sábado, 26 de septiembre de 2015

Viejo Sensei.


Viejo Sensei:  Odias los hospitales y estas internado, un mal asunto. No provocaste este combate, un Shiai a muerte en el que se que pondrás toda tu fuerza en ganarlo, te recuerdo que los médicos pueden tener razón y que las enfermeras quieren cuidarte y recuperarte, no son el enemigo, hacer un poco de caso, podría ser inteligente, aquello de: “Ceder para vencer”. Están de tu lado, Recordalo y facilítales la tarea o pensa que son todos amigos de Crespo que a pesar de ser médico, es tu amigo. Viejo Sensei, sigo estudiando y aprendiendo pero me temo que no llegare a tu nivel ni en mil vidas. Paso más tiempo ayudando a los demás que pensando en mi mismo, les dedico más tiempo a ellos que el que invierto en mejorar el pobre Judo que poseo; era importante para ti que fuera así y eso es algo que jamás he cuestionado. El Tai Otoshi es el tuyo, en dos tiempos y es efectivo por la izquierda, me sale prácticamente 8 de cada 10 intentos; Hanei Goshi puedo hacerla de 7 maneras diferentes por ambos lados, casi nunca me sale en Randori; Harai Makikomi lo hago a tu manera y sale, es un recurso efectivo, lo hago por la derecha mucho más que por la izquierda y sigo barriendo con una sola mano, mejor por la izquierda. Desarrolle tal y cómo sugeriste recursos: Sumi Gaeshi modificado por la izquierda, muy efectivo; Tai Otoshi por la izquierda, excelente para compañeros grandes; varios barridos para situaciones de agarres desfavorables; Yoko Gake por la izquierda, si quiero asegurar, también uso la pierna derecha y le levanto con ella, la pierna izquierda. Hay otras, son residuales y no salen siempre, aunque destraban la situación, me dejan agarrar oxigeno; destaco un Sode agarrando el codo cómo te gusta, llevándoselo a la cara cómo te gustaba hacer; cómo escape a un agarre fuerte, si lo meto sale, no siempre me animo a mandarme, en este caso por la derecha, hacerlo por la izquierda me cuesta horrores. El suelo no se me da mal aunque he perdido agilidad, cómo sugeriste trabaje el cuello, lo fortalecí al punto de aguantar varios minutos de ataque sostenido e hice un arte la anticipación antes de que me agarren en Osae Komi, tenías razón y se sale de todas, siempre que hayas anticipado, conozcas lo que tenes que hacer y no dejes que el otro cierre bien. Uso Te Gatame cómo me enseñaste y los vuelvo locos. Siempre aprovecho lo que me regalen y hago lo simple antes que complicarme, tal y cómo explicabas ante nuestra mirada escéptica. Los Katas están abandonados y es una lástima, una herejía por mi parte. No tengo excusas, no existen. Viejo Sensei: Alguien me imprimirá y te leerá esto en el hospital, hay material para que te entretengas, pedí lápiz y papel y a dibujar, te mantendrá ocupado. Agarro de izquierda, mi mano derecha detrás de su codo izquierdo siempre que puedo o de la manga a la altura de su muñeca. Mi mano izquierda en su solapa un poco bajo o en su omóplato rodeando el brazo derecho. Eventualmente, le rodeo la cintura, si me dejan hacerlo, va Harai Goshi, Tani Otoshi o Tai Otoshi. Si el otro es más alto, le paso el brazo por la axila y agarro su espalda lo más alto posible para levantarle el hombro y desequilibrarle un poco, si llego hasta ahí: Uchi Mata, Harai Goshi o Harai Makikomi; solo por la izquierda.                                       

Cuando te recuperes, mándame esos bocetos, yo no sabría ver nada pero son mis técnicas, espero poder sacar algo más de esos dibujos, se seguro que vos las desmenuzaras y encontraras mil cosas que pueden hacerse desde ellas, todas impensables para mí. Estoy sacando el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo y aplicando aquello de: Beneficio y prosperidad mutuas”

Que sea un buen combate y que lo ganes; no he olvidado que es tan importante cómo se gana y cómo se pierde que la victoria o la derrota; si toca perder, que sea contigo luchando, te quiero Viejo Sensei.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Menospreciar al veterano.


Menospreciar al veterano, al viejo, al que ya no está en condiciones de dar lo mejor de sí, pues su físico le lastra; es algo recurrente, una constante inmutable. Los competidores, cómo si serlo, competidores, les robara el cerebro y les diera excusas para hacer las cosas mal o muy mal, incluso rematadamente mal; creen que todo aquel que no compite y por ende no está en un estado físico optimo, es alguien que carece del merito de ser respetado y tratado con consideración. En esto la mayor parte de la culpa y la responsabilidad es de sus entrenadores, personajes que no saben que es el Judo, pero dicen enseñarlo y ni siquiera consiguen hacer que sus pupilos saluden correctamente pero probablemente ellos tampoco sepan; lo que no les disculpa en absoluto.

