Adriana acaba
de aterrizar en ese Liceo,
no conoce a
nadie pero no
le preocupa demasiado,
es cuarto, será
solo un año
y se irá
a otro, donde
cursar quinto. Es
bastante más madura
que sus compañeros
y compañeras, se
la ve seria,
centrada y eso
es determinante para
que la sienten
con Luis. La
idea es que
ella le ponga
freno, lo atempere
porque Luis no
para de hacer
travesuras y molestar
a las compañeras.
En un
recreo Luis se
queda en la
clase, está solo,
lee unas historietas.
Se mueve y
si querer tira
el bolso de
Adriana que cae
desparramando su contenido
por el suelo,
destaca, entre unos
tampones , un 38 Especial.
Luis ni mira
la puerta, mete
todo adentro del
bolso, sabe que
si le agarran
haciéndolo esta frito.
Mete el revólver,
lo saca, lo
abre: seis balas,
lo cierra y
lo mete en el bolso.
Olvida la revista,
solo piensa en
que, carajo hace
Adriana con un
38 Especial, con
las seis balas,
en el bolso.
Se da por
vencido, no tiene
ni idea. Si
descubre alguien que,
lo tiene, la
echan del Liceo.
Ella va a
darse cuenta de que alguien
toco su bolso
y sabe su
secreto. Que mierda,
que mierda, que
mierda. Sale al
patio la localiza
y le cuenta
lo que paso,
que lo lamenta
y que se
quede tranquila que,
él, no cuenta
nada.
Adriana toma
nota de asegurarse
de dejar el
bolso bien cerrado
siempre. Luis no
tiene pinta de
ir a contar
por ahí que
ella va armada.
Le dice donde
vive, y por
dónde camina para
llegar a su
casa, para venir
hay luz, vuelve
con la noche
cerrada, Luis pone
ojos como platos.
El llevaría una
ametralladora, un cañón,
no un miserable
revolver. Adriana se
ríe de solo
imaginárselo cargando con
una ametralladora, ella
lo hace sola
cada noche, agarrada
a su bolso,
solo tiene quince
años, pero ya
es una veterana
moviéndose en un
barrio muy peligroso.
Supo por el
comentario de Luis
que no dirá
nada, se queda
tranquila.
Los profesores
están encantados, Adriana
a calmado a Luis, parece
otro. Solo falta
que consiga que,
estudie y esa
niña demostrara que,
tiene poderes, porque
mira que le
hemos sentado con
un montón de
chicas y no había manera.
Hacen buena parejita,
se les ve
mucho juntos en el
patio. No, no,
son amigos, ella
es mucho más
madura que él,
muchísimo más. Son
compinches, se han
hecho amigos. ¿Qué
tendrán en común?
La edad y
que son compañeros
de clase. Eso
será.
A clase
de gimnasia van
separados, chicas por
un lado y
chicos por el
otro. Están esperando
para empezar y
Luis ve a
seis individuos que
se acercan a
sus compañeras, no
piensa y va
hacia donde ellas
están. Ve como
uno le pega
un puñetazo a Adriana, en
los pechos, que
cae sentada, ve
como agarran del
pelo a Virginia,
a Ana la
abrazan desde atrás
y sigue sin
pensar, llega y
suelta dos manotazos,
recibe una verdadera
paliza. No lo
matan porque los
profesores y un
policía llegan corriendo
y ahuyentan a
los agresores. Mientras
espera una ambulancia,
muy dolorido, las
chicas le dan
un beso, uno
por cabeza y
las gracias, Adriana
le agarra la
mano olvidando como
le duele a ella el
pecho izquierdo.
Queda internado
dos días, por precaución, no
tiene nada roto
pero le pegaron
duro, la cara
es violeta y
los labios partidos,
molestan lo suyo.
Adriana va los
dos días al
hospital, le lleva
revistas y lo
invita a conocer
su casa, cuando
esté bien. Insiste
en que no
debió meterse a
defenderlas siendo ellos
seis y más
grandes. Fue muy
valiente y muy
estúpido. Luis le
reconoce que valiente
no fue, no
pensó, y muy
estúpido si, debió
agarrar el 38
Especial de ella,
se ríen, y
él se queja
de los labios.
En casa
de Adriana conoce
a la madre,
muy joven, y
al novio, un
tarado de veintidós
años que, tiene
visto por ahí.
Adriana le dice
a la madre
que Luis empezara
a ir a
estudiar con ella,
por las mañanas.
Pórtense bien, cuidadin
con lo que,
hacen cuando no
estoy, cuidadin. Aconseja
la madre. Alguna
mañana cuando Luis
llega, sale el
novio, no es
raro que tenga
que, esperar que
le dejen entrar.
Las clases
particulares, Adriana derrochando
paciencia, dan sus
frutos y Luis
sube las notas,
no copia mas,
sabe las respuestas.
Los profesores concluyen
que la niña
tiene podres. Adriana
ya decidió que
conservara a Luis
en su vida.
Luis querría ser más maduro
para que, una
Adriana cualquiera lo
metiera en su
casa de ocho y media
a diez , dos
veces por semana.
Sabe que Adriana lo
usa como coartada,
pero a cambio
le está enseñando
a estudiar, a
aprender, a no
tener que copiar,
un buen arreglo.
