Curse 5to
por quinta vez,
en el Liceo
1, Rodó. Era
1989 y ese,
el último cartucho
disponible para conseguir
terminar el Liceo,
La Reguladora había
sido explicita, a
través de una
empleada: Última Oportunidad.
Aprovéchala o quedaras,
afuera, del Sistema
Educativo.
Fue
un año hermoso,
por múltiples razones.
Una de ellas,
mis compañeros de
clase: Inés, Andrea,
Carlos, Gonzalo y
otra piba que,
se me fue,
el nombre. Inés
me lee, nunca
comenta en público,
se busca y
busca, en los
protagonistas, a aquellos
actores y un
comentario suyo, me
llevo a escribir
esto. Para que,
sigas entendiendo amiga,
esta historia es
para vos, toda
tuya.
Yo
quería de verdad
terminar del Liceo,
mi novia, reciente,
estudiaba mucho y
no dejaría, de
hacerlo, yo debía
estudiar más. Había
aprobado el examen
para Cinturón Negro,
dominando más de
60 palabras en
Japonés, fui al
examen a buscar
la nota máxima,
no a probar
suerte. Eso suponía
dos cosas: no era
retrasado, simplemente no
estudiaba. Y en
segundo lugar y
no menos determinante:
Cinturón Negro significaba:
Responsabilidades y Obligaciones,
no era una
opción, seguir bobeando,
era hora de
empezar a, comportarse. Era
un grupo chico,
dos o tres
abandonaron casi nada
mas, empezar. La Profesora
de Literatura creía
ser estricta, jajaja
y la Profesora
de Italiano, me
conocía! Karma, Karma,
Karma, nombres, apellidos,
personalidad, carácter, andanzas,
era la hermana
mayor de una
compañerita de clase
de la Scuola,
mil millones de
años antes y
se acordaba, perfectamente, un
desastre. Me encaro a
los tres minutos
de llegar, en Bedelía:” Vas
a darme trabajo,
Rafa?(Helado, un cucurucho
era, no conteste
nada) Cuando le
diga a mi
hermana que, te
tengo de alumno,
se va a
reír. Tengamos la fiesta
en Paz, pórtate
mejor que, bien, estaré
pendiente de todo
lo que, hagas.
Anda a la
clase, yo enseguida
voy.” ¿La hermana?
¿Cómo mierda me
conoce? ¿Qué hago
ahora? Me tuvo
sentado casi un mes, antes
de decirme quien
era su hermana,
la muy retorcida. Los
demás eran Profesores
normales.
Ese
año pasaron un
montón de cosas,
las típicas de
cualquier clase, cualquier
Liceo y cualquier
grupo de adolescentes
y no tan
adolescentes, nos divertíamos
una barbaridad. Al
mes me sentía
muy cercano a
Inés y a
Gonzalo y protegía
a Carlos, el
más chico de
edad, el más
maduro, en muchas
cosas, el más
valiente, alegre, divertido
y con ganas
de vivir. Hablaba
con Andrea, aunque
menos. Las cosas
funcionaban razonablemente bien.
Sin peleas, sin
ningún tipo de
violencia y cómodo.
Un
grupito de guachos,
solía ponerse, en
la vereda, cerquita
de la entrada
del Liceo. Robaban
camperas, autorradios, bolsos
y molestaban a
los peatones, ponían especial
énfasis en las
mujeres. Estaban ahí
desde antes de
que, yo apareciera,
seguirían, cuando yo
hubiese desaparecido, no
era mi problema.
Mi problema eran
Inés, Andrea y
en mayor medida,
la Profesora de
Italiano que, tenía
la maldita costumbre
de estacionar, por
las calles cercanas
a la Rambla,
más oscuras y
solitarias que, para
el lado de
18 de Julio.
Las dos primeras
eran de la
zona, archiconocidas, probablemente
no las molestarían
pero la Profe…….era
una manteca, la
picarían como un
queso.
