Roberto y
los amigos van
a divertirse a otra ciudad
seguido, en la Capital les
tienen fichados las
pibas y la
policía, tuvieron que
cambiar de aires.
Roberto ve sentaditas
en la vereda
a dos nenas,
les calcula 16 años siendo
generosos, nadie habla
con ellas, evidentemente
muy chicas para
dar un paseo
por ahí en
coche, si son
chicas, no vale
la pena gastarse
piensan todos y
las ignoran. Roberto
tiene otras ideas
y se acerca
a las chicas
que dicen llamarse
Verónica y Belén.
Ambas lo miran
suspicaces, han ido
hasta ahí contra
la opinión de
padres y hermanas,
saben de sobra
lo que ocurre
y también que
son muy nenas
todavía para participar
activamente, están mirando,
empapándose del ambiente,
aprendiendo; Roberto las
desarma al decirles
que no tiene
coche ni intención
de dar un
paseo con ellas,
hoy no, mañana,
en el futuro;
cuando viajen a
estudiar a la Capital tendrán
18 años y
se sentirán solas,
bueno les deja
su tarjeta y
si quieren hablar
con alguien le
llaman, lo que
pase después, se
verá.
Las burlas
de los amigos
son encarnizadas, hay
que ser muy
boludo para darle
la tarjeta a
una nena de
16 años y
esperar que te
llame dentro de
dos años, muy,
muy boludo. Roberto
solo dice que
por ahí nunca
le llaman, pero
que cree que Verónica, la más delgadita,
si que llamara
y además se meterá en
su cama y
será algo que
durara más que
un polvo de
diez minutos, tendrá
a una mujer
joven con ganas
de sentirse acompañada
y mientras este
sola, lo usara
a él, después
seguirá viaje, ¿Qué
pierdo dándole una tarjeta?
Ernesto opina que es un
verdadero hijo de
puta, que esas
jugadas no se le ocurren
a nadie, encima
le veremos con
esa minita que en dos
años ya será
un bombón, menudo
hijo de puta.
Durante dos
años la burla
persiste, no pierde
fuerza, al contrario,
gana más en
la medida en
que se acerca
el momento de
que la hipotética
llamada se produzca.
Nadie sabe que
Roberto se ha
visto con Verónica,
que dando un
paseo por el
rio las cosas
se fueron complicando
y estaban tirados
en una orilla
con Verónica dispuesta
a hacer lo
que él, le
pidiera y Roberto
la vistió y
llevo a casa,
al dejarla le
dijo que empezara
con el novio,
él la esperaría, Verónica
se prometió que
no escaparía la
próxima vez, él no se
le escapaba otra
vez. ¿Qué hombre
te perdona desvirgarte
y te dice
que lo hagas
con tu novio?
Nunca escucho nada
parecido.
Verónica llega
a la Capital,
se instala en
el hogar estudiantil
y llama a
Roberto que, la
pasa a buscar
y dan una
vuelta por la
ciudad, comen una
pizzas y se
cuentan más o
menos como van,
Verónica lamenta tener
un novio tan
celoso que le
hace la vida
imposible, no junta
valor para romper
con él, además
está asustada de
venirse a la
Capital, no conoce
a nadie, solamente
a él. Roberto
le dice que
no tiene novia,
en el trabajo
las cosas van
bien y se
acaba de mudar.
Ella no quiere
dormir sola, ningún
problema para Roberto
que se la
lleva a su
casa.
Cuando los
amigos le ven
el sábado, con
la niña, se
quieren matar, ¡como está la
niña!, como ha
crecido. Ernesto menea
la cabeza, deberían
aprender algo de ese demonio,
de una buena
vez, porque tiene
delito que, siendo
amigos no sepan
todavía cómo funciona,
miren esa mujer,
el caso es
que Roberto la
vio hace dos
años, todavía adolescente
y sentada en
la vereda, eso
es vista. Un
puto genio, terrible
jugador, si lo
sabré yo que
tengo que soportar
que mi hermana
se escape con
él, como una
quinceañera. Recuerda cuando
Roberto lo encaro
y le dijo
que quería permiso
para entrarle a su hermana,
Ernesto hablo con
Paula, perdió cualquier
esperanza de evitar
que Roberto y
Paula hicieran chanchadas
juntos, su hermana
quería hacia tiempo
que Roberto se
animara, ni loca
desperdiciaba la oportunidad.
Permiso concedido gruño
Esteban. ¡Hermanas! Un
incordio.
