En un
hermoso día de
verano, estaban organizando,
un partido de
futbol, en la
playa. Pedro y
Luis, en el
coche del primero,
fueron recorriendo el
barrio para juntar
más jugadores. Luis quiere
comprar algo fresco
y paran en
el almacén, Luis
se baja y
compra dos botellas
de medio litro
de coca cola,
sube y se
acercan a la
última parada prevista:
la casa de
Alfredo, después irán
a la playa,
esperaran un rato
que, vayan cayendo
todos y jugaran
unas horas al
futbol. Luis baja
para tocar timbre
y al cerrar
la puerta del
coche se aplasta
un dedo de
la mano derecha,
se lo revienta
espectacularmente. Duele un
horror y es
para que, lo vea un
medico, Pedro lo
deja en casa,
va de short
y chancletas, quiere
darse una ducha.
Lavarse con una
sola mano es
complicado, hace lo
que puede, la
sangre se mezcla
con el agua
y se va
hermanada, con esta,
por el desagüe.
Enjuaga bien el
dedo y en
un ejercicio férreo,
de voluntad, lo
lava con jabón
desinfectándolo lo mejor
que, puede. Secarse
y vestirse son
una odisea. Ante
el sangrado constante
y la imposibilidad
de detener la hemorragia, agarra
un pañuelo limpio
de tela y
envuelve con mimo
los cuatro dedos
de la mano
derecha, deja el
pulgar afuera para
no hacer más
aparatoso todavía el
vendaje. Camina hasta
la parada de
ómnibuses y espera
paciente que, aparezca
uno, se dirige
al Hospital Evangélico,
su hospital. Tras
el viaje en
ómnibus todavía le
quedan unas cuantas
cuadras para llegar
al hospital, para
un taxi que,
le deja en
minutos en la
puerta de Emergencias.
Frente a
las puertas de
Emergencias dos Ambulancias
con las luces
destellando y el
motor prendido, descargan
heridos, en la
lejanía se escuchan
mas sirenas, acercándose
lo más rápido
que, pueden. Las
enfermeras corren y
todo es un
caos. Luis no
encuentra a nadie
en recepción de
Urgencias y tras
un vistazo a
la sala, donde
una veintena de
personas, espera entre
enfermos, heridos y
acompañantes, se sienta
contra un costado,
separa las piernas
y deja que,
la sangre de
su dedo gotee
formando un charco
que, crece, con
el paso de
las horas. Las
enfermeras y los
médicos corren, las
Ambulancias siguen trayendo
heridos, un escape
de gas e
incendio posterior, está
generando el caos,
es el Hospital
más cercano, los
heridos más graves
vienen directamente a
ese Hospital, los
demás se derivan
al Británico, La
Española y cualquier
otro. Con los
heridos estabilizados, las
enfermeras recuperan el
control de Urgencias.
Los heridos y
sus acompañantes claman
ser atendidos, todos,
Luis no dice
nada, incluso para
a una enfermera
para pedirle que,
atienda a la
señora embarazada de
mil meses, sufre
mucho y no
se queja, deberían
atenderla lo antes
posible, le dice.
La enfermera mira
esa cara, mira
la mano ensangrentada, el
charco en el
suelo y asiente.
Se llevan a
la embarazada. Todavía
pasa un rato
largo antes de
que, vengan a
buscar a Luis.
-Vamos, acompáñame
que, te miraremos
esa mano. Llegaste
cuando empezaba todo
el revuelo, unas
seis horas y
aguantaste sin chistar,
un hombre valiente,
se ven pocos.-
-Estaban ocupados,
los heridos necesitaban
atención, mas que,
yo, no le llamaría valentía,
quizás educación.-
-Doctor, este
herido lleva seis
horas esperando ser
atendido, dejo pasar
a todos los
de Urgencias antes,
sin una sola
queja.-
-Déjamelo Rosana,
le cuidare bien.
Vamos a ver,
sacamos el pañuelo
y vemos un
dedo corazón bastante
maltratado. Esta aplastado
pero no reventó,
perderás la uña
pero volverá a
ser el dedo
de siempre. Rosana
te lo desinfectara
bien y te
lo vendara, dentro
de dos días
vienes y te
curamos. Gracias por
colaborar sin entorpecer
nuestro trabajo, esto
duele, te daremos
algo para que,
no duela.-
-No, gracias,
no voy a
tomar nada. Es
un dolorcito apenas,
hace un rato
sí que, me
mataba, ya no.
