Cuando recién
empezaba a caminar
al Judo, existía
una costumbre, que consistía, en un día,
a la semana,
jueves o viernes, según
fuera uno u
otro, el ultimo
día de clases;
al estar ya
duchados, subíamos a
la cafetería del
Club Neptuno, donde
por entonces, entrenaba
y charlábamos. ¿De qué? De
esto, aquello, de
todo y de
nada. Bueno, hablaban
más los Senseis
y alumnos aventajados;
que los aspirantes.
También se hablaba
de Judo, y
te contaban, la
historia, para que,
la fueras aprendiendo
poquito a poco
y supieras de
donde venia, eso que, aprendías.
O el significado
del saludo, cuantos
tipos de saludo
pueden hacerse, no
ya en Judo,
en la vida
y las diferencias
que entrañan. O
te decían porque
descalzo no debías,
ir hasta el
tatami o desde este, al vestuario; porque
el Judogui va
correctamente atado, desde
el vestuario y
vuelve igual. Te explicaban
que cuidar al débil, al
que sabe menos
y en general
a todos, era
una obligación e
ir a buscar
a los fuertes,
técnicamente superiores o
gigantescos y hacerlo
con valentía y determinación, era
otra obligación; igual
que hacerlo, con cuidado: se estaban dejando
y eran osos
muy fuertes, no convenía hacer,
nada inadecuado, se enojarían y
te enseñarían a
la manera Judoka,
proyectándote. Cosas así,
se hablaban; o
de cómo iban
las notas, como
te portabas en
casa, si habías
decidido, que estudiarías,
etc. Ahora, todos
hablamos por internet: Facebook, Messenger,
Skipe, teléfonos, Twiter
y un largo etcétera, pero
llegamos al tatami
y seguimos, hablando
bobadas. Hablamos más
y nos comunicamos
menos y además,
lo usamos como
excusa, si hablamos,
no entrenamos y no queremos
entrenar, eso de
hacer entradas, 20
seguidas, es de
retrasados, ¿cinco combates?
Jijijijjijji, ¡enfermo, ni
loco! Creo, que deberíamos, volver
a instaurarlo, no sé, probar,
ver si así,
hablamos menos en
clase y hacemos
5 series de
20 entraditas, de
nada, al 80 %,
por los dos
lados, como para
calentar bien. ¿Para qué? Dirán
con razón. Bueno,
para aprender un
poquito de Judo,
que no es solo tirarlo
al otro, como
una bolsa de
papas.
Y para,
vivir algo, como
lo que, relatare
a continuación. Durante,
casi 9 años,
me pase intentando,
llegar, por la
espalda de mi
Sensei y simplemente,
tocarlo. Solo tocarlo,
hola, te cace.
Es un juego,
como tantos, que esconde muchas
cosas, como todos. No había
manera, no hubo
manera. Fui incapaz,
de llegarle, de
sorprenderlo. Mejore mi táctica, intentándolo
desde, antes, que me
viera y sin
dejarme ver, cambie
de técnica: no
lo miraba, no
fijaba la vista,
usaba los rabillos
de los ojos,
para no alertarlo,
como hacemos los
cazadores y dicen, que hacían los
Ninja y se
positivamente, que es técnica usada
por los soldados,
de fuerzas especiales,
con especial incidencia
en los que,
son de infiltración
temprana. Nada, me
cazaba, él, a mí, siempre,
no invadía sus
10 metros de
radio, no había
fuerza humana, pero
no ceje, no
afloje y si
alguien adivina porque,
le daría una
palmada en la espalda. Su
sonrisa amplia y
luminosa, disfrutaba, disfrutaba,
viéndome intentarlo; no sé, si
le parecía divertido
o simplemente, valoraba
mi constancia
o me prefería,
haciendo eso, que
pensando imbecilidades y poniéndolas en práctica, lejos
del tatami y
su influencia.
Una tarde, camino
hacia su casa,
es un sábado
o domingo, de eso,
no me acuerdo,
frente a su
casa había, una
placita y desde
lejos, desde bien
lejos, cuatrocientos metros
o alguno más,
lo vi, estaba
sentado, dándome la
espalda y su guachita, jugaba
frente a él.
Me pare, y analice el
terreno, los arbolitos
no daban cobertura,
el pasto estaba bien
cortito, esa franja
de terreno, entre edificios, estaba
despejada, algunas personas,
caminaban, entre él
y yo y eran mi única cobertura.
Lo aleje a
un rinconcito del
cerebro, deje de
pensar en él,
pase a mi
novia y en
piloto automático, camine,
convertido en uno
más, de los
paseantes y la
Flaca, danzando en
mi cabeza. No fui recto,
hice cambios de sentido, naturales,
con suavidad, mantuve
la mirada abajo
y llegue a
tres metros. ¡Tres
Metros! Considere saltar,
jjajajajajja, me mata,
si le llego
de un salto,
me hace moco
y más, con
su hijita ahí, perdí la concentración, solo
tres metros y
te tengo pensé
y ¡se giro! No era
ET, ni lo
es, solo entrenaba
duro, él, siempre
entrenaba duro, aun
siendo Sensei y
dando la clase,
con lo difícil,
que llega a
ser eso y
yo fui incapaz,
de tocarlo, sin
que supiera, que
llegaba. Años después,
necesite algo parecido
a eso, que
él, tiene; y ser yo
la presa y
me acorde del
juego inútil, que
no lo fue
en absoluto; porque,
yo no tengo
esa capacidad, lo
suplo, moviéndome y
vigilando mi entorno,
detectando la amenaza,
con tiempo, bueno,
ya no lo
hago, pero durante
5 años, me vi obligado
y solo necesite
pensar en él
y supe cómo
solucionarlo. Únicamente, entregándote en
cada clase, aprenderás
Judo. Hablando, haciendo
preguntas, evitando el
esfuerzo, recostado a
la pared, tirado
en el tatami,
faltando; no profundizaras
nada, no aprenderás
Judo. No sabrás,
de que hablo.
Que grande que eres Rafa, son historias bonitas.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Tengo una imaginación desbordante y desbordada.
ResponderEliminar