Verónica pasa
largos periodos en
casa de Roberto,
estudia cuando esta
sola y cuando
él, llega, normalmente
hacen sesiones de
cama. Salen con
los amigos de
Roberto que la
tratan con exquisitez,
ninguno se desubica,
ninguno la hace
sentirse incomoda, ignora
que les ha
dicho él, sobre
ella pero debe
haberla puesto muy
arriba, sabe que
no siente amor
por Roberto, es atracción,
es sexo, es
deslumbramiento, es soledad
pero eso no
quita que le
reconozca la caballerosidad. Y
sabe que es
un degenerado que,
le gustan jovencitas,
pero es uno
lindo, que la
trata bien, muy
bien.
Algún fin
de semana viaja
a su ciudad
y ve a
su madre y
al novio, resulta
imposible no comparar
la diferencia en
el trato. Habla
con Belén y
las demás amigas
de la historia
que tiene con
Roberto, que esos
diez años son
una gran diferencia
pero su generosidad
no es por
tener más años,
eso ya lo
tenía; les cuenta
lo del rio
dejándolas muertas, de
como hicieron el
amor antes de
llevarla a la
estación de ómnibuses;
de su explicación
de que no
es que no
le importara compartirla
con Ricardo, es que en
todo caso el
es, él criminal
que, utiliza a la novia
de otro. La
palmadita en la
cola obligándola a
caminar y subir
al ómnibus, un
maldito genio, demasiado
grande por desgracia.
Con Ricardo
solo discute, cuanto
más tiempo pasa
con Roberto mas
percibe que su
novio no la
llena en ningún
sentido. Cada viaje
a ver a
su madre es
un suplicio por
Ricardo. Un sábado
harta rompe con
él después de
discutir a raíz
de que ella
este en la
Capital estudiando, según
Ricardo debería quedarse
en la ciudad
y buscar trabajo
limpiando o en
una tienda, como
cualquier mujer normal;
Verónica se inflama
y le dice
que, ella quiere
algo mejor para
su vida; bastante
mal lo pasa
sola( bueno, no
tanto pero a él, no
le importa, un
carajo, con quien
me acuesto), sin
tener en cuenta
el esfuerzo de
su madre para
costearle los gastos
y lo duro
que resulta vivir
en una ciudad
desconocida.
Arregla con
las amigas para
salir a dar
una vuelta, nunca
llegara a reunirse
con ellas, Ricardo
la esperaba en
la esquina de
su casa y
la cosió a
puñaladas, mientras gritaba
que era una
puta y que
solo seria suya.
La ambulancia nada
pudo hacer para
salvarla y la
policía no tuvo
dificultad para arrestarlo,
no opuso resistencia
ninguna.
Roberto la
espero en la estación de
ómnibuses, pero no
apareció. Cuatro días
más tarde, Belén
le llamo para
darle la noticia
del asesinato de
Verónica, a manos
de Ricardo, su
novio. El Amor
entendido como propiedad.
Se fue mi
amiga, ¿entendes? ¿Qué
era para vos
Verónica, que? Un
soplo de vida,
una linda mujer
que, me regalaba
un poco de
su juventud, una
compañera temporal, casi
una novia. Una
novia en verdad.
Lo supo, justo,
antes de decirlo,
de hecho desde
que, vivía esa
aventura con Verónica
no salía con
otras mujeres, curioso.
Muy curioso descubrirlo
ahora, cuando nada
se puede hacer
dado que, ya
está muerta. Ni
decírselo, ni planteárselo
ni nada de
nada.
Parado frente
a su tumba,
llora agarrado a
un ramo de
rosas rojas como
la sangre, llenas
de espinas, las
corto con sus
manos de un
rosal que encontró
de casualidad o
no tanta en
el Jardín Botánico.
Son efímeras, como
su relación, como
la vida tan
corta de ella,
como la Vida
que dura un
maldito suspiro. Otra
mujer buena que
pierdo, no deben
quedarme muchas oportunidades, deberé
ir con cuidado
e identificar a
la próxima rápido
y asegurarme de conservarla a
mi lado.
-Gracias linda
por estos meses
llenos de mimos.
No sé que
me llevo a
darte la tarjeta,
ni a visitarte,
ni a pasear
aquella tarde por
el rio, ni a meterte
tanto en mi
vida, sea lo
que fuera me
parece una verdadera
asquerosidad que lo
hicieran para arrancarte
así de mi
vida y quitarte
la tuya. Sin
duda vos perdiste
más que yo,
solo que, me
quedo acá sin
vos y duele
mucho. Te quiero
niña, no te
olvidare.-