Entonces, los competidores, inflados por el fulgor del metal se creen lo máximo, olvidan que envejecerán e incluso dejaran de ponerse un Judogui, en cualquier momento; alcanzadas ya sus metas, pierden la motivación, eso me dicen o se dice, una barbaridad propia de barbaros y menosprecian a los Judokas que ya tienen canas, panza, la velocidad de un perezoso y la fuerza de un niño de 5 años. Si, lo hacen y claro pasa lo que tiene que pasar; que no es ni más ni menos que uno de esos veteranos gordo, canoso y que no puede con su alma; llega una clase, en la que es requerido para un Randori que es Shiai pues hace tiempo que no se hace Randori, lo van a dejar hecho un fleco, esa es la intención del competidor que es cinturón negro y ha olvidado mostrar respeto y respetar al abuelo al que piensa dar un repaso a fondo y con facilidad.

Las cosas no salen cómo espera el competidor, su adversario, no lo ve cómo compañero, saluda con una reverencia distinta, no baja la mirada, le clava los ojos pero él, no sabe que significa exactamente eso, no se lo enseñaron, no lo necesita para competir, es algo superfluo pero el detalle es captado por otros compañeros y aparecen las sonrisas, alguien va a aprender modestia de la única manera en la que se puede enseñar a un competidor descerebrado: haciendole sentir una frustración tan grande que le lleve a llorar, haciéndole caer repetidamente, con una facilidad pasmosa para ser un abuelo quien lo proyectara.

El guion está escrito por el competidor pero el abuelo lo cambiara desde el primer agarre. No tiene nada que demostrase, ni a los demás, solo es necesario que el joven sienta la impotencia que genera que no puedas hacer nada, sentir que juegan contigo, te dominan y te tiren cuando les de la gana. Y cuidado: no se permite un solo fallo que desemboque en una lesión o una caída que su querido competidor no pueda soportar; le va a dar lo justo, lo que necesita para empezar a aprender que en el Judo, respetar a los que saben menos, a los que están desentrenados y a los que saben más, es ley; respetar a todos y cada uno es una ley que no se debe violar, o corres el riesgo de que te llamen al orden a la manera Judoka; exactamente lo que se propone hacer el abuelo.

No hay agarre, velocidad, postura, nada que funcione contra el abuelo panzón y lento. Nada y lo peor: no hace un gramo de fuerza de más, parece hasta flojo y duda de que no sea una estrategia pero no se centra, esta fuera del combate, el abuelo lo saco con la primer caída: Harai Makikomi. Las caídas son todas exquisitas, menos una, la primera en la que el abuelo le cayó encima, rodando con él y aplastándole la cara, cree que a propósito y acierta. Cada intento del competidor es neutralizado con pasmosa facilidad y cada ataque que sufre, es perfecto en su  ejecución y en el momento elegido, no ve el peligro ni ve la entrada, solo se descubre con la espalda en el tatami y al abuelo esperándole; combatiendo con sus pulmones por meter más oxigeno, traspira que parece que morirá deshidratado ahí mismo pero lo nota fuerte al agarrarse, muy fuerte, inhumanamente fuerte para un abuelo panzón que ya no le parece tan lento.

Termina el combate y el saludo que le dedica ese enigma con panza, es de libro, aguanta la cabeza baja varios segundos y entiende que se le escapa algo, pero ni idea el que; si sabe una cosa: ha jugado con él, la facilidad con la que lo hizo, le parece pornográfica. Se tira en el tatami masticando su frustración y lo observa caminar, arreglándose el Judogui, no se sienta, no se acuesta; mientras resopla cómo si estuviera fundido pero no puede ser, le dio una paliza de las buenas, sin despeinar las canas, a pesar de la panza y la edad, no lo habría imaginado ni en mil vidas.

La clase termina, saludan y todos se van a las duchas, el competidor se queda en el tatami, llora su frustración curiosamente no siente rabia ni animadversión contra el abuelo, empieza a pensar que no es tan inútil cómo le creía y que sabe mucho más de lo que jamás imagino, sabe competir, tiene que haber competido y mucho para conservar esa capacidad de sufrimiento, mantener la fuerza mental y jugar tácticamente con él. Y le cuido, le cuido todo el tiempo, jamás puso sexta y apretó a fondo, cómo se ponga a entrenar y consiga tener estado físico, perder 10 kilos y tener continuidad, hacer un combate con semejante bicho será apoteósico, paliza para él seguro; aunque no le hace maldita falta, le acaba de dar una buena.