Manteniendo, el
firme propósito, de
comportarme y evitar
líos propios, ajenos
o auto impuestos,
fingí que, no
había visto el
cáncer y las
semanas pasaron. Una
tardecita llegue temprano,
porque mi novia,
se pasaría a
verme. La esperaba
apoyado en la
pared cuando esos
guachos se sienten
inspirados y me
reclaman cigarros y
algo de guita.
El cáncer se había despertado
y se desperezaba.
-No
fumo y no
tengo guita, para
darte.-
-Somos cinco,
te obligaremos a
darnos lo que,
lleves.-
-¿Cinco que,
son?-
-¿Somos cinco,
no nos ves?-
-Cinco cachorritos
de perro, veo,
poquita cosa. Acostumbrados
a robar a
mujeres indefensas y
guachas y guachos
del Liceo, poco
acostumbrados a defenderse.
No me confundas,
mírame bien y
decidite, si es
pelear, pensa que,
les voy a dar mucho
palo, van a
llorar, rotos. Hagas
lo que, hagas,
no te quiero ver más acá, cambia de
lugar, este Liceo,
todas las guachas,
las Profesoras, las
dos pibas que,
se van juntas
y son del
barrio, las de
la semana pasada,
rubia y morocha
y la Profe
que, esta divina
y estaciona por
ahí abajo, la
del Amazon; mantenete
alejado de todas
ellas y de mi novia,
también. La flaca
de rulitos, sé
muy bien que,
la tenes, también
entra en el
lote.-
-¿Quién te
crees que, sos?-
-Te
voy a ayudar.
Busca al Negro
Justo, decile que,
Rafa le manda
saludos y pide,
lo que, te pedí. Mañana
él, estará acá,
esperándome, con alguno
de los muchachos
y vos, también
estarás. Un poco
más temprano que,
ahora, ahí viene
mi novia, no
quiero tener que,
hacer nada con
ella cerca, oblígame
y empeza a
arrepentirte.-
-¿Te
conoce el Negro
Justo?-
-Averígualo, esfúmense.-
La
flaca llego alegre,
nos dimos unos
besos, abrazados, teníamos 10
minutos, mejor que,
nada, eran, aunque
no alcanzaban ni
para empezar. ¿Soltarla
a ella y
entrar a clase?
Era un mal
negocio, pero así
y todo, nos
soltamos y entre
a clase.
Al
día siguiente vi
al Negro Justo
y sus muchachos
desde lejos, también estaban
los cachorritos meneando
el rabo pero
a un costado,
en segundo plano,
como correspondía a
su escasísima importancia.
Identifique a Lata
a la izquierda
del Negro Justo,
los demás no
me sonaban pero
eso era irrelevante,
si eran laderos
del Negro Justo,
entonces, eran pesados,
de verdad. La
gente les esquivaba,
como quien rodea,
a una fiera,
destacaban en la vereda,
daban miedo, lisa
y llanamente. Era
temprano, faltaba más
de media hora,
para la salida
de alumnos del
Liceo y entráramos
nosotros, del turno
de la noche.
Tiempo de sobra.
-Negro, ¿Cómo estamos?
¿La familia, el
guachaje?-
-Bien, Rafa,
mucho tiempo, sin
dejarte ver, y
anoche, este, me
dice que, andas
en la vuelta
que, estudias acá. Y que,
le has dicho
que, hay unas pibas
intocables, y una
mujer joven y
que, no los
queres por acá.
Le pregunte como
era ese que, decía
conocerme, cuando
me dijo que,
tenias rulos, bajo,
poca cosa, supe
que, eras vos.
