Carolina es
Colombiana, del interior;
su novio se
fue a España
hace casi dos
años y ahora
la mando buscar.
Viaja en un ómnibus
desde
Madrid a la
costa, está cansada
por el vuelo
y tanta novedad.
Le llama la atención
cuantos
Clubes de Carretera
hay, son muchos
piensa, ¿cuántas mujeres
trabajan de putas,
en España?. Finalmente
abraza al novio
ausente y tras
un viaje corto,
en coche, puede
darse una ducha
y agarrar la
cama pero no
puede descansar hasta
que, Freddy se
da por saciado.
Se duerme reventada.
Rápido descubre que,
en cuanto caduque
la visa pasara
a ser una
inmigrante ilegal, que
regularizarse es casi
imposible y que,
Freddy ha cambiado
mucho. Consigue trabajos
que, le duran
poco, casi todo
el mundo cree
que, por ser
Colombiana es traficante
o puta o
las dos cosas.
Rompe con
Freddy harta; el
desencadenante es que ,cree que se ha
quedado embarazada, porque
al señor no
le da la
gana ponerse condón
y él la
culpa, cuando le
baja varios días más tarde
ya tiene bastante
y rompe con
él. Consigue trabajo
como camarera en
la Capital de
la Provincia y
se muda a
casa de una señora conocida
de su familia
que, la acoge
sin aparentes problemas.
En la casa también
vive
un hijo de
la señora con
quien termina compartiendo cama,
de puro aburrida,
de pura soledad
y porque lo
tiene a mano, fácil. Es
convenientemente idóneo. Se
queda sin trabajo
otra vez, pasa
muchas horas buscando
otro o encerrada en
casa. Es una época
complicada, difícil,
todavía sin la
bendita tarjeta que,
habilita a trabajar.
Una tarde están
sentados
en el comedor
y suena el timbré; es un amigo
de los vecinos
nuevos del quinto
que, pide prestada
una olla grande
y una espátula.
Habla un ratito
y antes de
irse pregunta si
ella, que está
sentada en el sofá, es
muda, no ha
dicho una sola
palabra. Carolina lo habría
matado
al tarado ese
que, le ha
sacado los colores,
un enfermo, otro más, no
conoce un Argentino
que, no sufra
un grave retraso.
Tarado insulta mentalmente.
Una semana más
tarde vuelve el
tarado a devolver
la olla y
la espátula; hablando
le dicen que,
ella quiere ir
al centro de
la ciudad a
buscar trabajo pero
sola se corta
mucho, se ofrece
a acompañarla y sin saber cómo Carolina
se ve en
la moto del tarado agarrándose para
no caerse. Resulta
que es Uruguayo
y no Argentino
y se ha
molestado bastante cuando
ella lo confundió;
vaya manera más
torcida de empezar
a conocer a
alguien. Dejan la
moto y caminan,
preguntando en un
Bar, una tienda
otra tienda, otro
Bar, un Restaurante,
sin desanimarse. Se
toman un café en
una terraza y
Carolina descubre que,
es un buen
compañero, no hace
preguntas ni quiere
conquistarla y esto último sí que, le
llama la atención.
Los tipos suelen
ponerse rápidamente a
intentar llegar a
intimar, no es
una modelo, es
bajita pero proporcionada
y sus ojos
han embrujado a más de
un galán, los
esconde tras los
lentes, solo se
siente desnuda si le
sacan los lentes;
sin embargo Leo,
el Uruguayo que,
le acompaña, no
hace nada en
ese sentido. Tras
unas horas más
de búsqueda regresan
a la casa
de Carolina que,
ya sabe que, él, la
llama: Mudita. Que la
deje en casa
y se vaya,
inflama algo, dentro
de Carolina pero
lo acalla, no
necesita más problemas
y ese seguro,
es, un problema.