Siempre, siempre se sorprenden; algunos entienden el mensaje y cambian, otros no lo hacen pero no pueden convivir en un tatami con alguien que les deja al desnudo sus miserias o cambian de lugar de entrenamiento o abandonan. Creo firmemente que menospreciar a un cinturón negro, demuestra debilidad mental, falta de conocimientos y un ego desmedido; si se da el caso de que compro su grado en un mercado, por ahí, tuviste suerte; si lo gano transpirando, viejo, te va a sacar las bobadas. Tratar sin respeto a los cinturones inferiores, demuestra que no mereces el grado que ostentas y siempre es preferible, faltarle el respeto a un cinturón superior o igual que a uno inferior, por lo menos los primeros podrán darte una paliza sin despeinarse. O varias hasta que aprendas.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Cosas de Judokas.


 
Lo inesperado, te conmueve por su propia naturaleza: no lo esperas. Puede ser para bien o al contrario, hoy ha sido para bien. Saber que se leen mis artículos en el Dojo de quien fuera mi Sensei y que de alguna manera jamás dejo de serlo, me hizo feliz; saber que es para sus actuales alumnos, para hacerles pensar y aprender, me hizo sentir el peso de la responsabilidad, parecida a aquella de la que tuve que hacer gala en las mesas o arbitrando, donde solo defendía a los competidores, como me enseño otro Sensei que tampoco ha dejado de serlo y empecé  a hacerlo siendo un guacho. Esta noche, al leer el mensaje, me sentí como cuando me puso al frente de los niños del Club Neptuno, una mezcla de terror a fallar, un peso de losa por la responsabilidad y la felicidad inmensa se sentir que estoy en el Camino; que a pesar de todas mis dudas, sigo recordando el Judo que me legaron y aprendiendo, buscando mejorar, siempre buscando pulir lo que necesita ser pulido y sumar nuevos conocimientos; cercenar los defectos y vicios, sabiendo que solo puede hacerse desde el trabajo y el sacrificio, sin esfuerzo no se adelanta.                          

Y es un honor. Inmenso, desproporcionado y completamente inesperado, absolutamente aleatorio, nunca pensé en nada parecido ni lo imagine ni siquiera lo soñé ni pretendí; lo que no impedirá que lo disfrute y paladee. Que vaya a atesorarlo cómo corresponde, es una medalla que pondré junto al recuerdo de su cara cuando aprobé el examen para Sho Dan; no fuimos a ver qué pasaba, fuimos a demostrar lo que sabíamos, sin complejos aunque yo tenía millones de dudas, pero él no, se había asegurado de prepararme a fondo, no esos cuatro meses, no, durante todos esos años previos en los que construyo cimientos generosos, ya saben que una buena base permite un buen edificio sobre esta. Eso lo sé hoy, no entonces.

 Imaginen por un momento que tras casi tres décadas, tu Sensei le da lo que escribís a sus alumnos para que lo lean y comentarlo después. Estuviste ahí, fuiste alumno, seguís siéndolo, lo sabes y lo sabe; y te vuelve a tener como apoyo, como cuando estabas el primero de la fila o arbitrabas o antes trabajabas en las mesas o puede que nunca hayas dejado de serlo y nucas vayas a dejar de serlo; o lo que es lo mismo: simplemente  Judo en su máxima expresión.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Respuesta a un mensaje.

Mensaje recibido en estos días y leído hace un rato.
“¡Hola Rafa deseo que andes bien! Te recuerdo, por si no te acordabas, que el 21/7 fue tu último artículo sobre Judo! Si no tienes más enseñanzas basadas en la realidad, ¡comienza a copiar de los libros! ¡Un fuerte abrazo!


¡Difundir! Claro, pienso que debe ser eso. Pero, siempre tengo uno, no tengo la certeza de que yo difunda nada publicando lo que escribo, solo cuento cómo vivo al Judo y la manera en la que este, ha trabajado y trabaja sobre mí. No lo tengo para nada claro, aunque no sea el único en insinuarlo, sugerirlo o manifestarlo directamente; lo han hecho más personas. No les voy a desvelar quien escribió ese mensaje; y no lo hare para que usen la imaginación y el cerebro; dentro de esos renglones esta la respuesta y en que me pusiera a escribir al rato de leerlo. 

