Julia tiene
37 años, un
matrimonio sin hijos,
un esposo aburrido
y lleva, por
lo tanto, una
vida rutinaria y
cómoda. Hasta hoy
que, es, el
día de encuentro.
Se arreglo, muy
discretamente, para no
llamar la atención,
salió de casa
y camino hasta
la cercana parada
de bus. Todo
el camino y
mientras esperaba al
bus, se sentía
nerviosa, muy ansiosa,
y la cosa
no mejoro durante
el viaje. Eran
tanta su ansiedad,
expectación y la
cantidad de pensamientos
que, pululaban en su cabeza que,
no lograba controlarse,
su nerviosismo aumentaba,
conforme el viaje
llegaba a su
fin. Se bajo
una parada antes,
quería caminar y
calmarse, según se
acercaba, al edificio
adonde se dirigía,
las dudas le atenazaron,
titubeaba entre dar
media vuelta o
seguir y presionar
el timbre, avisando
de su llegada.
Parada frente al
edificio sospesaba que,
hacer, surgen muchas
dudas.
Armándose de
valor presiona el
timbre y espera,
las dudas persisten
y su corazón
late con fuerza.
Ha tomado una
decisión que, la
pone en sus
brazos, un abrazo
fuerte que, la
abruma y los
nervios la paralizan.
Él la guía
al ascensor y
el viaje se
le hace eterno
y la distancia,
marcaba los limites
a romper. Difuminándolos. Dentro del
departamento, un suave
olor, a incienso,
le da la
bienvenida; varias bibliotecas
inundadas de libros
la hacen distenderse,
acaricia lomos, husmea
y saca alguno
que, ya leyó
o quiere leer
en algún momento.
Se tranquiliza tanto
con los libros
que, puede entablar,
una amena, conversación.
Se sientan
frente a frente,
con un café
muy aromático, de
por medio que,
incentivaba las miradas
y a los
pensamientos, nacer y
sucederse, con naturalidad.
La misma naturalidad
que, reflejaba su
postura erguida, pero
cómoda, con la espalda
recta, como si
fuera un caballero,
frente a un
desafío; a pesar
de sus años,
reflejados en su
cabello blanco. De
movimientos lentos, pausados
y firmes denotaba,
aunados a su
postura, madurez y
confianza. Resultaba muy
elegante. Contribuía a
relajarla cada vez
mas pero no
le quitaba las
dudas, ni cierta
ansiedad. Sus manos
se veían suaves,
cuidadas, tenían vida
propia, como cuando
manejaban, con sabiduría
e intuición, una
cámara y con
su lente, inmortalizaban instantes
condenados de otra
manera al olvido.
Ya fueran paisajes
hermosos, el rostro
de mujeres que,
probablemente no volvería
a ver; o
captando la felicidad
de quienes se
comprometen ante Dios
para toda la
vida y tienen
un mundo de
proyectos en común;
o la crudeza
del niño que,
lo mira fijamente
desde su pobreza
infame cuestionando la
pobreza intelectual, de
quienes miran su
foto, desde el
confort, la seguridad
y la ausencia
de hambre y
frio. Manos que,
definitivamente captaron en
una decima de
segundo, una amplia
variedad de emociones
o consiguieron fijarlas
y trasmitirlas.
La charla
transcurría con fluidez,
sin forzar para
nada pero no
terminaba de sentirse
cómoda, demasiados nervios
y ansiedad, demasiado
tiempo, sin hacer,
nada semejante. No
dejaba de observarlo
atentamente, todo lo
que veía y escuchaba le
gustaba y eso la hacía
sentirse tensa, pues
pensaba que, resultaba
una mezcla de los hombres,
descubiertos en sus
libros, idílico o
no, eso era
lo que, sentía
y pensaba.
Su mente
voló al momento
en que, le
había conocido, unas
semanas atrás. En
aquel momento su
vida rutinaria y cómoda, amén
de aburrida, dejo
de serlo; aquella
noche, el manto
oscuro, le proporciono
aquello que, tanto
necesitaba y llevaba
años anhelando. Ella
sabía que, la
noche podía ofrecérselo:
el manto oscuro!,
entonces se sumergió
en ella, dejándose
devorar, en busca
de algo que,
la hiciera sentir…….sentirse viva.
El manto oscuro
oculta: a los alcohólicos, a
cualquier adicto; oculta a las madres
solteras, a las
mujeres solitarias, a las
solteronas; unas vestidas
para matar o
morir y otras
embutidas en vestidos
que, resaltan antes
que, conseguir esconder,
cuerpos engrosados por
los embarazos o
el paso de
los años; todas
estas mujeres ofreciéndose
delicadamente por un
poco de amor.
Oculta a los
hombres, aburridos de
esposas convencionales, cansados
de tantas responsabilidades o
simplemente infieles, por
naturaleza. Todos, mujeres
y hombres, buscando
y esperando la
mejor oferta de
placer, sin complicación
alguna. El manto
oscuro, también ampara
a jóvenes emanando,
pura adrenalina y
espontaneidad. Y a
los amantes.
El manto
oscuro se abre
y ella, se
pierde en él, se ofrece
generosa, dispuesta. Tras
unas horas, el
manto oscuro le
brinda lo que,
buscaba, o necesitaba,
o quería, o
todo eso y
más. Sentada en
la barra, se
deja mecer por
la música, un
poco de alcohol,
navega por sus
venas y eso
es el empujón
final, es cortar
el ancla, subir
todas las velas
y perderse mar
adentro, sin una
sola ojeada a
tierra firme. Vuelve
la vista a
un costado y
él, le está
mirando, esa primera
mirada, marco un
sentimiento que, no
olvidara.