Leo ha
mirado muy bien
a la petisa,
una cola perfecta,
unos pechos justos
y esos ojitos
de bandida, está
muy buena la
Mudita. Claro que,
ella no ha
dado pie a nada, lo
deja correr. Trabaja
y entrena, los
meses pasan y
una tarde va a visitar
a sus amigos
y se la
encuentra en el
portal, hablan dos
minutos y arreglan
para tomarse algo
dos días más
tarde. Carolina tiene
trabajo como empleada
domestica y se
va mañana a
una ciudad costera
donde veranea la
familia con la
que trabaja, estará fuera más de
tres meses, cuando
vuelva pueden juntarse
otra vez. Intercambian
los teléfonos y
charlan distendidos, esta vez si
se cuentan un
poco mas de
sus respectivas historias
vitales.
Carolina vuelve
pero no consiguen
coordinar para verse.
Después se muda
y cambia de teléfono
lo
que, hace imposible
contactarse. El tiempo
no espera por
nadie, ni siquiera
por ellos, y
sigue corriendo, pasan
muchos meses y
la casualidad los
hace encontrarse en
la calle, se
pasan los teléfonos y
se apuran a
llegar, adonde iban.
El sábado de
tarde, se les ve
sentados en una
terraza hablando e
irse juntos pero
Leo la deja
en la puerta
del edificio adonde
ahora ella vive
y se va. Los
dos comparten piso,
llevar a alguien
está prohibido terminantemente. Carolina
se muda y
en su nuevo
hogar puede recibir
visitas en el
comedor y en la habitación así que, llama
a Leo para
que, se pase. Pasan la
tarde hablando en el sofá,
no miran tele
ni nada, se
cuentan ahora si
sus respectivas historias,
solo se guardan
aquello que, a
nadie incumbe por
feo o muy
bonito. Infancia, adolescencia,
amores, desengaños, aventuras
y travesuras de
las que, son prácticamente
delitos
y se ríen cómplices escuchándose.
Leo quiere meterse
en la habitación de
Carolina pero no
la ve muy
convencida así que,
se despide y
se va.
Carolina deja
de trabajar y
se vuelve a
la ciudad de
la costa, su
familia se ha
venido y está
viviendo ahí. Ahora
pasan más de
dos años sin
verse, alguna llamada,
algún mensaje y
nada más. Carolina
vuelve a la
Capital y se
compra un apartamento,
está terminando de
instalarse y baja
a comprar pan,
ve a Leo
que la mira
desde un coche
parado en un semáforo, le
ve arrancar y
perderse de vista
por la carretera,
hay una rotonda
algo lejos, Carolina
le espera sabe
que, dará la
vuelta y efectivamente
le ve venir
y estacionar. Se
abrazan y miran
de cerquita, él
ahora no puede
quedarse, vuelve de
tarde, a las 16. Carolina
le explica donde
vive para que,
no tenga perdida,
a las 16 le espera.
A las
16 Leo toco
el timbre, 1610 Mudita estaba
sentada en sus rodillas, 1620
los dos luchaban
con la ropa del
otro, 1638 Leo
descubre que, Mudita,
es súper estrecha,
la primer sorpresa
de muchas, resulta
una amante fuera
de concurso, de
tan habilidosa. Se
aman con frenesí al
principio y con
calma según avanza
la hora. Repiten
siempre que, pueden. Carolina viaja
a Colombia, le
llama por teléfono desde ahí,
dejándolo embobado
en el trabajo
y fascinado por
la sorpresa. Leo viaja
a Uruguay. Entre
un viaje y
otro no se
ven en tres
meses, y a
Leo lo mandan
a trabajar fuera,
en otra ciudad,
ahí conoce a
una mujer que,
se trae al
regresar. Es honesto
con Mudita, las
quiere a las
dos y durante
un tiempo Carolina
accede pero ella también,
conoce
a un chico
y ha llegado
el momento de
decidir que, hacer.
Carolina decide dejar
a Leo y
asumir una relación limpia
de cargas, vende
el apartamento y
se muda a la ciudad
de la costa
otra vez.
Nunca se
despidieron, Carolina le
mando una carta
que, él, nunca
recibió. Se casan
tienen hijos, pasan
los años, varios,
y una noche
Leo, la busca
en las redes
sociales, duda antes
de pedirle confirmación y
espera ansioso que,
Mudita acepte, tarda
unos días en
hacerlo. Desde entonces, cada
tanto, mantienen un
intercambio de frases,
apenas nada, pero
suficiente para ellos
que, vivieron una
extraña historia de
amor plagada de desencuentros.