Gracias.-
Rosana le
lava y desinfecta
el dedo con
diligencia y mas
mimo del habitual,
el turno entero
de enfermeras sabe
que, ese hombre
se porto como
ninguno, es muy
jovencito pero se
comporta como un
verdadero hombre. Le
han fichado todas,
habrá que, curarle
ese dedo, pondrán
especial cuidado en
hacerlo lo menos
doloroso posible. Rosana
termina de sujetar
las vendas con
espadrapo y le
deja irse a
casa, no sin
antes decirle.
-Tenias razón,
la señora embarazada
necesitaba atención urgente,
ya nació la
beba y todo
salió bien. Los
demás que, dejaste
pasar también están
bien, ninguno estaba
tan grave como
para no poder
esperar un poco.-
-Bien, todo
encaminado, gracias, me voy a
casa.-
-El martes
tenes que, curarte,
veni de tarde,
estaremos nosotras, te
cuidaremos bien, chau.-
-Chau.-
Luis vuelve
para curarse el
martes de tarde,
se acerca a
la enfermera en
recepción de Urgencias,
que tras identificarle, toca
un timbre y
otra enfermera aparece
de las entrañas
del Hospital y
se lo lleva
a curar, se
salta todo el
turno y hay
quejas de quienes
esperan ser atendidos.
Se armo alboroto
y no pararon
hasta que, Rosana
apareció y les
explico porque Luis
no esperaba, había
esperado calladito, sangrando
y dolorido, a
que todos fueran
atendidos y se
había ganado el
privilegio de ser
atendido nada más
llegar, sin esperas.
No veía a
nadie lo bastante
herido o enfermo
como para no
poder esperar un
cuarto de hora,
él, había esperado
más de seis
horas sangrando, en
silencio. Cuando Luis
va a curarse
y el turno
de enfermeras es
otro, nada cambia,
Rosana se ha
encargado de hacerles
saber que, se
porto como un
hombre, colaborando con
el Hospital soportando
calladito, sus molestias,
seis horas. Luis entiende
perfectamente el regalo
que, le ha
hecho Rosana y
lo que, vale.
Con el dedo
curado, sin uña
pero ya casi
en perfecto estado
decide que, debe
tener un detalle
con esas mujeres,
compra dos cajas
de bombones y
un hermoso ramo
de rosas bien
rojas, en la
tarjeta escribe: “Que
mujeres tan abnegadas
crean que, seré
un hombre, es
un honor. Saber
que, son, mis
ángeles guardianes, me
hace, no temer,
al dolor. Gracias.”
Deja las flores
y el paquete
con los bombones
a la enfermera
de recepción de
Urgencias y se
va. Corren a
decirle a Rosana
que, ha estado
y traído flores
y bombones y
que se ha
ido. Rosana tiene
55 años y
mucho recorrido, si
ella pide, las
demás enfermeras se
desviven por contentarla.
Quiere abrazar a
ese guacho y
le dice a
Ana, muy jovencita,
muy guacha, que lo alcance
y lo haga
volver. Ana nunca
se imagino corriendo
por Propios con
su uniforme de
enfermera ni que,
seria tras un
tipo que, no
conoce. No se
cuestiona, simplemente lo
hace, le identifica
a lo lejos
y apreta la
carrera hasta alcanzarlo
ahogada.
-Tenes que,
volver, Rosana quiere
abrazarte.-
-Te vas
a morir, acordate
de respirar. Tiene
que, ser una
mujer muy especial
para que, corras
vestida así por
la calle.-
-Es buena
mujer, es buena
madre, es buena
compañera y es
una excelente enfermera,
tengo suerte de
trabajar con ella,
recién me recibí
y aprendo cada
día algo que,
no sé. Tenes
que, dar la
vuelta y volver
al Hospital.-
-De acuerdo,
vamos.-
-Y gracias
por el regalo,
nadie suele regalarnos
nada, es un
detalle, lindo.-
Rosana los
mira venir, Anita
es una leona,
apunta maneras, con
poquito, será flor
de enfermera. En
cuanto a ese
mamarracho que, la
ha hecho lagrimear
y tiene a
todo el turno
de enfermeras patas
pa arriba…..si sigue
así será un
hombre como hay
pocos. Se funden
en un abrazo
largo y se
miran, reconociendo el
respeto en el
otro.
