Son las 0526, abro los ojos y miro el
despertador, en 4 minutos sonara, lo apago, antes que despierte a medio
edificio. Tras vestirme y pasar por el baño, voy a la cocina y antes de entrar,
me acuerdo que no queda azúcar. Debí acordarme de comprar ayer pero se me escurrió
de la memoria y ahora no hay café. Decido tomarme un café con leche de camino
al trabajo, que hoy será liviano, no se harán las 1300 trabajando o eso deseo y
con los planetas alineados, igual zafo a las 1100, veremos. Los bares de mi calle están cerrados, es temprano; subo al garaje que está
a unos 70 metros, saco el coche y empiezo a callejear, buscando la salida del
barrio y si hay un bar abierto. Nada abierto, encaro la avenida y sigo relojeando
bares, entro al túnel y no veo un carajo, solo siento el aire recalentado del hormigón,
el coche tiene roto el aire acondicionado y voy con las ventanillas bajadas.
Saliendo del túnel veo que hay un bar abierto, tengo que cruzar en diagonal violentamente, tres carriles a la derecha
para poder estacionar, casi no hay trafico pero voy rápido, ni siquiera lo
intento, el próximo. Las farolas están rotas o apagadas ahora y no veo un pomo,
además están ahorrando los bares en carteles de reclamo o también están apagados, arrimo
al cordón y aminoro, no sea cosa que pase de vuelta lo mismo, no hay un maldito
bar abierto y casi me hago a la idea de tomar un café asqueroso de la maquina
del trabajo. Ante semejante suposición recuerdo que a un kilometro hay una estación
de servicio abierta que tiene cafetería y decido que será ahí que me tomare mi café
con leche. Divago mientras espero que me lo sirvan, son las 0552 y entro a las
0630, al trabajo desde ese punto, hay unos 15 minutos, voy de lujo. Divagando,
divagando, son las 0613, ¡voy a llegar tarde! Tiene gracia, después de haber madrugado. Arranco el coche, salgo a la avenida, hago la rotonda que me sitúa en la
que me dará salida a la autopista, una ojeada al termostato me informa de que
el motor tiene temperatura de trabajo y piso el acelerador. Respeto cada semáforo
hasta llegar a la autopista y piso casi a fondo. Tengo una recta larga de kilómetros
que tiene una curva a izquierdas muy abierta, después una curva peraltada a la
izquierda y otra en bajada a derechas, la salida de la autopista y una ese muy
peligrosa completamente ciega y exigente que hay que encarar a 30 kilómetros
por hora si queres evitar los quita miedos y el muro que está justo detrás de
estos; le sigue una curva a derechas cerrándose suave, una rotonda, giro a
derechas en 90 grados y giro a izquierdas en 90 grados para llegar, unos 14 kilómetros
en total, 9 son rectas de tres y cuatro carriles, es sábado y no hay casi tráfico.
Piso y la aguja llega a 160 kilómetros por hora, unos 152 reales. Paso a un Citroën
y vuelvo al carril del medio; el espejo me muestra un Opel que viene y viene
pero no me pasa, se pone atrás, 15 metros y acorta hasta menos de 10 metros, no hago nada, solo le
vigilo, voy a trabajar, no corro carreras, son las 0624, llegare hasta con
margen podría aflojar pero me gusta correr y hoy el asfalto es solo mío y del
que tengo atrás. El Opel se mueve al carril de la derecha cómo si fuera a salir de la autopista, aflojo y bajo a 140,
adelanto a un MB viejo; tengo a 2 kilómetros la curva, hora de ir soltando, el
Opel esta otra vez pegado y voy a putear cuando la luz azul destella: ¡Me
habían cazado! Es la Guardia Civil. Pongo el señalero a la derecha, aminoro suave
y voy recostándome al muro de lo que sería el arcén, me paro completamente y
apago el motor. Voy a acordarme mucho de esta madrugada, pienso, mientras veo
por el espejo bajar al Guardia Civil, viejos reflejos de otra vida, me hacen
dejar las manos en el volante, bien a la vista, él no sabe quién soy, que se va
a encontrar y verme las manos, le tranquilizara.
-Buenos días. ¿No le parece que va muy
rápido? ¿Adónde se dirige?-
-Sí. No tengo excusa, múlteme, retenga
el coche, haga lo que deba hacer. Voy, iba al trabajo, en el Polígono La Reva.-
-¿Ha bebido o está bajo los efectos de
alguna droga?-
-No señor, llevo solo un café con
leche.-
-Aunque sea sábado, haga el favor de
respetar los límites de velocidad, siga, pero hágalo despacio.-
-¿Me deja irme?-
-Despacio.-
Arranque el motor, metí
primera, por el espejo le vi subir al Opel, de un modelo que jamás dirías que
es un coche camuflado y por eso tienen éxito, cómo el MB que la semana pasada
paro a un camión, era un cochazo de un modelo nuevo, al que jamás imaginas que
lleva a los representantes de la ley. Empecé a rodar, subí hasta los 80 kilómetros
por hora, pase las curvas, salí de la autopista y el Opel me marcaba a 30
metros, pensé que esperaban a que entrara al Polígono donde sobra espacio para
revisar un coche y hacer multas. Ultima rotonda, señalo que giro a la derecha y
el Opel señala que se va a la izquierda y efectivamente, cuando giro a la
derecha, ellos lo hacen a la izquierda, bordean la rotonda y encaran la entrada
a la autopista. Pienso que lo único que puede haberme salvado de la multa y retirada de
puntos es que acepte que había obviado los límites de velocidad; que no entre
en la provocación y no corrí más de lo que lo hacía aunque mi coche no debe
llegar a los 180 kilómetros por hora y ellos llevaban material para pasar de
largo los 200. Corría, si, respetando las demás normas de circulación, no le parecía
que fuera bajo los efectos de ninguna droga, al punto de que no me hizo soplar
ni hacer ningún otro test y mi uniforme le habrá dicho que efectivamente iba a
trabajar pero no se en verdad que evito que me multara, solo puedo elucubrar hipótesis
pero no saber la verdad. Cómo siempre digo: No te saltes las reglas, si lo
haces, acepta lo que te caiga encima por hacerlo y sin rechistar. Yo había
aceptado que me caería una buena, estaba resignado, me comporte y jamás espere que no me
multaran, como jamás imagine que aquel Opel era de la Guardia Civil.
Muy buen post, nano, pero los límites se ponen por nuestra seguridad (la nuestra y la de los demás, que no tienen culpa). Un saludo y conduce con cuidado jejejeje
ResponderEliminarSiempre lo hago, hay lugares donde ni se me ocurre pisarlo. Por puro pundonor, desde ese sabado no pisdo el acelerador. Un abrazo
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