Siempre, siempre,
siempre, que escribo:
Sensei Firpo; me
refiero, al Sensei
Luis Ángel Firpo Román; siempre,
sin excepciones. Hay otra distinción, que
no suelo usar:
Viejo Firpo, es
una y era
usada y lo
es, todavía, por
sus amigos y
algunos, de sus
alumnos. Personalmente, no
me considero un
Sensei, no en
el amplio, sentido,
que implica, para
nosotros, los Judokas.
No lo fui,
no lo soy
y probablemente, jamás
lo sea y
por esa razón,
no me refiero
a mí mismo,
cuando escribo: Sensei
Firpo. Creo que,
es necesaria, la puntualización, pues,
por lo menos,
un Judoka, creyó,
que me refería
a mí mismo
y como no
es así y
no quiero, de
ninguna manera, que
se piense, que
es así, lo
aclaro. Yo soy Rafa
Firpo. Mi camino,
difiere en el
del Sensei Firpo,
en muchas cosas,
principalmente, en que
él, es un
Sensei, considerado así,
por otros Senseis
y en el
abismo, que media
entre sus conocimientos
y los míos;
pretender, parecerme a él, aunque
lo pretendo en
cada clase, en
cada lectura, en
cada video y
en cada minuto,
que pienso en
Judo; es una herejía
y
por ahora, no
soy hereje. Y si, también es
mi padre. Y
no, no me
significo trato de
favor, ni me lo significa,
como debe ser, también lo
puntualizo, ahí, gente muy
aburrida, sin nada,
que les apasione
y les entretenga
y distraiga. Así, que
si tienen dudas,
se las despejo:
Soy un Ni
Dan o un Sho
Dan, depende la Federación, que
quieran considerar; que
sigue entrenando, con ilusión y
ganas; que disfruta
transpirando el Judogui,
leyendo, viendo videos,
pensando, filosofando y
recordando, el camino
recorrido, hasta ahora
y los guías
y los compañeros,
que tuvo y
tiene el privilegio,
el honor, de
recordar y tener.
Circula por ahí, la
leyenda, de que,
compre mi grado,
en un mercado.
Es verdad, lo
compre. Pague con
sudor, sacrificio, esfuerzo,
superación, dolor y
sangre, la mía. Y no
fue en un
mercado, era un
Dojo; algunos, no
han conseguido, aprender
nada, mira que
confundir, un Dojo,
con un mercado,
tiene delito. También
escribo, en este
espacio y a
quienes, no les
gusta, que escriba
y lo que escribo,
nadie les obliga
a visitarme, hay excelentes blogs,
donde invertir tiempo.
Por último,
por favor, no
interpreten, no imaginen
y no se
crean, más, de
lo que son
y se den por aludidos;
algunos tienen tanto
ego, se creen
tan importantes, siendo
insignificantes, en todo
sentido, que asusta;
ni siquiera les
pienso, por favor,
sean serios o inténtenlo.
viernes, 30 de mayo de 2014
miércoles, 28 de mayo de 2014
Cuando todo, estaba perdido.
Día horribilis.
Es la culminación,
de una semana
tétrica, ficho la
salida del trabajo,
más asqueroso que jamás haya
desempeñado, me cambio
y en piloto
automático, camino hacia
el coche. Me
siento y lloro,
la frustración, la
rabia y el
desencanto, roen mi
alma. Esa mañana,
a las 06:30, prepare
la mochila, sin
ganas, metí todo
y baje para
ir al trabajo,
la deposite en
la valija del
coche y ahora
esta recalentada, por
el sol duro,
del verano. En
estos momentos, tengo menos ganas,
si eso es
factible, de ir
a entrenar. Dedico
casi, un cuarto
de hora, a
llorar sin consuelo
y analizar, fríamente,
los daños. Es
grave, estoy descentrado,
violento y me
siento miserable; en
esas condiciones, no
soy un hombre,
no soy nada
y solo hay
una terapia efectiva,
lo sé, únicamente
una, con la
capacidad, de devolverme
la tranquilidad y
algo de armonía,
pero requiere, que
yo ponga de
mi parte. Requiere
coraje, requiere voluntad,
requiere fe y
requiere, que en algún momento,
de los próximos
40 minutos, recuerde
cosas, que aprendí
y estoy ignorando
u obviando. Recuerdo, que
persigo desde los
13 años, con la tenacidad
y convicción, que
no tengo, para
otras cuestiones, pero
si para esta y tras
arrancar el coche,
voy al gimnasio.
Me ducho largamente,
lavo mi cuerpo,
mi mente, mi
alma; las lagrimas,
se mezclan con
el agua y
voy vaciando mi
mente, de todo
lo que soy
capaz. El Judogui
me acaricia, con
una sola promesa:
sudaras; ato correctamente
mi cinturón, que
me recuerda mis
responsabilidades,
adquiridas, al obtenerlo.