Hay un problema que ya he comentado y es mi manifiesta incapacidad para aprender Judo de los libros o de videos. De los primeros, solo teoría o historia, anécdotas, de los segundos puede que saque algo, poquita cosa. Yo, solo avanzo transpirando en el tatami, ahogándome por el esfuerzo, sintiéndome morir; destrozando la idea de que jamás lo conseguiré a base de repetir miles de veces el intento, aunque yo no sienta que vaya a poder, lo que si siento es que intentarlo me acercara a hacerlo posible y si nunca consigo ese movimiento, quedara un remanente, algo infinitamente más poderoso y es la fuerza que anidara en mi, alumbrada en las millones de gotas de sudor y algunas de sangre que derrame intentándolo; útil no solo para hacer Judo. También la voluntad de querer hacer las cosas bien y perseguir la excelencia; ser honesto para asumir que no sos capaz y que puede que jamás lo seas pero que hay que dejar el alma en cada entrada, solo así, puede que, quizás, consiga mejorar esa entrada que llevo más de tres décadas puliendo y se sigue resistiendo. Que tus compañeros te miren y piensen que si yo puedo intentarlo, ellos pueden hacerlo, conseguirlo y algo que es residual pero no menos importante: Que el Sensei que te este observando sienta que no está todo perdido, todavía quedan alumnos que obedecen, tarde y mal pero lo hacen; a él no se le escapa nada de lo que implica ese esfuerzo para quien lo hace y el ejemplo que es para los demás que no podrán decir nunca aquello de que están cansados o no sale o que lo han repetido la increíble cantidad de 10 veces y sigue sin salir.                                                                                                        
Y he visto a unos pocos elegidos, sacar de los libros material infinito y seguir, mantenerse, actualizados con ellos; de una manera realmente increíble, algo formidable de ver y conocer y claro, el mensaje lo escribió uno de esos elegidos; hay más desparramados por el mundo, yo solo les conocí a ellos. El asunto es que yo no tengo ese don, esa capacidad y si bien leo cosas interesantes, las que más lo son las comparto, otras no me terminan de convencer o llenar. Siendo todo eso cierto, hay otra cosa: prefiero ponerme el Judogui a leer libros o ver videos; son cosas que dejaría para cuando no podes ir a entrenar y aún así, no me entusiasma nada. Son un complemento sumamente útil, eso es obvio y disponer de ellos es fantástico, incluso en la actualidad, deben haber lugares donde un libro viejo de Judo sea un bien escaso y raro, un objeto de valor, apreciado por quienes quieren seguir estando al día, aprendiendo y avanzando en el estudio y conocimiento del Judo.                            
Hoy, quedaran lugares donde un Sensei recorre las librerías usadas en busca de libros de Judo descartados por otros, cómo algo carente de valor y cuando de con uno, lo acariciara con mimo, sabedor de que dentro habrán joyitas para él y quienes se beneficien de un préstamo sin fecha de caducidad.                               
 En una versión actualizada, se pasaran archivos y será gratificante para quienes los comparten o te hacen llegar un libro que jamás esperabas conseguir; así que puede que hayan cambiado las maneras, en algún sector del mundo pero no en todos y si sos un privilegiado que supiste ir a cazar libros de Judo viejos y verle la cara al Sensei al dar con uno y que te dijera que primero se lo pasaría al autor del mensaje pues probablemente no lo tenía, algo tenes que haber aprendido sobre el Judo, aunque sea de puro rebote. Algo te tuvo que quedar, lo que sea, por ínfimo que parezca. Por eso el Sensei, los Senseis son tan importantes y determinantes; por esa razón hay que formarles en la excelencia; para que puedan aprender de un libro, de un video, de un archivo audiovisual editado en otro idioma, con una calidad pésima o de un alumno y sigan creciendo siempre para trasmitir Judo de calidad superior, calidad que aumentara con el tiempo, a más experiencia acumulada, mejores contenidos.                                                                                 
Tengo el privilegio de tener Senseis. Tengo el privilegio de que se ocupen y preocupen por mí. Hace mucho que no les pago una cuota y algunos nunca cobraron; todos me enseñan convencidos de que hacerlo, no es perder el tiempo que por otra parte, es otra característica del Judo, no se eligen los alumnos, se trabaja con todos los que llegan al Dojo y se suben al tatami, con absolutamente todos. No es una mensualidad, una cuota, lo que nos une; lo que nos conecta es el Judo. Ni mío, ni de ellos, ni de ustedes, solo Judo que en definitiva es de todos, Jigoro Kano que yo sepa, no ponía condiciones a su expansión e incluso la alentó intensivamente. El Judo y sus lazos, sus derivados, sus beneficios, esa filosofía tan preñada de humanidad y el conjunto de cosas que lo componen y sin las cuales, deja de ser Judo y es otra cosa.