La Mosca.
Mismo barrio,
misma edad, compañeros
de juegos, veranos
eternos juntos y
hasta compañeros de
clase en la
escuela. Sus viejos
se separaron tiempo
después de que lo hicieran
los míos, ellos
eran tres hermanos
y la Mosca
era el mayor.
Cuando teníamos unos
quince años descubrió
que había unas
plantas y unos
hongos alucinógenos y
se dedico a
consumirlos alegremente, para
cuando la María
irrumpió en nuestras
vidas el estaba
preparado para abrazarla
con más ganas
que un Rastafari.
El problema era
que comprar y
consumir María era
ilegal; que se
emborrachara hasta caer
desmayado era peligroso,
que no comiera
nada le terminaría
pasando factura. Lo
hablábamos mucho pero
sostenía que nunca
caería preso y
que fumar no
producía ninguna consecuencia
negativa. Alguien conseguía
medicamentos que mezclados
con alcohol los
daba vuelta. Pase
varios años trayéndolo
a casa, cuidándolo
junto con otros
amigos del barrio,
siempre pendientes. Su
madre lo echo
de casa por
caerse con el
skate sobre un
bananero, se fue
a vivir con
el padre que
no tenía tiempo
para atenderle. Todo empeoro
rápido.
Ni siquiera
conocer a Bichito
y ennoviarse le
ayudo. Ella lucho
con todo para
tratar de sacarlo
de esa dinámica
autodestructiva. Mosca no
quería salir de
donde estaba, el
se veía bien
y no entendía
porque debía cambiar
nada. Trabajaba alguna
semana pero la
mayor parte del
tiempo se lo
pasaba fumando o
inventando brebajes que le colocaran.
Una doctora que
era vecina le
salvo en un
par de ocasiones
pero ni eso
le hizo reaccionar.
Bichito se
estaba hartando como
me dijo una
noche que él
estaba en el
piso completamente desmayado,
yo lo había
puesto de costado
para evitar que
si vomitaba se
ahogara. Veía que
no conseguía ninguna
mejora por más
que ella lo
intentaba, notaba que
no quería hacer
nada por buscarse
un trabajo y
llevar una vida
más normal; ella
se planteaba que
futuro podían tener
juntos así puestas
las cosas. Hablar
con él era
cada vez más
complicado porque siempre
estaba de la
nuca, fumado hasta
las patas.
Me acercaba
a los diecinueve
años, llevábamos varios
meses zafando por
poco de la
Policía que nos
cercaba cada vez
más, cayó el
Turco, cinco kilos
de cocaína, la
Maga con varios kilos
de María; comentándolo
solo manifestó que
si el caía
preso le llevara
cigarros, aunque afirmo
una vez más
que él no
se vería tras
las rejas nunca,
el hacia las
cosas bien. Subí al
bondi en esos
días y Clau,
amiga de siempre
me dio vuelta
la cara, me
olvide de adónde
iba y me
baje con ella;
resulto que yo
me juntaba con
gente inadecuada, que
seguro andaba mesclado
como ellos en
cosas turbias y
ella no quería
saber nada de mí por
eso. Me pareció
adecuado. Pensando sobre
el asunto concluí
que ya era
hora de distanciarme
antes de que
todo se fuera
al carajo y que
eso pasara era
cuestión de tiempo.
Retrase mi
decisión porque rompió
con Bichito y
se le veía
muy afectado. Estábamos
en la misma
dinámica sin saber
cómo y tuve
que aceptar que
no podía dilatar
mas mi alejamiento.
Ignoro cómo se
lo tomo, estaba
muy fumado y
no sé si
entendió lo que
le dije. Conseguí
trabajo, cambie por
otro, una guacha
acepto ser mi
novia, volví a
cambiar de trabajo;
encare una vida más normalizada
y casi dos
años más tarde
me llaman: La
Mosca cayo, cárcel
de Florida, un
gramo de cocaína,
que no era
suyo, era de
la novia, pagara
dos años, pensé
que debías saberlo.
Quien llamo era
amigo de los
dos, no hacía
falta decir nada
más.
El sábado
me plante en
la cárcel de
Florida, llevaba un
montón de cajas
de cigarros; pase
los controles y
entre al patio.
Me desconcertó el
olor a suciedad
y desinfectante mezclados,
habían muchas familias
y algunos niños La
Mosca estaba con
el viejo y
un amigo, lloraba
pidiendo que lo sacaran de
ahí, lo violaban
cada noche, la
comida era horrible
y le habían
dado un par
de palizas. Acepto
los cigarros, pidió
que le lleváramos
tinta para hacer
tatuajes, no hablamos
mucho, todo giraba
en que le
sacáramos de ahí.
Volví un par
de veces, verlo
ahí me dejaba
destrozado y se
lo dije, no
fui mas a
la cárcel; cuando
lo pasaron a
una granja en
semi libertad, previo
pago de una
buena cantidad de
dinero por parte
del padre; ahí
sí que pase
a verle. Ahí
podían ir novias,
mujeres o putas,
no había rejas
y debían trabajar
con los cerdos
o en el
huerto. Estaba preso
pero era mucho
más llevadero.
Le soltaron
por buena conducta
y volvió a
las andadas, le
vi cada vez
menos, pasando temporadas
largas sin saber
nada de su
vida. A Bichito
la veía en
su trabajo, me
preguntaba siempre por
él. Finalmente se
caso y tuvo
dos pibes, también
deje de verla.
La última
vez que vi
a La Mosca
fue en Arocena
frente al shopping,
en la vereda
del Banco Comercial.
Lo vi de
lejos, sucio, desastrado,
cuando se acerco
vi los dientes
podridos, olía mal.
Me vio y
se quedo quieto,
se puso a
llorar y me abrazo, era
incapaz de hablar,
balbuceaba algo incomprensible. Supongo
que en algún
lugar de su
cerebro yo era
alguien.
Le vi
alejarse tambaleándose y me pregunte
por millonésima ves si no
podría haber hecho
algo mas, para
tratar de salvarlo,
aunque crea que
no, la duda
persiste insidiosa. Pasan
las décadas y
crece en vez
de achicarse, la
duda. Definitivamente yo
me salve y
deje atrás aquel
barrio y las
historias que en
él, se tejían,
no fui a
la cárcel y
vivo razonablemente limpio
de sustancias nocivas
para la salud,
por el camino
quedo la Mosca
y varios más.
Cada tanto los
recuerdo, son fantasmas
que vienen desde
el pasado a
recordarme quien fui
y que fui.
Éramos iguales, algunos
conseguimos seguir adelante
y tener una
vida y algunos
no; ignoro donde
estuvo la diferencia,
cual fue el
detalle que inclino
la balanza de
un lado u
otro.
Nunca ha
dejado de dolerme
dejarle tirado pero
era eso o
seguirle en su
peripecia rumbo a
ninguna parte; aun
así lo siento
como una traición
por mi parte.
Siempre pienso que
le falle a
mi amigo.