Hay
cosas que de tanto hacerlas, de tanto repetirlas, las incorporamos a nuestro
acervo y dejamos de pensar en ellas como algo difícil o complicado, nos sale
con naturalidad, igual que caminar o respirar. Dos acciones que no necesitamos
pensar cómo hacerlas, para poder ejecutarlas y cómo las técnicas o fundamentos
que hemos aprendido, damos como naturales y dominadas por todos pero no es así.
Es
el caso de los agarres. O del posicionamiento de los pies, el adecuado, el más
efectivo para que la entrada que pretendemos ejecutar para que sea viable y
efectiva. Desequilibrar de manera de dejar a Uke vendido para que mi ataque sea
o pueda ser efectivo o llegue a serlo y le reste posibilidades de contrarme. Hay
otras cuestiones: saber hacía donde voy a proyectar, saber donde deberá caer en
principio y saber las alternativas, según su reacción; saber si el ataque es
cuando va o viene, si debo agacharlo o levantarlo; una que es básica,
fundamental: tener en cuenta si es más alto o más bajo, en función de una u
otra, modificare el agarre y hasta la técnica que usare.
Eso es algo que me aburro de ver y explicar, es tan básico que cualquiera con
seis meses en un Dojo debería saberlo.
Estamos
en uchikomi, Sensei pide una técnica y automáticamente agarro para
hacerla pero a mi gusto y manera, probablemente no sirva para un examen, no sin
antes mostrar la ortodoxa pero sigue siendo Judo. Puedo trabajar por la derecha
o la izquierda y lo hago para no sobrecargar el lado izquierdo que es mi lado
fuerte ahora; no necesito que Sensei lo pida, lo hago de entrada. Todo es en
modo Auto, desde la mano que agarra detrás del codo o bien en la punta de la manga,
según vaya a ser Sode o Harai por poner ejemplos; atraso las caderas o adelanto
una pierna; mi otra mano pasa por debajo de la axila y aferra tela sobre el
omóplato o si llego, agarro la solapa a la altura del cuello en un agarre
difícil de conseguir pero letal si llego a tenerlo. Todo sin pensar, se lo que
tengo que hacer, llevo haciéndolo años, atrás quedaron los tiempos de pensar
que es Sode o que es Ashi Guruma, Sasae o qué demonios es Eri Seoi Nage
mirando a los cinturones negros para ver qué es y después tratar de imitarles haciéndome
un nudo con las piernas y obnubilandome al sentirme tan torpe.
Si
toca practicar algo diferente, algún giro de cadera, poner el pie de
determinada manera o incluso hacer la entrada con la pierna equivocada por
decirlo de alguna manera pero que no es exacta, es para graficar, no hay que
cerrar las puertas a las variantes técnicas; para ganar tiempo y tener
velocidad extra o romper un agarre fuerte o lo mejor: sorprender al adversario
que queda desarbolado; se complica el asunto pues no suele practicarse ni
verse, lo que las convierte en rarezas; además de ser difícil poder hacerlas y
ni hablar, conseguir fluidez.
Escribí
de tanto hacerlas, de tanto repetirlas. Y ese es el problema, si la cantidad de
Uchi Komis y su calidad, no es alta en cada clase, difícilmente consigamos
aprender y fijar los movimientos e ir incorporando nuevos que son más exigentes
a nivel de coordinación y del tempo que es necesario para ejecutarlas y
entender cuando es la oportunidad para usar una u otra; cosa que sucederá
con los años. Años si haces
cientos de entradas por semana, décadas si haces unas pocas y aflojas pues ya
hiciste 20, eso con suerte. Pero
el problema anterior a todas estas consideraciones, deriva de que creemos
que todos lo saben, que a partir de cierto nivel, no hace falta explicarles
ciertas cuestiones o no debería y la realidad es que hace falta explicarles a
la mayoría que estamos haciendo y las razones por las que agarro detrás del
codo, debajo del mismo, en la manga a la altura de la muñeca o por dentro sobre
su tríceps bien bajo. A qué se debe que mi mano pase por debajo de la axila o
cuando elijo hacerlo; cuál es la razón de que agarre la solapa muy abajo y no
donde solemos hacerlo o a que responde que ataque Hane Goshi, empezando la
entrada con la pierna que normalmente dejamos para el final; cuando la hago con
un salto, con giro o por qué optó por Hane Makikomi.
