domingo, 24 de julio de 2016

Llegar a disfrutar de Ne Waza.

Un par de sábados atrás, estuve con un Judoka amigo, compartí con él tatami durante más de una década pero ya no entrenamos juntos. Tiene un Harai Goshi potente, difícil de parar y un De Ashi Barai que te saca volando, entre otras técnicas; un Judo técnico, disfrutable. Cuando le conocí, evitaba trabajar en Ne Waza, no se sentía cómodo, no era el único. El suelo es un gran olvidado, ha sido relegado y postergado por influencia del reglamento usado en los campeonatos donde paulatinamente se le fue desvirtuando, asesinando por desconocimiento de los árbitros y por pura política al entender que no era atractivo para la televisión; situación, coyuntura que ha derivado hacia su castración y eso se nota en las nuevas generaciones de Judokas que no lo valoran adecuadamente y por ende, no buscan entenderlo ni  dominarlo.                                                 

Mi amigo no disfrutaba haciendo suelo, nada de nada y me costó años convencerlo de que aprendiera, de que el suelo es más longevo, para quienes vamos ganando años, es donde podremos refugiarnos cuando plantearnos hacer Randori o Shiai con jóvenes impulsivos e irrespetuosos no sea conveniente para nuestra integridad. Poco a poco, le fui convenciendo y paso a paso, ganó efectividad. Y como él, otros, que decidieron aceptar mi alocada, para ellos entonces, sugerencia. Hablamos de aquellos tiempos, de gente conocida que ya no veo, de esto, aquello y lo otro. Su hijita, trataba de ser una señorita y casi lo conseguía, una niña adorable que ya va cada viernes a empaparse de Judo, tiene 4 años y su padre, con sabiduría, la introduce en el aprendizaje del Judo. Disfrutamos de la compañía, de rememorar aquellos años, tantas clases, tantos calentamientos, Uchi Komis, Randoris hasta la extenuación, un intento de preparar un examen frustrado por una lesión de su hombro y del simple hecho de estar en la misma mesa.                                                   

Para el final dejo lo mas lindo. Me contó que en las clases en la actualidad, los compañeros se quejan del nivel de su Judo de Ne Waza y sonriendo con toda la cara me dijo que siempre les dice lo mismo: “Rafa era mucho Rafa, deberían conocerle y ponerse con él, verían lo que es bueno.” Reímos con ganas. Me gusto como lo dijo, disfrutándolo; me gusto saber que ahora disfruta del suelo y genera quejas entre quienes deben soportarle pero lo que más me lleno fue haberle hecho ese regalo, haber insistido hasta convencerlo y después darle herramientas para que pudiera disfrutar con algo que tenía atragantado. Hoy, es más completo que cuando le conocí, es más Judoka y es de los que atesora técnica para regalar pero lo mejor de todo es que es un excelente ser humano y es mi amigo.                                                                                                                   

Es lo bueno de estar convencido de lo que sabes, por poquito que sea; de haber tenido Senseis que trabajaron conmigo y para mí, regalándome todo lo que sabían con la esperanza de que me sirviera para recorrer el Camino, la Vida. De haber tenido compañeros que me bancaron mil cosas; de haber pertenecido a varios grupos y en cada clase haber aprendido un poco más o simplemente haber fijado esos conceptos tan básicos que nadie debería desconocer u obviar. Conseguir que alguien que aborrece hacer Ne Waza, pase a disfrutarlo, es increíble y escucharle decirlo, gratifica a niveles profundos. Saber que le ayudaste a conseguirlo, da calorcito y templa el espíritu, te reconcilia un poco contigo mismo. Por árido que parezca o sea el Camino, depende de ti, encontrar los oasis donde reponer las exiguas fuerzas que menguan rápido ante tanta aridez. Depende de ti, seguir las enseñanzas, porfiado, convencido, con el entusiasmo que da la certeza que otros te enseñaron de que en el Judo, avanzar solo depende de tu esfuerzo y de qué regalar, dar en Judo, es un axioma innegociable. O debería serlo, son tiempos difíciles donde no es fácil saber qué es y que nunca será, pero solo para quienes anteponen la política o sus intereses al escaso Judo que saben, en el caso de que sepan algo; para los Judokas, sin importar su nivel, grado o condición, las cosas son tan claras como lo han sido siempre: se atienen a lo que su Sensei les enseño. O cuando ya no le tienen, imaginan su reacción ante esta situación o aquella e invariablemente, saben la respuesta correcta. Cuando las dudas me atenazan, con evocarles, sobra para saber qué hacer, cómo proceder.                                                         