Subo llorando, saludo
al tatami y
entro. Mis compañeros,
que han llegado
temprano, al verme,
saben lo que,
no deben hacer,
bajo ningún concepto: tenerme
lastima o piedad
y no me
la tienen. Es
lo bueno, de
tener compañeros, te
conocen, ya te
han visto llorar,
con anterioridad. Al
saludar, ya no
siento ni pienso
nada más, que
en Judo y
a la segunda
caída, me siento
cómodo, protegido, rodeado
de amigos. El
Judogui cumple y
se empapa, generoso.
Los combates son
duros, exigentes, mis compañeros se
prodigan, saben que necesito desconectar
y que esa
es mi manera,
se brindan, generosos
también. En la
ducha, cansado, siento
un bienestar, que casi tres
horas, antes, se
me antojaba, imposible.
Ignoraba, que serian
8 meses horrorosos
e ignoraba, que
solo me derrumbaría,
al dejar de
entrenar. Ignoraba, que
destrozado, roto; seria
el Judo, quien tiraría suavemente
de mi, para
levantarme y me
aguanto y aguanta,
con firmeza, como
si no estuviera
dispuesto a dejarme
caer, de semejante
manera, nunca más.
El Judo,
me hace mejor,
desde hace décadas;
me salvo la
vida, literalmente, me
dio amigos, códigos,
reglas, valores, una filosofía de
vida y cuando
todo estaba perdido,
me susurro, que
tuviera fe en
mi y en él, que
confiara en las
enseñanzas recibidas y
en la experiencia
adquirida. Un Judoka
se levanta, no lo
hace, cuando está
muerto, hasta entonces,
se levanta y
me levante, como escribí, con
mi Judo, sosteniéndome, tirando
con suavidad, dándome
seguridad. En las épocas
buenas: Judo. En las épocas malas: Judo.
En la enfermedad
y el horror: Judo. Ante
la duda: Judo. Siempre
es y ha
sido Judo, mi única certeza
vital, además de
saber, que un
día, moriré.
martes, 27 de mayo de 2014
Colaboracion y guía.
Sensei Luis Ángel Firpo,
no se cansaba
de decir, que
en el Judo,
se lastimaba alguien,
cuando hacía, algo
equivocado o un
compañero, se equivocaba.
Si todos, actúan,
como es debido,
no se lastima
nadie. Pero nos
lesionamos y retomar,
los entrenamientos, se
hace un poco
complicado; cualquiera, que
lleve un tiempo,
transpirando Judoguis, lo
ha vivido y
conoce, las dificultades, que
se afrontan, para
conseguir, volver a
estar en buenas
condiciones y disfrutar,
del Judo, en el
tatami. Normalmente, volves
y todavía duele,
la lesión, no
tenes confianza, te sentís descoordinado, sin
estado físico, son
todas desventajas, pero
llegaste hasta el
tatami y la
experiencia, te enseño,
los pasos a
seguir. Calma, paciencia
y pasito a
pasito, sin olvidar,
la constancia, serán
vitales. ¿Qué pasa
con los jóvenes
y sus primeras
lesiones? Necesitan, que
los veteranos, estemos
ahí, guiándoles, dándoles
ideas y mostrándoles,
el camino, el
Sensei, está ocupado
con todos y
ayudarle, siempre, en
lo que nos
pida o veamos,
que podemos, es
una máxima, un
axioma. Lorena tiene
16 años, es Ikkyu y
se hace un
esguince en la
rodilla izquierda, que la aleja,
más de un mes, del
tatami. Cuando vuelve,
tiene dolor, cero
confianza y evidentemente, va
a un ritmo
suave; habla mucho,
hace lo que,
se anima y
puede, pero viene
a entrenar y
eso es lo
importante. Varias veces,
de pasada, le
digo que haga
algo, que no
le duela, cuando
la veo quedarse
parada; pero claro,
yo se que
puede hacer y
ella no, es
joven, lleva poco
tiempo y es
su primer, lesión
importante. Varias clases
después de su
reintegro, veo que,
no adelanta nada,
quiere, pero no sabe cómo,
necesita ayuda, orientación
y de inmediato.
Me disculpo con
mi Uke, corto
el Uchi Komi
y me acerco
a Lorena. Ella
hace Ippon Seoi Nage
y su rodilla,
no le deja.
-De zurda
Lore, Harai Goshi,
carga el peso,
sobre la pierna
derecha, cuida los
giros y lleva
la pierna izquierda,
sin apoyarla, excesivamente, compensa
con los agarres,
tu mano izquierda,
tiene que, ser
firme, un cable
de acero y tambien apoyarse, en
tu Uke.-
-Por ese
lado, soy nula.