Además le gusta
el desparpajo con
que se maneja
ella, tiene quince
años, muñecas no,
pero ¿un novio
de veintidós, metido
en su cama,
dos veces por
semana? Seguro que,
más de uno
pondría el grito en
el cielo: el
padre ausente, algún
educador. La madre
lo sabe, está
seguro, lo sabe
y solo le
ha dicho que,
use condón, nada
de enfermedades venéreas
ni embarazos. La
hija disimula, la
madre disimula, el
disimula.
Ultimo dia
de clases, despedidas,
llantos, promesas que,
nunca se cumplirán,
muchos nos vemos
que, son hasta
nunca.
Adriana lo
agarra de la
mano, se lo
lleva fuera del
Liceo y lo
abraza fuerte y
le da un
beso. A la
vista de todo
el mundo pero
ahí puede, es
la calle, en
el Liceo está
prohibido abrazar y
besar. El dos
de diciembre cumplo
años, me gustaría
que, fueras, ese sería
mi regalo, cocinare
alfajores de maicena,
me salen buenos
y no estará
el nabo que,
te decía pendejo,
es historia, ya
cumplió con su
cometido. Te espero.
Fue el
primer cumpleaños de
muchos, los alfajores
de maicena estaban
buenísimos. Luis llamaba
o la visitaba
seguido, conversaban en
la cocina, Adriana
le decía que,
no fuera tan
pesimista. Consiguió novia,
ella tuvo varios
novios que, no
cuajaron, sus vidas
corrían paralelas, cada
tanto se cruzaban,
cada dos de
diciembre el llegaba
y preguntaba si
había alfajores de
maicena, había.
Adriana lo
llama, quiere verle,
Luis va. En
la cocina, como
siempre, ella le
dice que está
embarazada. Se abrazan
contra la mesada,
lloran como dos
boludos, la futura
abuela mira a
esos dos y
no entiende como
nunca han estado
juntos, ni un
beso, ni una
vez meterse en
la cama, nada.
Parece que él
fuera el padre
y le acabara
de decir que
está embarazada. La
nena tuvo instinto
con este, era
un guachito y
lo mantuvo cerca,
ahora es un
hombre y me alegra que
sea amigo de
mi hija. Esas
lagrimas lo dicen
todo, ese abrazo
lo dice todo.
Lucia, Lulú
para Luis crece
rápido, le dice
tío y juega
a hacer cosquillas
con él. No
quiere acostarse y él, la
lleva a la
camita y le
cuenta una historia
de una niña
y un caballo,
queda frita. Adriana
se acaba de
separar y llora
en la cocina,
le reconoce que,
siempre fue optimista
y que, jamás
pensó que se
iba a quedar
sola, bueno con
Lucia. Que ahora
le entiende a él.
¿Qué decir?
¿Cómo puede consolar
a la amiga?
¿Qué puede hacer?
Hay que conseguir
que ría, descomprima
un poco. Y otra cosa
no, pero a bufón no
le gana nadie.
Y sabe exactamente
que tiene que
decir.
Nos unió
un 38 Especial,
dice y Adriana
le mira afirmando.
Bueno nos unió
algo más: tus tampones.
Adriana lo mira
perpleja. Si, si,
se cae el puto bolso,
se desparrama todo,
y yo solo
veo tampones y
un 38 Especial.
Nada más. No sé que
me da más miedo, creo
que los tampones.
Hay que meter
todo en el
bolso, tanto si
me ven con
tus tampones como
con tu revolver
estoy jodido y
lo sé. ¿Cómo
voy a explicar
que te agarre
los tampones, te
imaginas? ¿Cómo explico
que el revólver
es tuyo? ¿Quién
se van a
creer que es
tuyo? ¿Qué pasa,
ahora juego con
tampones y revólveres?
Porque no viste
mi cara metiendo
todo en el
bolso, los tampones
con dos deditos,
no era asco
era terror, no
podía encontrarme nadie
con esos juguetes.
Y ríen
juntos, Adri llora
y ríe.
No es
la primera vez
que, lloran o
ríen en la
cocina de Adriana,
vendrán otros llantos
otras risas, pensar
que, lo que
les unió, fueron
un puñado de
tampones y un
38 Especial, tener
quince años y
el alma limpia.
Adriana no
quiere que Lucia
cargue un 38,
pero quiere que,
ojala encuentre un
Luis. Lo mira
irse y sabe
que el payaso
hará alguna bobada
en el portón,
y ve como
Luis se marca
un baile desastroso
haciéndola reír cuando
hace una profunda
reverencia. Calcula mentalmente
y le salen
más de doce
años, nunca imagino
que pasaría tanto
tiempo y siguieran
siendo amigos, cuando
termino cuarto y le invito
a su cumpleaños
solo pensaba en
ese dia, que
con suerte le
vería alguna vez
mas, no que,
construirían una solida
amistad. Se lo
imagina con los
tampones y se
ríe sola. Sabe
que es mentira,
sabe que los
agarro a puñados,
sabe que, abrió
el tambor. Pero
imaginárselo arrodillado agarrándolos
uno por uno le
resulta gracioso.
Gracias Luis,
susurra Adriana a la
noche, gracias amigo.