Enseñó a las niñas y jovencitas que comparten Dojo conmigo, a
trabajar con Uke entre las piernas; estando ellas con la espalda en el tatami,
les motivo a hacerlo e insisto mucho en que consigan ser eficaces realizando:
Ude Garami y Juji Gatame, ambas ejecutadas de varias maneras. Le enseñó a todos
a hacerlo pero a ellas las convierto en expertas trabajando esa situación. No
les explico las razones antes de que sea tiempo de hacerlo, eso es sobre los 15
años, dependerá de cada caso. Y de que lleguen a la clase siendo niñas o
adolescentes o incluso siendo ya mayores, a estas últimas les desveló la razón
al poco de tenerlas de compañeras.
Es una postura-situación que prácticamente
se da en el máximo de los casos de violación; en los preliminares y al que es fácil
que las teóricas victimas consigan hacer llegar, al que intente forzarlas; si
les enseñamos a defenderse y ser efectivas partiendo de la misma, no serán
violadas fácilmente, eso es un hecho. Por supuesto que si tienen un alto nivel
técnico o muchos años de Judo, tampoco resultara fácil que les pongan un dedo
en el pelo si ellas no quieren. Y esa es la clave: que ellas quieran.
Enseñarles a defender esa postura-situación es relativamente sencillo y todas
consiguen ser efectivas, con mayor o menor rapidez y no requiere contar con una
fuerza desmesurada, la técnica se sobra por sí sola, las técnicas que propongo.
Proponía, he sumado otra a la base, hay muchas y una Judoka las conocerá a
todas.
Una niña que pierde el miedo a ser
agarrada, aplastada, sujetada por el cuello; que cada semana se enfrenta a un
desgraciado, yo u otros compañeros, que pesa 90 kilos y la lleva al límite,
haciéndola incluso enojarse ante tanta presión asfixiante y sin motivo, ella no
ve ninguno, que le exige esforzarse todos los días del mes sin aflojarle ni
siquiera en esos días que son tan complicados; puede que tenga ciertos reparos
ante ese desgraciado y los tendrá el tiempo justo que le lleve descubrir lo que
le estaba enseñando: a defenderse con eficacia, a darle seguridad en sí misma y
a conseguirlo mucho antes de alcanzar un nivel técnico y de maduración en Judo
que por sí solos, bastarían para obtener el mismo resultado; esa niña, no se
desmoronara ante una situación de riesgo, se acordara que cada semana, el
compañero desgraciado, la sometió a un trabajo despiadado que ahora, en ese
instante fatídico, le da la certeza de que está más que preparada para salir
airosa de lo que se está por venir, respirara hondo, dará un paso al frente y
venderá cara su honra o la mantendrá intacta, seguramente será esto último.
Esas niñas se convierten en jovencitas y en mujeres, conocedoras de lo que les
has hecho, te buscaran siempre que puedan, se pararan frente a ti y te pedirán
un Randori o un Shiai carente de piedad y si un día, ya no comparten tatami y
te encuentran en la calle, puede que te apreten más de la cuenta al abrazarte y
las costillas lo noten.
Al ser un estudiante inquieto, aplicado;
preocupado por seguir ampliando el arsenal que le proporcionare a cada niña que
comparta tatami conmigo, he sumado una técnica que el Sensei propone y yo no
había caído en su eficacia y facilidad para enseñárselas, soy lento y poco
dotado para esto: Do Jime.
"Esto se la arruga a cualquiera". Sensei Dixit. Perfecta
para el propósito pretendido, adecuada y poco conocida al estar prohibida en
los campeonatos. Una joya dentro de un abanico de gemas, Él Judo, que para las
mujeres puede ser la respuesta perfecta en situaciones donde se vean solas y
necesiten contar con ayuda extra.
Soportar a un desgraciado de 90 kilos que te adiestra sin que lo
notes o sepas, que te prepara con realidad, en cada combate para afrontar una situación
que te será perfectamente conocida, en la que yo sé y tu descubrirás: a menos
que quien te intente violar, sea un Judoka experimentado e incluso en ese caso,
no tendrá nada que hacer, nada, pues ese desgraciado que te ha hecho llorar de
impotencia, te preparo de sobra para salir de esa indemne: le romperás un brazo
o los dos, lo desmayaras, harás lo que tu rabia te dicte que debas hacer y
cuando estés a salvo, tomaras buena nota de que se proponía exactamente ese
compañero que nunca fue un desgraciado, era un compañero que te hacía un
regalo, por si las moscas; pero olvido explicártelo, a propósito, para no
condicionarte y conseguir hacerte rabiar, buscando sacar a la superficie a la
luchadora, adiestrándola sin que supiera que lo hacía. Quien te ataque, no sabrá
que sabes defenderte, que sabes Judo ni que un desgraciado se tomo la libertad
de prepararte para ganar esa medalla; la única que no podes darte el lujo de
perder. Eso, la sorpresa, es más de la mitad del combate, del resto ya se
encargo el desgraciado. O el Sensei, que no dice nada pero hace mucho y no
olvidemos nunca que yo no soy Sensei y si me meto en estos berenjenales sin
serlo, imaginen lo que trabajan los Senseis, modelándonos sin que sepamos.
