El Sensei
explica una manera
de girar a
Uke, desde posición
defensiva, en cuatro
patas a Tate-Shijo-Gatame. Tate le
solemos decir. Nunca la había visto,
completamente nueva y muy fuerte;
durísima para Uke,
como comprobé de
inmediato, al soportarla. Le vi
en seguida un
potencial inmenso; si
la sumaba a
mi arsenal, me daría una
alternativa, con mucho
control y conseguiría
una rápida
rendición, en caso
de hacerla bien;
desde una posición
en la que
suelo quedar, pues
hay una tendencia
muy extendida, a
defenderse, acostado boca
abajo o en
cuatro patas, muy
extendida y desde
la que no saben hacer
nada, solo esperar
que el árbitro
pare el combate.
¿? En clase,
simplemente se rinden,
cuando los desarbolas,
sin siquiera buscar
una salida o
un contra ataque.
Los primeros intentos,
horrorosos, me confirmaron
que era una técnica a
estudiar a fondo
y me puse
a hacerlo. Siempre
que hay un
ratito y tengo
a un compañero,
generalmente antes de
la clase y
cuando se puede,
después de esta;
la hago. Por
los dos lados,
una y una,
tres series y cedo
el testigo a
mi compañero que
hace la que él quiera.
En Tachi-Waza también
suelo hacer lo
mismo, aprovechar minutos,
para trabajar cosas
que necesitan atención
o incorporar variaciones,
investigar soluciones o
practicar, algo nuevo que haya
enseñado el Sensei.
No tengo un
tatami y un
Uke en casa,
ni en la
calle, ni en
el Bar; entonces
aprovecho ese tiempo,
puedo hablar en
el vestuario. No me
canso ni mucho
menos me aburro.
Falta mucho trabajo
para conseguir llegar
a ese Tate-Shijo-Gatame como
lo hace el
Sensei, que es
la manera optima
de hacerlo. En
la clase, si se marca
trabajo de Ne-Waza,
libre, yo voy
de cabeza a
esa forma de
dar vuelta y
llegar a Tate. El Sensei va
corrigiendo, explicando y yo sigo
emperrado, ajeno a
todo, me suele
pasar. No le
veo llegar, ni
pararse a mirar,
lo que hago,
pero cuando me
dice que hago
mal y como
solucionarlo y pruebo,
bueno, falta, pero
llegue a Tate
y casi, casi
esta, como lo
hace él. Mi
compañero observa que
por la izquierda,
soy mas técnico
y fluido y
que por la
derecha, más potente,
con un control
más acuciado. Igual
que de pie,
observa a los
pocos segundos, asombrado
de que yo sea capaz
de trabajar indistintamente por
la derecha o
por la izquierda
en cualquier situación,
algo que se
le antoja fuera
de concurso.
Si queres
avanzar, puede que
solo la clase,
no te alcance
y necesites, un
extra. De 10
a 15 minutos
por clase, por
tres días a la semana,
significan media hora,
como mínimo, de
trabajo extra, focalizado,
hecho con muchas
ganas e implicación,
que se traduce
en dos horas
al mes y
en 24 horas,
extras, de trabajo
especifico al año,
como mínimo. Son
240 horas en una década
y 480 en
dos y 720 horas,
en tres décadas,
como mínimo. Y
720 dividido entre
dos, tiempo que
duraba una clase
de Judo, ahora
son de 80
minutos, efectivos; te da: ¡360
clases! Un año
entero extra, de
clases diarias, de
lunes a lunes. Entonces
igual ahora entendes
porque puedo trabajar
con las dos
manos, por los
dos lados, sin
importar la situación.
No lo descubrí yo, no, en
absoluto, me lo
enseñaron a hacerlo,
no me dijeron
nada mas, solo
que aprovechara el
tiempo antes, durante
y después de
la clase. Que estuviera
callado, atento y me esforzara
mas y mas
y mas y
mas y un
poquito más:” Rafa,
voz podes, dale.”
Si dejaran de
hablar o de
jugar al futbol,
antes de la
clase y dedicaran
ese tiempo a
mejorar cosas, las caídas por
ejemplo o a
seguir aprendiendo a
atarse el cinturón
correctamente o a
hacer los saludos
correctamente o lo
que más les
atraiga, a los más avanzados;
sin sacarle un
ojo de encima
a los Kyus.
O ya, si
sientan a los
Kyus y les
cuentan de dónde
viene el Judo,
quien es ese
Señor del cuadro
o quiénes son,
en algunos Dojos
hay tres cuadros,
quien es quien.
Les van mentando
donde estudio, los
nombres de sus
Maestros, el de
sus Escuelas, porque
destacaba cada una
y todo lo demás; me
muero del susto.
Despacito, con suavidad,
sin atorarlos, con
mimo, y si
te ven disfrutar,
contándolo, lo aprenderán
con facilidad y
cuando sea la
hora de que
ellos sean quienes
sienten a sus jóvenes compañeros,
antes de la
clase y les
cuenten la Historia
del Judo, también
disfrutaran. ¿Qué, sorprendidos?
Es tan fácil,
tan fácil, como
mirar a los
Venerables Senseis o
ir a buscarles
y pedirles consejo
y si ya,
eso no es
posible, mirar en
el corazón de
cada uno, antes
de irse dejaron
ahí, las respuestas,
para cuando las necesitáramos, imagínense
que consiguieron que
yo lo entendiera
y sin bromas:
no era fácil. Hemos dejado
de enseñar cosas
que son fundamentales
y hemos perdido
la capacidad de
sorprender a nuestros
alumnos o compañeros,
perdimos la convicción
de que el
Judo es inabarcable,
como la Vida
y lo hemos
reducido a 4 técnicas mal
ejecutadas, negándoles a
los niños, conocer
al Judo y
beneficiarse de él.