella también
que, de ningún
otro. Trabajan a
gusto, hacen plata,
se divierten media
hora de mierda,
déjate de joder.
Le dije al
tarado. Con que
poco había conseguido
que no se
desmadraran durante la
sesión y trabajaran
a gusto y
me ayudaran, hablando
con sus hombres.
El jefe
me llama, necesita
que me haga
cargo del tren
que va a
la Disco. Como
está un poco
alejada, han hecho
un arreglo con
la compañía de
trenes y hay
uno que sale
gratis, tanto para
ir como para
volver. Normalmente lo
hacen cuatro hombres,
yo lo hago
solo. Viajo con
quinientas personas o
más, bajamos en un
andén a
dos kilómetros de
la Disco. Procuro
pegarme a grupos
de chicas, voy
regalado, si tengo
algún problema me
revientan sin remisión.
Paso miedo hasta
que llego al
estacionamiento, ahí los
vigilantes me conocen,
echarían una mano
de ser necesario. Cuando llega
una veterana nueva,
alguna la trae,
generalmente la Argentina
y nos la
presenta:” Fulano, Mengano, casados,
serios, son dos
fenómenos y unos
tiernos.”
Sigue sin haber
peleas, el tren
es una seda
y nuestro trabajo
se reconoce. La
otra empresa quiere
que nos echen
y hacerse cargo
ellos de la
seguridad de la
sala de cristal,
al final lo
consiguen. Nuestro jefe
lo lamenta pero
no tiene otra
cosa, quedamos los
dos sin la
entrada extra, mala
suerte. Nos despedimos
con mi amigo,
gane un amigo
en largas noches
de manejar gente
drogada, borracha o
simplemente con ganas
de armar relajo,
no flojeo nunca,
cumplió su papel
espectacularmente. Reconoció que
mi estrategia era
tan sutil que
no se veía,
que los proxenetas
calmaran a los más pesados
era jugada de
máximo nivel, ni
una trompada hermano,
ni una sola,
sos un genio.
Las chicas Coyote
tuyas, propias, tu
mujer te mata
si ve como
te asedia la
Argentina, aunque requiebres
y la esquives,
te castra. Tenía
mis dudas, el jefe
me lo dijo,
dijo que eras
un disimulador, que escondías, enredabas
y al final
ganabas. Cuídate hermano,
cuídate.
En el
estacionamiento, el sol ya castiga,
todas las veteranas
me esperan, vestiditas
así son mujeres
del montón, lindas , pero
del montón, son esos ojos
vacios los que
las delata. Es
extraño donde está
la recompensa en
la vida, donde
menos esperas, hay
quien cree que
trato a las
mujeres bien para
camelarlas, ellas son la constatación
de que no,
de que puede más el
respeto que el
prepo, no quiero
ni pensar cuando
alguna de ellas
abrazo a un
tiparraco sin pensar
en sacarle algo.
Todas me abrazan,
con ganas, pechando,
dos besos en
la comisura de
los labios y un gracias
antes de dejar
a otra. Sus
explotadores miran desde
los coches, llevan
pistolas y yo
no duraría un
segundo. Se bancan
que sus pupilas
se despidan, la
Argentina es la
ultima. Ella es
la que mas
apreta, ni una
lagrima, ya llorara,
no por mí,
por ella y
la vida que
lleva, ahora hay
que despedirme, me
besa en los
labios, livianito, como
diciendo que, acepta
que no sucumba
a sus encantos
pero un beso
en la mejilla
seria una mentira.
Entre nosotros no
hay mentiras. No
hay nada.