Hace muchos
años yo tenía
un amigo, pesado,
con el que,
solía andar mucho.
Habíamos compartido de
todo, habíamos cometido
errores, delitos, éramos
iguales, teníamos mil
dudas, enormes carencias
y no sabíamos
escuchar. Dos caballos
desbocados rumbo al
barranco, la rodada,
la pata rota
y el sacrificio;
éramos carne de
cárcel.
Vino a
casa y nos
sentamos en el
jardín. Se puso a hablar,
fue de lo
más lindo que
me han dicho
nunca, fue de lo más
triste que he
vivido nunca, perdía
a un amigo,
un compañero de
juergas y no
ganaba nada.
Sos el
único tipo que
conozco que va
de frente, con
todo, sea una
mina, sea un
amigo, sea un
padre, vos vas
de frente. Contigo
es fácil saber
que esperar, siempre
vas a estar,
siempre vas a
entrar a sacar
a un amigo
y si es
amiga no te
para ni la
ley o aunque
no lo sea.
Si decís que
te haces responsable,
bueno, nunca te
vi no cumplir.
Podes plantarte en
la casa de
cualquier gurisa del
barrio o conocida
y el padre
la deja salir,
te hiciste responsable
y la dejan.
No robas nafta,
pero estas con
nosotros y sos
el mejor en
medidas de seguridad,
cuando decís: humo,
nadie discute nada,
es que hay
que moverse y
esconderse. Si vamos
a transar y
nos ponemos de
la nuca, vos
estas clarito y
te volves loco
tratando de que
la ley no nos agarre.
Negocias con nuestras
novias, te quieren
más que a
nosotros, te aman
loco, te aman.
Si alguno de
nosotros desaparece, el
viejo va a
tu casa, búscamelo,
tráemelo y vos
lo traes. Te negas
a robar autos,
nos acompañas y
cuando tenemos uno,
te volves caminando.
La vuelta que
teníamos a aquella
pendeja a punto,
loco, pensé que
nos matabas, que
paliza hermano, que
control, ningún hueso roto,
solo ojos morados
y dolor por todo el
cuerpo. Tirado en el suelo
te vi subirle
la bombacha que
tenía en los
tobillos, se la
pusiste, le arreglaste
la pollera y
la abrazaste loco,
le hablabas y
le hablabas hasta
que te miro
y le dijiste
que la llevabas
a su casa,
pero que no
sabias donde vivía.
Sé que la
ves, es tu
amiga, el viejo
esa noche te
pego y aguantaste
duro como una
estaca, bancaste la
furia del padre,
debimos ser nosotros.
Esa fue la última vez, nos
amenazaste de muerte,
salvaste otras antes.
Nunca nos vendiste.
Por todo lo que te
estoy diciendo y
por todo lo
demás, te envidio
loco. ¿Entendes? Sea
lo que sea:
Judo, lo que
lees o genética,
me da igual,
sos mejor que
yo, que nosotros.
Vos te vas
a salvar, no
vas a ir
preso ni las
drogas romperán tu
vida. No tengo
fuerzas para intentar
cambiar, ser mejor,
no podes seguir
cuidándome para que
la ley no
me alcance, ni
evitando que viole
a una piba,
ni que me
pase al drogarme.
Te quiero loco,
mucho, pero te
envidio demasiado, me
quema y no
aguanto más. Dejo
de ser tu
amigo, te libero,
perdóname.
Se fue.
Nos veíamos y
ni nos saludábamos.
Cayo en cana,
le lleve cigarros,
lloramos como dos
boludos, nunca más
le vi. De
el tengo muchos
recuerdos, siempre recreo
la vuelta que
en un boliche
quedamos solos y
me dijo que
o usaba mi
magia o éramos
boleta. Le dije
que se relajara,
manos abiertas, sin
tención, apóyate en
mi espalda, vamos
a girar mira
sin fijar la
vista, no te
preocupes de nada,
total ya estamos
muertos, ninguno de
los que nos
rodeaba vino. La ley nos
detuvo, dormimos en la comisaria,
bueno casi nada,
no paro de
preguntar qué carajo
le había hecho
hacer, ninguno nos
había atacado, eso
no era magia,
era brujería. Eso es determinación
loco, dormite. Pase a ser Mabru.
Fue muy
grande, muy generoso
y muy mentiroso.
Me salvo al
liberarme de ser
su amigo, el
nunca me envidio,
no le daba
la gana portarse
mejor; quería vivir
rápido y morir
joven, los dos
lo sabíamos. El quería drogas
y mujeres livianas,
yo quería respirar
cada dia y
arrancarle una sonrisa
a las mujeres,
le explique miles
de veces que
una mujer requiere
tacto, como un
bagual, se cagaba
de la risa,
claro, todas yeguas
decía y me
desarmaba. Fue un
amigo adecuado, cuando
tuvo que soltarme
no dudo en
hacerlo, yo le
habría dejado en
la cuneta en
cualquier momento y
me sentiría peor
que ahora. Así
le extraño, le
pienso y le
recuerdo haciendo barbaridades,
hombro con hombro,
pero no siento
culpa.
Joaquín Pérez
García. Espero que
las demonias te
dejen violarlas, decile
al Demonio que
todavía no voy,
pero que me
guarde mi lugar.
Gracias hermano, fueron
buenos años, fue
lindo ser salvaje
a tu lado.