Siempre insisto hasta el hartazgo para que profundicen y mejoren lo que saben mis compañeros o agreguen conocimientos nuevos, otras habilidades y ese sábado, mi amigo me hizo saber que no me equivoco; descubrir que disfruta de Ne Waza fue un regalo espectacular porque se perfectamente lo que le costó llegar a esa situación, recuerdo sus dudas al respecto y como confió en mí y por encima de todo: las ganas que le puso.   Confianza, amistad, solidaridad, generosidad, trabajo, esfuerzo, ganas, paciencia, fe y la solidez del Judo amalgamando sin pausa cada cosa, trabajando en silencio, estoico ante los fariseos que solo mercadean con él. Saber que he ayudado a mi amigo y a otros; me hace sentir bien, me ayuda a seguir haciéndolo; de alguna manera pagó deudas de honor contraídas con gente que habita detrás de un océano, no pueden verlo, no pueden verme entrenar, o haciéndolo, algunos me leen y otros no saben nada de mi…es un honor de cualquier manera, un verdadero privilegio  parecerme, solo parecerme un poco a ellos, acercarme a esa filosofía que me transmitieron de que el Judo es para todos y depende de cada uno de nosotros, conseguir que se transmita a los niños con más calidad en cada generación o por lo menos, la misma que tuvimos nosotros pues ellos darán paso a los nuevos Senseis, cerrando círculos, abriendo otros, enriqueciendo al Judo, fortaleciendolo. Sin excusas, en el Judo, nunca existieron.

sábado, 9 de julio de 2016

Eso es ganar una medalla, ¿no les parece?