Y me duele
el hombro izquierdo.-
Lo dijo compungida,
como si fuera
culpable de algo, y no
lo es, no
trabaja por la
zurda, porque no
la obligamos; sabe
caer porque no se le
tuvo piedad y
se le obligo,
a dominar las caídas, otras
cosas, ya no
obligamos a aprenderlas,
son tiempos distintos.
-Pasa tu
mano, por debajo
de la axila
de ella, métela
hasta el omóplato,
proba a agarrar
o abrazar, lo
que no te
duela. Con ese
agarre, estarás muy
pegada, aleja las
caderas y desequilibra
bien, tu mano
derecha, es mas básica y
fundamental, que nunca,
si desequilibras sobradamente,
funcionara. Proba.-
Entra con
dudas, no le
duele nada y vuelve a
intentarlo, el caso es que,
le sale bien,
no tiene vicios,
con esa técnica
por la zurda.
-La cadera más baja,
y pásala un
poco menos, que
sea tu pierna,
la que se
apoya en ella. ¿Te duele
algo?-
-No.-
-No te
quiero ver más,
parada. Sigan.-
-Gracias.-
Volví con
mi Uke y
retomamos, le tocaba
a él, levante
la mirada para
controlar a Lorena,
que trabajaba concentrada,
ahora sabia, que tenía que
hacer y cómo
hacerlo, era todo
lo que, necesitaba.
Sensei enseñaba, a dos
compañeros, en su
primer clase, cuando
lo mire, asintió
con la cabeza,
después de mirar
a Lorena, que seguía con
sus entradas, por
la zurda. En
la ducha pensé,
que solemos creer,
que los demás,
especialmente, los jóvenes,
saben o deberían
saber, determinadas cosas,
pero no suele
ser así. Lorena
se sorprendió, de que,
ese
agarre fuera valido,
por ejemplo y le
di, masticados, todos
los detalles, aprendidos
en sucesivas lesiones
de hombro, buscando
poder trabajar, a
pesar del dolor. Hice lo que, hacían
conmigo, enseñar y
mostrar, lo poco,
que se, absolutamente, todo
lo poco que
se y hacerles,
visible, el camino,
que solo, ellos,
podrán recorrer.
jueves, 15 de mayo de 2014
Menos mal, menos mal.
Tuve la tentación de
no ducharme antes
de entrenar, de
no saludar para
nada o hacer
un gestito con la cabeza,
dejar las chancletas
de cualquier manera,
apoyarme en la
pared, tirarme en
el suelo como
si estuviera en
la playa; de
llegar tarde; de
no hacer el
esfuerzo máximo, en
cada clase, en
cada ejercicio. Claro,
que la tuve,
y la tengo;
sería más fácil
todo, mucho más. Pero, pero,
siempre suele haber
alguno, yo no
me hice Judoka
para agarrar caminitos
fáciles; no señores,
no señoras, niñas
y niños, no.
Yo me hice
Judoka, porque quería
ser un hombre
y no una
mala bestia. ¿Tentaciones?
Todas, como a
cualquiera. ¿Saben porque,
no sucumbí? Tuve
Senseis, Maestros de
verdad, no de
boquilla y me enseñaron lo más importante,
que enseñarte, puede
alguien: a quererme y
respetarme. Desde ahí,
pude construirme y
construir el mundo,
mi mundo; en
él, respetar es fundamental. Así
que, seguiré observando
las reglas, que
ellos me regalaron
y seguiré acordándome,
de la diferencia,
que existe, entre
traspirar el Judogui
y ensuciarlo, que
no es lo
mismo. Yo, vuelvo
a tener un
Sensei, voy a
un Dojo, aprendo
Judo, lo intento. Procuro, que
si mis Senseis
pudieran verme, sintieran
orgullo y ojala,
ojala, no por
ellos, por mi;
puedan pensar, que
al final, lo conseguí. Sigo
acariciando con mis
pies un tatami
y si sigo haciéndolo, hare
todo lo demás,
que me enseñaron;
a ellos, jamás
le preocupo una
medalla o un
campeonato, les desvelaba
mi carácter y
en ese Shiai,
solo estaría yo.
Les preocupaba, conseguir
Educarme, enseñarme a
controlarme; para eso
me contaminaron de
Judo, me regalaron
lo mejor de
si mismos, regalos,
que sigo disfrutando, en
unas dos horas,
sin ir más
lejos, disfrutare traspirando
el Judogui y
repito, hare de
cuenta, que me
visitan, como hago
en cada clase.
¿Si hoy, tuviera
13 años, un
problema infernal con
la agresividad y
la violencia, me salvarían de
mi mismo, con
estos métodos modernos,
tan de moda?
Menos mal, menos
mal, que tenían Judo
para regalarme.
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