Vuelve al
presente, él, habla
de su trabajo
de fotógrafo, siente
verdadera pasión y
se le nota,
siguen sentados frente
a frente pero
él, se levanta
a buscar el
Notebook, quiere mostrarle
algunos trabajos. Lo
pone delante de
ella y se
para detrás para
poder explicarle algunos
detalles de las
fotos, Julia mira
fascinada el tatuaje
que, corre a
lo largo de
su brazo, es tan real
que, se le
antoja vivo. Las
fotos son un
muestrario de sus
viajes, son conmovedoras
hasta cuando retratan
a una jovencita
entrando a un
Centro Comercial, denota
mas soledad que,
la del niño
semidesnudo, parado, en
medio de ninguna
parte, dentro de África; el
negrito ríe con
todos los dientes
y te rompe
el corazón, la
jovencita va seria,
enojada y sola
y no te
rompe nada. Las
manos de él,
se posan sobre
las suyas, sin
percibirlo, con naturalidad
y firmeza, tomando
posesión. Ella se
pone tensa instantáneamente pero
el calor de
sus manos le
trasmiten confianza y
la llevan a
ceder, pero él,
noto como se
envaraba y la
suelta sin forzarla,
envolviéndola sutilmente, en
un tira y
afloja, viejo como
la Humanidad. Como
Julia no expresa
ningún otro tipo
de respuesta, vuelve
a sentarse frente
a ella y
retoma la charla
con fluidez, haciéndola
sentir cómoda, trasmitiéndole que,
no hay apuro
que, la esperara.
Cuando le
vuelve a agarrar
las manos y
se acerca para
besarla, Julia lo
desea y si
bien no hace
ni dice nada,
él, percibe claramente
el cambio y
la besa suavemente,
tanto que, a
pesar de que,
todo es un poco o
bastante confuso, en su cabeza ,
simplemente deja que,
todo siga su
curso, se abandona
a la caricia.
Fluía de él,
tanta ternura y
amabilidad que, ninguna
mujer se habría
resistido, mucho menos
una poco acostumbrada,
a recibir un
trato tan agradable
y estimulante. Siendo
como es, una
mujer que, es
con la soledad,
con quien, mejor
convive y se
entiende. Sus manos
la recorren expertamente,
con cautela, excitación
y firmeza, conquistan
su cuerpo hasta
tenerla rendida, abandonada
al placer de
las caricias, los
besos y el
generado por los
distintos aromas que,
la invaden, haciéndole
saber, exactamente que,
hace ahí, instante
en el que,
el placer, la
desbordo completamente.
En el
bus, de regreso
a su pueblo,
a su casa,
sentada sola, rememora
lo vivido, no
puede evitar sonreír
embobada, satisfecha. Cerró
los ojos y
lo primero que,
recordó fue su
aroma, el olor
que, desprendía su
piel. Siete esencias
son necesarias para elaborar
el mejor perfume;
el aroma de
su piel nadie
había podido, captarlo
mucho menos capturarlo,
ni el mejor
perfumista, ni por
lo tanto, concentrarlo, en un buen cristal francés. La mirada
de él, penetraba.
Las sillas y
la mesa se
les quedaron chicas,
incomodas, para seguir
dando y pidiendo; los
senos comenzaban a
doler debido a
su experta lengua
que, los recorría
suavemente, atendiendo especialmente
a los pezones.
Una de sus
manos, había rebasado
el elástico defensivo,
asaltando su vagina,
quito la mano
y probo lo
mejor de ella.
Con urgencia la
llevo a la
cama, la desnudo
y volvió a
penetrarla, nuevamente con
la mano; profundamente, esa
mano fuerte y
hábil que, la
guiaba, la preparaba
sabiamente, denotaba que,
no tardaría en
cambiar una herramienta
por otra, como
así fue.
El rostro
mostrando placer, el
pelo blanco pasando,
entre sus pequeñas
manos. Él, la
aplastaba musitando una
extraña mezcla de
palabras, muchas en
Italiano que, ella
no entendía pero
las sentía. Fluían
muchas cosas, mucho
de todo y
todo era una
fusión. Sentada encima
de él, sintiéndolo
dentro, profundo; totalmente
desnuda, sintió que,
podía mostrar, realmente
mostrar, sus sentimientos.
Su pelo todavía
negro, largo, era
la telaraña que,
el tejía con
sus manos, dejándola
llevar el ritmo,
como sabiendo que,
eso era exactamente
lo que, ella
necesitaba. Mirándola extasiado.
Abre los
ojos, se acerca
a destino, a
su casa. Baja
del bus, el
sol le castiga
la cara, golpeaba
su rostro como
pidiéndole explicaciones y
todo se movía
muy rápidamente, mientras
ella caminaba y la fragancia
de su piel,
comenzaba a desprenderse…..lentamente.
Especial agradecimiento a
una Lectora, Escritora
para sí misma
que, me hizo
llegar algo que,
escribió y me
regalo para que,
yo hiciera lo
que, creyera conveniente
con su texto.
Me dio a
su bebe generosa
y quiere Anonimato,
se lo mantenemos.
No puse Amiga
a propósito, espero
ganarme ese título,
aunque yo, ya
la considero amiga.
¡Gracias!