Enseñó a las niñas y jovencitas que comparten Dojo conmigo, a trabajar con Uke entre las piernas; estando ellas con la espalda en el tatami, les motivo a hacerlo e insisto mucho en que consigan ser eficaces realizando: Ude Garami y Juji Gatame, ambas ejecutadas de varias maneras. Le enseñó a todos a hacerlo pero a ellas las convierto en expertas trabajando esa situación. No les explico las razones antes de que sea tiempo de hacerlo, eso es sobre los 15 años, dependerá de cada caso. Y de que lleguen a la clase siendo niñas o adolescentes o incluso siendo ya mayores, a estas últimas les desveló la razón al poco de tenerlas de compañeras.  
Es una postura-situación que prácticamente se da en el máximo de los casos de violación; en los preliminares y al que es fácil que las teóricas victimas consigan hacer llegar, al que intente forzarlas; si les enseñamos a defenderse y ser efectivas partiendo de la misma, no serán violadas fácilmente, eso es un hecho. Por supuesto que si tienen un alto nivel técnico o muchos años de Judo, tampoco resultara fácil que les pongan un dedo en el pelo si ellas no quieren. Y esa es la clave: que ellas quieran. Enseñarles a defender esa postura-situación es relativamente sencillo y todas consiguen ser efectivas, con mayor o menor rapidez y no requiere contar con una fuerza desmesurada, la técnica se sobra por sí sola, las técnicas que propongo. Proponía, he sumado otra a la base, hay muchas y una Judoka las conocerá a todas.
Una niña que pierde el miedo a ser agarrada, aplastada, sujetada por el cuello; que cada semana se enfrenta a un desgraciado, yo u otros compañeros, que pesa 90 kilos y la lleva al límite, haciéndola incluso enojarse ante tanta presión asfixiante y sin motivo, ella no ve ninguno, que le exige esforzarse todos los días del mes sin aflojarle ni siquiera en esos días que son tan complicados; puede que tenga ciertos reparos ante ese desgraciado y los tendrá el tiempo justo que le lleve descubrir lo que le estaba enseñando: a defenderse con eficacia, a darle seguridad en sí misma y a conseguirlo mucho antes de alcanzar un nivel técnico y de maduración en Judo que por sí solos, bastarían para obtener el mismo resultado; esa niña, no se desmoronara ante una situación de riesgo, se acordara que cada semana, el compañero desgraciado, la sometió a un trabajo despiadado que ahora, en ese instante fatídico, le da la certeza de que está más que preparada para salir airosa de lo que se está por venir, respirara hondo, dará un paso al frente y venderá cara su honra o la mantendrá intacta, seguramente será esto último. Esas niñas se convierten en jovencitas y en mujeres, conocedoras de lo que les has hecho, te buscaran siempre que puedan, se pararan frente a ti y te pedirán un Randori o un Shiai carente de piedad y si un día, ya no comparten tatami y te encuentran en la calle, puede que te apreten más de la cuenta al abrazarte y las costillas lo noten.
Al ser un estudiante inquieto, aplicado; preocupado por seguir ampliando el arsenal que le proporcionare a cada niña que comparta tatami conmigo, he sumado una técnica que el Sensei propone y yo no había caído en su eficacia y facilidad para enseñárselas, soy lento y poco dotado para esto: Do Jime.
"Esto se la arruga a cualquiera". Sensei Dixit. Perfecta para el propósito pretendido, adecuada y poco conocida al estar prohibida en los campeonatos. Una joya dentro de un abanico de gemas, Él Judo, que para las mujeres puede ser la respuesta perfecta en situaciones donde se vean solas y necesiten contar con ayuda extra.
Soportar a un desgraciado de 90 kilos que te adiestra sin que lo notes o sepas, que te prepara con realidad, en cada combate para afrontar una situación que te será perfectamente conocida, en la que yo sé y tu descubrirás: a menos que quien te intente violar, sea un Judoka experimentado e incluso en ese caso, no tendrá nada que hacer, nada, pues ese desgraciado que te ha hecho llorar de impotencia, te preparo de sobra para salir de esa indemne: le romperás un brazo o los dos, lo desmayaras, harás lo que tu rabia te dicte que debas hacer y cuando estés a salvo, tomaras buena nota de que se proponía exactamente ese compañero que nunca fue un desgraciado, era un compañero que te hacía un regalo, por si las moscas; pero olvido explicártelo, a propósito, para no condicionarte y conseguir hacerte rabiar, buscando sacar a la superficie a la luchadora, adiestrándola sin que supiera que lo hacía. Quien te ataque, no sabrá que sabes defenderte, que sabes Judo ni que un desgraciado se tomo la libertad de prepararte para ganar esa medalla; la única que no podes darte el lujo de perder. Eso, la sorpresa, es más de la mitad del combate, del resto ya se encargo el desgraciado. O el Sensei, que no dice nada pero hace mucho y no olvidemos nunca que yo no soy Sensei y si me meto en estos berenjenales sin serlo, imaginen lo que trabajan los Senseis, modelándonos sin que sepamos.
Si eres una jovencita, una mujer o una niña, lo mejor que te puede pasar es que hagas Judo y ya, si en el Dojo, en tu Dojo, un desgraciado te lleva a los límites, desconociendo la piedad y se muestra intratable; ya sabes que pretende y ahora que lo sabes, deberías hacer Ne Waza con él, en cada clase y dejarte la piel, como si no hubiese mañana. Sobrara con el Sensei y los compañeros, si entrenas de verdad y seriamente, sobra. Si contas con un desgraciado, aprovéchalo, entrena duro y ojala nunca sea necesario que recurras a estas técnicas u otras: Sankjaku Jime es perfecta, Sode Guruma Jime, Kata Ha Jime, Tssukomi Jime y un largo etc.; pero si pasa, estarás tan preparada que no te costara nada, reducir al agresor.
Creo honestamente que es así, se que una niña, jovencita o mujer con tres años de Judo, con clases tres veces por semana de dos horas de duración puede combatir  perfectamente en Ne Waza con otras niñas, jovencitas o mujeres tan entrenadas o más que ella y superarlas; mucho antes puede reducir a cualquiera que no sepa Judo.
Se el caso de una Judoka, una  mujer joven que agredida por la espalda, golpeada en la cabeza, herida que requirió intervención quirúrgica; tuvo fuerzas para reducir al agresor dejándolo desmayado en la cuneta y pudo desandar los 200 metros hasta la discoteca de donde acaba de salir y pedir ayuda antes de desmayarse. Golpeada a traición, por sorpresa, mal herida, supo reaccionar, pudo hacerlo, todavía no era Sho Dan, le quedaba camino para llegar pero ya era capaz de asumir un combate desigual, contra un hombre armado y que le cayó encima, hiriéndola de gravedad sin darle tiempo a prepararse.
Efectividad en el Judo sobra, solo hay que entrenar duro, ponerse con quienes más nos exigen, aceptar que el Camino es largo, tiene curvas, pendientes y lleva tiempo…las cimas permiten ver un panorama hermoso, tanto detrás cómo por delante; nos dejan vislumbrar que más allá del horizonte nos esperan otros desafíos y otras satisfacciones, como que venga a visitarte, una mujer que era adolescente en su día, cuando entrenábamos juntos en la misma clase y ejercía de desgraciado y te cuente que sí, que paro en una discoteca a muchos tipejos: minifalda, tacos, blusa; dos pasos al frente, separar los brazos del cuerpo y mirarles desafiantes; vengan a por el premio, apuesten la vida, hagan juego, traten de hacer saltar la banca. Y que no se animó ninguno, que a partir de ahí, sus amigas se ponen detrás y le susurran que haga esa magia suya, cuando se ven en situaciones donde hay tipejos de por medio y ella solo piensa en mí, en aquello que le prometí  que sería capaz de hacer cuando quería dejarlo, yo le pedí dos años más de Judo, ella aguanto, entrenó otros dos años y dejó el estudio del Judo; y que se cumplió. Y vino a darme las gracias risueña: “Valió la pena cada clase, cada entrada, cada minuto de cada combate, entonces no me lo parecía, hoy sé que sí, que valía la pena y te ocupaste de que lo hiciera: Gracias Rafa.” Eso es una medalla, ¿no les parece? Para ella, por supuesto.

Solo son dos ejemplos, sobran otros. Si tienen una niña o una adolescente en casa y mañana o el lunes, no buscan el Dojo más cercano para anotarla para que empiece a estudiar y aprender Judo, después de haber leído estas líneas, soy un mal comunicador. ¿Cuánto vale tener la tranquilidad de que tu niña sabrá defenderse con efectividad? ¿No firmarías en blanco? Bueno, no hará falta que lo hagas, solo tenes que acercarla al Judo y ya si te anotas para estar con ella y tener un rato de relación padre-hija de calidad extremadamente alta, sería perfecto. Y si tenemos un niño, deberíamos aplicar lo mismo.