O de dónde demonios saque esa capacidad suicida de pegarme a Uke y si es
grande, más me pego; o mi combinación de Ouchi-Kouchi que nació en los Randoris
con Sensei Marcelo Erlich y debido a su rapidez de piernas (Averigüen de dónde
le viene) y mi bisoñez tuve que trabajar mucho para pulirla, a él jamás le cace
pero fue un excelente sparring que me ayudó a trabajarla y hacerla efectiva y
hoy es tan mentirosa, tan poco peligrosa que si te descuidas te la enchufo
porque el agarre y todo el enfoque es tan poco ortodoxo que nadie que no haya hecho
Randori conmigo adivina que es efectiva y me sirve para combinar, por si no
sale, ya estas desequilibrado o en franca retirada y te sigo; fue Sensei Firpo
el que me la mostró pero no fue hasta tener que buscar algo para incomodar a
Sensei Marcelo Erlich en Randori que la reflote; es bien una combinación que
lleva su sello. Me desmoraliza explicar que vale, que sirve, a mi me sirve, que
no todo es fracturar dedos peleando por los agarres. Lo explico y no cala, lo
sufren y no cala; cada tanto un Judoka sonríe y no hace preguntas bobas, solo
pide que la desmenuce y se la enseñé. La
última vez fue en un campeonato, un rival que me hizo papilla, pa-pi-lla: me metió
kata Guruma bien desde abajo, le contree con Harai Goshi y lo despegue, en el
aire se revolvió en una suerte de Ura Nage sin apoyos, a puro brazos y dorsales.
Fueron siete segundos de combate. Contra de contra, increíble la caída e increíble
la sensación en el aire cuando me giro y no fui capaz de hacer nada.
Evidentemente estuvo observándome, a él no tuve oportunidad de hacérsela y al
rato de terminar nuestra categoría, se acercó y me pidió que le mostrará cómo
agarraba, cómo la preparaba y cómo la hacía. En un costado, le enseñe lo que yo
perseguía, buscaba, lo absorbió rápido y antes de despedirse y agradecer el
gesto, prometía trabajarla, saliera o no, la trabajaría, le veía un potencial bárbaro.
Esa tarde tuve la satisfacción de actuar tal y como me enseñaron mis Senseis,
di lo mejor que tenía compitiendo y mostrándole a mi adversario una combinación;
no éramos enemigos, ni rivales, sí que éramos hermanos en Judo; Judokas
estudiando y aprendiendo, no solo a competir, a ganar o perder, a cómo hacerlo,
aprendíamos a ser generosos y humildes. A disfrutar de una derrota, si señoras
y señores; perder así es mejor que ganar empujándolo fuera del tatami o por no
combatividad.
Pero
solo con explicarlo no alcanza. Hay que entrar, entrar, entrar, entrar y buscar
las respuestas. Y mirar a los que saben, fijarse en cómo agarran, cómo se
paran, cómo ponen los pies, cómo hacen las entradas; observar sus manos, su
cadera, las piernas, la cabeza. Si en la clase hay un compañero que domina la
técnica que queres incorporar, ponete con él en Randori, cien, mil, miles de
veces, sentirlo moverse , prepárate, atacarte; sentí cómo te domina en el aire,
cómo te controla, cómo te cuida en todo momento. No alcanza con recibir
explicaciones o ver cómo se hacen las cosas, hay que poner ganas, esfuerzo,
cerebro y concentración en lo que se está haciendo.
Y hacerlo durante el máximo tiempo posible. Probablemente debamos explicar más las cosas que creemos
que son conocidas, recordar más cuando nosotros éramos los que aprendíamos los
fundamentos y cada cosa nueva era un mundo de dificultades. Ante un nivel
tan bajo en todos los órdenes que hacen al Judo, es algo que tenemos que tener
presente en todo momento y armarnos de paciencia para asegurarnos de que los aspirantes aprenden correctamente. Cosa que no pasará si damos por sentado que saben o deberían saber algo.
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