Habíamos arreglado
para ir todos
al Pinar, a
bailar. A último momento todos
los guachos dijeron
que no iban,
solo yo fui
con las guachas.
Ocho amigas de
diecisiete años y
yo, casi diecinueve.
Esa noche
aprendí algunas cosas
de mis amigas
y también me
prometí que, nunca
más saldría con
más de cuatro
mujeres, yo solo.
Fue llenándose el
lugar, había mas
gente conocida en
la vuelta y
la noche se
desarrollaba sin incidentes.
Si alguno se
ponía muy pesado,
mi amiga venia,
se colgaba de
mi cuello y
asunto resuelto. Eso no le
gusto nada a
los plomos que
cercaban a mis
amigas. Con el
paso de las horas estaba
en la mira
de unos cuantos,
ellas no se daban
cuenta, eran felices
y disfrutaban bailando
sabiendo que, si
un nabo no
entendía un no,
con arrimarse a
donde yo estaba
y sentarse en
mis rodillas se
arreglaba el asunto.
Yo las
miraba reír y
jorobar, rechazar todas
las propuestas de
bailar que recibían,
bailaban entre ellas,
y pensaba como
iba a salir
de ahí, sin
dejarlas solas. Trataron
de hacerme bailar
pero desistieron, como
siempre, porque era
más duro que,
un adoquín.
Las miradas
torvas de parte
de la presencia
masculina se hizo
evidente hasta para
ellas. Falta poco
para que termine
la joda, nos
vamos, camperas y
abrigos puestos, yo
no me pongo
mi campera, voy
a tener que, moverme
y me va
a molestar. Dudo
mucho que hablando
consiga nada, están
con la sangre
en el ojo,
les hemos forreado
a base de
bien, quieren cobrarse
la afrenta. A
las ocho le
brillan los ojos,
han disfrutado y
están encantadas de que, yo
fuera con ellas,
me lo han
dicho una por
una. Y me
dicen que me ponga la
campera, que saldremos
los nueve, sin
problemas y no
habrá pelea. Yo
en el medio,
ellas rodeándome, y
el que se
anime, a venir, va
saber lo que
son uñas, por
una vez que,
seamos nosotras las
que te sacamos
de un lio.
Total, si un
tarado nos toca,
nadie podrá pararte,
no arriesgamos nada,
pero eso no
lo saben.
Dale, hace
caso, me rodean
y encaramos la
salida. Los insultos
fueron varios: Putazo,
pollerudo, nena, valiente
y alguno más.
Las Chicas se
mueven cuidando de
tenerme siempre cubierto
por sus cuerpos,
no son unas
nenas boludas jugando
a ser adultas,
son mujeres protegiendo
a un niño,
verdad que, lo
visualizan? Tienen instinto,
saben sin pensar
cómo hacerlo y
lo hacen. Se ríen eufóricas
cuando llegamos a la parada,
las bajo de
la higuera diciéndoles
que hay que
caminar hasta una
o dos paradas
antes, vamos, esto
no acabo hasta
que estén en
casa.
Vamos dejando
a cada una
en su casa,
al final llegamos
a casa de
la ultima, el
sol ya sale,
clarea, se asoma
su vieja, nos
ve, saluda y
se mete.
Esta noche
viste algunas cositas
que nos gustaría
que se quedaran
entre nosotros, contamos
con tu silencio?
Claro que sí. Sos
un sol por
haber venido solo
con nosotras, sos
un sol por
bancarnos toda la
noche como lo
hiciste y sos
un sol por
dejarnos protegerte esta
noche. ¿A que
nunca nos imaginaste
así, lindo? Te
tenemos más sorpresas,
te vamos a
enseñar más cosas,
solo seguí portándote
así, como un
caballero.
Inevitablemente se
supo que me había escudado
tras ocho guachas,
que use de
escudo a mis
amigas. Algunos se
cagaban de la
risa, no tenía
la mas mínima
oportunidad de ir
con ninguna de
ellas al cine. Olvídate de
que alguna se plantee ser
tu novia. Otros
me preguntaron qué , había pasado
y porque había
hecho algo así.
Uno me dijo
que era un
genio, que había
salido de una
situación complicada generando
más vínculos con
mis amigas, alguna
cae seguro, remacho.
Y uno se
limito a decir
que, fueron ellas
las que decidieron
hacerlo.
Se repitió
la cosa alguna
vez mas, mis
amigas rodeándome, protegiéndome
hasta ponernos a
salvo. Nunca ningún
tipo se animo
a acercarse e
intentar arrebatarme, no es fácil
entrarle a varias
mujeres con las
uñas de punta.
Les causaba
gracia que me
insultaran, que creyeran
que me escudaba
en ellas, decían
que, si serian
ignorantes que no veían que,
ellas les estaban
protegiendo a ellos
de mi. Curioso,
lo profundas, valientes,
lanzadas, protectoras y
leales que eran,
ninguna piso un
Tatami nunca, tienen
más Judo que
muchos que cacarean,
se las imaginan
entrenando? Menudas fieras,
como mis amigas
que, si pisaban
un Tatami.
A veces
no está claro
quien protege a
quien. ¿Las cuidaba
yo o me
cuidaban ellas? ¿Protegía
o era protegido?
¿Importa?
En absoluto,
ellas siguen en mi vida
y ese es mi premio.