Dojo en
el Club Internacional
de Porto Alegre.
El Sensei
es muy anciano,
tiene 5 alumnos
aventajados que, le
cuidan. Sensei Luis
Ángel Firpo le
saluda ceremoniosamente pidiéndole
un Randori. Los
alumnos se quedan
helados pero el
Sensei les calma
con un aleteo
de su mano derecha.
Se vuelven a
saludar y empiezan.
Arrancan suave, midiendo
destrezas. Sensei Firpo
es bastante más
joven y se
mueve rápido. Su
Seoi Otoshi es
demoledor y ataca, pero
solo levanta al
Sensei y lo
deja pisar el
tatami y vuelta
a empezar. A
esas alturas nadie
hace nada, todos
miramos, privilegiados, un
Randori de verdad,
no Shiai, Randori.
Sensei Firpo pasa
a Ippon seoi
nague y despega
al Sensei otra
vez pero no
lo deja caer,
lo deposita, con
cuidado, en el
tatami.
El Sensei
anciano sonríe a la cuarta
técnica que, le
despega, y a
la sexta ríe a carcajadas,
disfruta. Se mueven
por el tatami
que, todos hemos
despejado, es una
danza extraña, hipnótica,
dos luchadores riendo
como locos, disfrutando
como niños, alegrando
a Jigoro Kano
que, desde el
cuadro asiente emocionado.
Nadie tomo
el tiempo, ellos
no lo reclamaron.
En determinado momento
el Sensei anciano
ataca un Uchi
mata de Kata,
perfecto, medido, provocado,
preparado durante varios
minutos y Sensei
Firpo despega y
se eleva, están
al borde del
tatami y todo
hace prever que,
caerá o aterrizara
fuera, lastimándose porque
va de cabeza.
Estoy a cuatro
metros y sé
que, no le
dará para meter
la cabeza, girar
y hacer una
caída. Siento que,
el Sensei Firpo,
mi padre, va
a salir muy
mal parado y
el debería saberlo
mejor que, nadie,
pero sonríe……sabe algo
que, yo ignoro,
es evidente.
El Sensei
anciano, es todo
calma, percatándose de
que, su Uke
necesita ayuda, simplemente
retrocede un pasito
y ejecuta un
Kake perfecto, se
escucha un: Blammmmmm,
provocado por el
golpe del Sensei
Firpo acariciando el
tatami, de un
salto, está de
pie saludando al
Sensei anciano que,
ya esta rodeado
por sus alumnos,
le saluda y
se ponen, a hablar, a
un costado. Seguimos
todos entrenando, yo
acababa de entender
como se hacía:
Kake. Ver al
Sensei, usando a
mi padre, como
un látigo contra
el tatami, acelerándole
para recogerlo después,
permitiéndole una caída
limpia, fuerte, perfecta;
fue la clase
definitiva que, necesite
para entender la
dinámica final de
una técnica de
lanzamiento.
Seguimos y
el Sensei ordena
O uchi gari.
Yo hago cualquier
cosa menos lo
que pidió; se
acerca y se
dedica a enseñarnos
cómo hacerlo, viendo
que, yo y
mi Uke somos
negados, idea un ejercicio
que, no se
lo van a
creer: da resultado
y vuelvo a
Montevideo sabiendo que,
buscar en O
uchi gari. Enseña
y corrige a cada pareja
y sus alumnos
igual: derrochan paciencia
y conocimientos.
En el
bus, volviendo a
casa, no aguanto
y le pregunto
a Sensei Firpo,
mi padre, como
podía sonreír sabiendo
que, se iba
a romper la
cabeza, cayendo sobre
el cemento.
-El Judo
es confianza. Confianza
en tu entrenamiento, confianza
en tu Sensei,
confianza en tus
compañeros, confianza en
tu Tori o
en tu Uke.
El Sensei lo
arreglaría, solo tenía
que, ayudarlo y
confiar en él.