Pero tenía que,
asegurarme. ¿Queres algo más?-
-Si
hacemos extensivo a
todas las guachas
el asunto y
las profesoras, bueno
Negro, seria genial,
seria bárbaro. Las
dos guachas, las
que, son mis
amigas y viven ahí
abajo,
deberán seguir, siendo
intocables, cuando yo
no pare por acá. Un
favor especial que,
me harías.-
-¿Hasta cuando
andarás en la
vuelta?-
-Este
año hasta que,
termine, el que,
viene no lo sé.-
-No
controlo a todos,
te lo aviso,
porque, puede pasar
que, alguno haga
una cagada.-
-Lo
sé, no es fácil, si
eso pasa, buscare
a quien lo
haya hecho y
le dejare baldado,
supongo que, lo entenderás. No
quiero líos, no
quiero peleas, no
quiero problemas, no
quiero faltarte al
respeto pero pido,
humildemente que, mientras
pare por acá,
no me obliguen
a sentirme en
el compromiso, de
defender, a nadie
ni vengar nada. Entiendo perfectamente
que, pueda molestarte
o a otros,
¿preferís la otra vía? ¿Queres
que, sea a
navajazos?-
-Vos
no usas navaja.
Vas desarmado, aunque
eso tampoco sea
exacto, ¿verdad? Si algún
retrasado, quiere
tentarte, bueno que,
se banque lo que, le
hagas. Yo sé
bien que, no
necesitas armas y
vi personalmente en que, te convertís, no
quiero a ese
Rafa, detrás mío.
Nadie tocara a
ninguna guacha mientras
pares por acá,
las dos marcadas,
seguirán bajo tu protección. Tenes
mi palabra.-
-Bárbaro, gracias
Negro. Otra cosa,
que nadie sepa
esto, que nadie
pie, no quiero
que, se sepa. Guardémoslo entre
nosotros, como lo
que, paso aquella
noche.-
-Los
míos son tumbas.
Mejor nos vamos,
llamamos la atención acá
parados. Aquella noche…… ¿Por qué lo
hiciste?-
-Veinte contra
cuatro, no es una
buena
relación, equilibre la
balanza. Una locura.-
-No,
fuiste valiente, mas
que, nosotros, mas
que, ellos. Nadie
se animo a entrarte, veinte
y se cagaron,
nos sacaste enteros,
nunca vi nada
igual.-
-Olvídalo Negro,
nunca paso. Gracias
y perdóname la
molestia.-
-No
es molestia y
nunca olvidare aquello.
Nos vemos.-
-Nos
vemos, cuídate.-
El
Negro Justo y
su gente se
van. Apoyado en
la pared oteo
la calle hacia
la Rambla, Inés
tiene que, aparecer
en nada, sola,
con el novio
o con Andrea
o los tres
juntos. Solita, aparece,
camina con gracia
y sonríe al
verme, nos saludamos
y entramos a
clase.
El
Negro Justo murió en
la cárcel Libertad
en un motín
y al Lata
lo mataron a
navajazos en la
Ciudad Vieja, de
los demás no
se qué, fue.
Eran delincuentes sin
excusas, eran hombres
que, ya de
niños, estaban fuera
del sistema, concebían niños
que, ya nacían
fuera del sistema.
Tenían más honor
que, muchos decentes.
Memoria, gratitud y
respeto les adornaba.
Nadie toco ese
año a las
estudiantes del Rodo,
la Profe de
Italiano estaciono donde
le pareció sin
que, su coche
o ella sufrieran
contratiempo alguno. Mis
niñas fueron y vinieron, libres.
Y lo mejor de
todo: sin dar
una sola piña,
sin hacer ninguna
técnica de Judo
y sin que,
nadie supiera que,
pasaba.
Si
Inés, si, empecé
a cuidarte casi
de inmediato y
nunca lo dudes: sigo
queriéndote, mucho. Extrañándote.
Añorándote. Tenerte lejos,
amiga, se hace
cuesta arriba. No verte, ni
a tus hijos,
que, estos no
puedan jugar con
Luna, no poder
hablar con Aldo,
todo. Ahora, me
regalaste un año
de tu vida,
de tu familia,
de tu abuela
y me empujaste
a salvar los exámenes. Yo habría
querido
tenerte más cerca,
pero si nunca
pasa, aquellos meses
me sirven. Es
infinitamente más, que
nada. Te quiero
Inés, te mando
un abrazo de
los nuestros.