Si eres una jovencita, una mujer o una niña, lo mejor que te puede
pasar es que hagas Judo y ya, si en el Dojo, en tu Dojo, un desgraciado te
lleva a los límites, desconociendo la piedad y se muestra intratable; ya sabes
que pretende y ahora que lo sabes, deberías hacer Ne Waza con él, en cada clase
y dejarte la piel, como si no hubiese mañana. Sobrara con el Sensei y los
compañeros, si entrenas de verdad y seriamente, sobra. Si contas con un
desgraciado, aprovéchalo, entrena duro y ojala nunca sea necesario que recurras
a estas técnicas u otras: Sankjaku Jime es perfecta, Sode Guruma Jime, Kata Ha
Jime, Tssukomi Jime y un largo etc.; pero si pasa, estarás tan preparada que no
te costara nada, reducir al agresor.
Creo honestamente que es así, se que una niña, jovencita o mujer
con tres años de Judo, con clases tres veces por semana de dos horas de duración
puede combatir perfectamente en Ne Waza
con otras niñas, jovencitas o mujeres tan entrenadas o más que ella y
superarlas; mucho antes puede reducir a cualquiera que no sepa Judo.
Se el caso de una Judoka, una mujer joven que agredida por la espalda,
golpeada en la cabeza, herida que requirió intervención quirúrgica; tuvo
fuerzas para reducir al agresor dejándolo desmayado en la cuneta y pudo
desandar los 200 metros hasta la discoteca de donde acaba de salir y pedir
ayuda antes de desmayarse. Golpeada a traición, por sorpresa, mal herida, supo
reaccionar, pudo hacerlo, todavía no era Sho Dan, le quedaba camino para llegar
pero ya era capaz de asumir un combate desigual, contra un hombre armado y que
le cayó encima, hiriéndola de gravedad sin darle tiempo a prepararse.
Efectividad en el Judo sobra, solo hay que entrenar duro, ponerse
con quienes más nos exigen, aceptar que el Camino es largo, tiene curvas,
pendientes y lleva tiempo…las cimas permiten ver un panorama hermoso, tanto detrás
cómo por delante; nos dejan vislumbrar que más allá del horizonte nos esperan
otros desafíos y otras satisfacciones, como que venga a visitarte, una mujer
que era adolescente en su día, cuando entrenábamos juntos en la misma clase y ejercía
de desgraciado y te cuente que sí, que paro en una discoteca a muchos tipejos:
minifalda, tacos, blusa; dos pasos al frente, separar los brazos del cuerpo y
mirarles desafiantes; vengan a por el premio, apuesten la vida, hagan juego,
traten de hacer saltar la banca. Y que no se animó ninguno, que a partir de
ahí, sus amigas se ponen detrás y le susurran que haga esa magia suya, cuando
se ven en situaciones donde hay tipejos de por medio y ella solo piensa en mí,
en aquello que le prometí que sería
capaz de hacer cuando quería dejarlo, yo le pedí dos años más de Judo, ella
aguanto, entrenó otros dos años y dejó el estudio del Judo; y que se cumplió. Y
vino a darme las gracias risueña: “Valió la pena cada clase, cada entrada, cada
minuto de cada combate, entonces no me lo parecía, hoy sé que sí, que valía la
pena y te ocupaste de que lo hiciera: Gracias Rafa.” Eso es una medalla, ¿no
les parece? Para ella, por supuesto.
Solo son dos ejemplos, sobran otros. Si tienen una niña o una
adolescente en casa y mañana o el lunes, no buscan el Dojo más cercano para
anotarla para que empiece a estudiar y aprender Judo, después de haber leído
estas líneas, soy un mal comunicador. ¿Cuánto vale tener la tranquilidad de que
tu niña sabrá defenderse con efectividad? ¿No firmarías en blanco? Bueno, no hará
falta que lo hagas, solo tenes que acercarla al Judo y ya si te anotas para
estar con ella y tener un rato de relación padre-hija de calidad extremadamente
alta, sería perfecto. Y si tenemos un niño, deberíamos aplicar lo mismo.
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