-Fue un
golpe bajo, no
lo esperábamos.-
-Bueno, cada
tanto alguien debe
mimarlas, hacen un
trabajo estupendo.-
-Unas rosas
hermosas, una tarjeta
cargada de significados
y bombones…..la mujer
o las mujeres
que, te están
enseñando a tratar
a otras mujeres,
hacen un buen
trabajo pero seguro
que, hay mucho
tuyo en esto,
mucho. Gracias por
ser tan educado,
respetuoso, ubicado y
agradecido y no
me engaño: no
siempre sos así.
Pero en este Hospital y
con nosotras te has portado
de diez, todas
querríamos más pacientes
así. Pórtate bien
y se bueno.
Gracias.-
-De nada.-
Luis se
va, antes de
salir, se gira
y ve a
Rosana flanqueada por
Ana y otra
enfermera, las saluda
con la mano
y se pierde,
tras los vidrios
de la puerta
giratoria. La Vida
tira los dados
con extraños azares,
y ya lanzo
asegurándose de que,
dentro de unos
años, Luis deba
volver al Hospital,
a Urgencias, pero
nadie lo sabe,
ni imagina. Casi cuatro años
más tarde un
perro muerde a Luis en
un muslo, le
ataca desde atrás,
sin avisar y le hinca
los colmillos. Una
mirada le basta
a Luis para
saber que, hay
que coser; se
planta en Emergencias
del Hospital Evangélico
preocupado por una
posible infección. En
recepción de Urgencias
le atiende Ana
que, le reconoce
y llama con
el timbre a
una compañera, esta
le lleva a
que, le vea
un medico. Por
el teléfono interno
avisa a Rosana
de que, ha
vuelto mordido por un perro,
no necesita decir
de quien habla,
nunca pasa una
semana sin que,
hablen de como
se porto, mientras
esperaba, ni lo
atento que, fue,
al regalarles bombones
y flores.
-Habrá que,
coser Luis, es
una herida muy
profunda, generalmente no
cosemos las heridas
por mordida de
perro por el
riesgo de infección,
pero al ser
tan profunda necesito
hacerlo para que
cierre, te daré
dos puntos separados,
para que, drene
la herida y
si se infecta,
la pus salga.
Te daremos antibióticos
que, tenes que,
tomar y necesito
la dirección de
los dueños del perro, hay
que contemplar el
protocolo anti rábico.
Ahora una enfermera
te dormirá la
zona del muslo
herida, para coserte.-
-No hace
falta anestesia Doctor,
cósanme en frio,
gritare, soy muy
flojito pero que,
eso no les preocupe.-
-¿Qué necesidad
tenes de hacer
algo así?-
-Si me
calman el dolor
tendré que, seguir
tomando calmantes varios
días, no me
dolerá y no
sabré, exactamente como
tengo la herida,
si me aguanto
la recuperare antes,
quiero volver a
entrenar lo antes
posible, así que,
aguantare.-
-De acuerdo,
muy extraño, no me había
pasado nunca.-
-Él no
es como los
demás Doctor, quiere
ser duro de
verdad, me lo
llevo para prepararlo.-
Rosana había aparecido
avisada por Ana,
actualmente trabaja en
la parte Administrativa, pisa
poco Urgencias, es
un acontecimiento y
las enfermeras adivinan,
quien es el
herido, el mamarracho
que, le regalo
bombones y flores,
Ana se los
confirma.
Cosen en frio
a Luis que,
grita sin pudor.
Le dejan recuperarse
un poco en
la camilla, no
le dejan solo,
Rosana ordeno antes
de irse que,
siempre hubiera una
enfermera con él.
Cuando se siente
con fuerzas, saluda
y se va;
vuelve a la
semana para que,
le saquen los
puntos, no espera
ni medio minuto
para ser atendido.
La herida esta
mejor pero no
cierra bien, ha
evitado la infección
pero hay que,
cuidarla, le hacen
ir todos los
días para curarla. Le dan el
alta definitiva diez
días más tarde.
Luis sonríe travieso
cuando compra bombones
y rosas rojas
y todavía sonríe
mas, cuando se
planta en recepción
de Urgencias y
pregunta por Rosana,
pide que, no
le digan quien
la busca. Rosana
aparece con cara
de enojada para,
encontrarse, un ramo
de rosas rojas,
sostenidas por el
mamarracho , otra
vez, le ha
puesto el turno
de enfermeras, patas
pa arriba.
-La próxima
vez que, deba
venir puede que,
no estés, te
jubilaras cualquier día.
No me preocupa,
estas rodeada de
excelentes enfermeras, unas
mujeres barbarás, seguro
me cuidaran, como
si, estuvieras. Ellas,
todas, son increíbles,
como vos, eso
es merito tuyo
que, las has
sabido elegir y
adiestrar. Gracias.-
-Un verdadero
mamarracho, eso es lo que,
sos. Hacerme llorar,
en pleno turno,
por segunda vez….una
calamidad. No hacía
falta que, nos
regalaras nada, ni
la otra vez
ni ahora.-
-Claro que
no, lo hago
porque considero que,
mimarlas un poquito,
es, lo adecuado.
Así como vos
has decretado que,
tengo trato preferente,
porque lo consideras
justo y me
lo gane tragándome
mi dolor, colaborando
con ustedes , en sacar
adelante, a un
montón de gente
herida, al quedarme
quietito y no molestar; yo
siento que, un
detalle con las
enfermeras es lo
menos que, puedo
hacer. Toma, y
esto son bombones,
gracias Rosana, por
todo.-
Luis se
va y Rosana
descubre la tarjeta
que, reza:” Tus chicas
me han mimado
porque has mantenido
vivo el recuerdo
de aquella tarde
de verano, donde
las sirenas, los heridos,
los gritos y
las carreras, hacían
parecer que, estábamos
en un caos.
No era así,
la jefa de
enfermeras movía a sus niñas
con eficacia, dándole
a cada Medico
la ayuda necesaria,
a cada herido la
atención necesaria. Te
pedí ayuda para
la señora embarazada
y viste que,
a mi me
dolía mi dedo,
dudaste unos segundos
y la ayudaste
a ella y
después a los
demás, por último
a mí. Me
hiciste el honor
de dejarme para
el final, me
regalaste mucho más
de lo que,
yo podría nunca
regalarte. Me hiciste
sentirme respetado por
la jefa de
enfermeras, eso no
es fácil, ¿verdad
que no? Gracias Rosana
y a todas
las demás enfermeras
por estar ahí
siempre que, las
necesito y espero
que, pase bastante
tiempo antes de
volver a visitarlas
o no ganare
para flores y
bombones.”
Fue exactamente
así, piensa Rosana.
Fue el primer
paciente de Urgencias
que, se gano
su respeto. El
único en casi
treinta años, conviviendo
con el Dolor
ajeno que, al
final, se hace,
propio. El único
paciente que, antepuso
el dolor de los
demás, al suyo,
en un ejercicio
de generosidad y
valentía, raros de
ver. Para rematar,
galante, un autentico
mamarracho y pensarlo
la hace sonreír.
En los descansos
sucesivos, durante la
semana , las enfermeras
le piden que,
les cuente como
fue aquella tarde
en que, conoció
a Luis. No
adorna para nada
la historia, le
sobra carga sin
que, haga falta
agregarle nada. Siempre
destaca lo mismo: le
dolía mucho, pero
estaba dispuesto a aguantar y
tanto aguanto que,
el dolor remitió
o eso le
pareció y ya
no fueron necesarios
los calmantes. Para
entonces todos los
demás pacientes de
Urgencias habían sido
atendidos, seis horas
sentado, sangrando, callado,
estoico, paciente. Se
gano el derecho
a no esperar
nada para ser
atendido, siempre que,
no hubiera alguien
realmente grave que,
necesitara atención. Espera
que, siempre que,
venga, ellas procuren
que, no deba
esperar, aquella tarde
espero suficiente como
para no tener
que, hacerlo más. Él
llegara y se
sentara, si le
dejan y esperara
callado a que,
una enfermera descubra
que, lleva un
buen rato esperando,
probablemente atravesado de
dolor, sangrando sin
rechistar, durante seis
horas. Pidiendo ayuda
para los demás
y no para
sí mismo. Un
raro espécimen, un
verdadero mamarracho.